MOTIVACIÓN Y NIVELES DEL OLÁM HABÁ
(MUNDO POR VENIR)
[Cada nivel del alma está
relacionado con una cualidad específica de servicio Divino y conduce al
correspondiente estado de conciencia Divina.]
Lo que merezcas en la otra vida
dependerá con precisión exacta del grado de fervor que motive tu servicio
Divino. Si tan sólo cumples los preceptos al nivel elemental de tu néfesh, tu
reposo eterno tomará lugar en el espacio celestial de los néfesh, en el recinto
situado al umbral de la muerte. Si mereces el nivel de rúaj, reposarás en el
Jardín del Edén. Y si logras el nivel de neshamá ascenderás al Edén superior. A
este tercer grupo se les denomina "amados".
Explica el Zóhar que el ser humano
merece el más alto nivel de néfesh por medio de su cumplimiento de los
preceptos y por sus buenas obras. A continuación viene el rúaj, y reposa sobre
el néfesh. El ser humano merece recibir el nivel de rúaj por medio de su
cumplimiento de los preceptos relacionados con el habla, y en particular al
estudiar Torá con su voz. En otras palabras, así como el vocablo hebreo rúaj
significa “viento”, o “soplo”, para recibir su rúaj, el individuo debe utilizar
su soplo para articular las enseñanzas de la Torá en hebreo, en lugar de
leerlas mentalmente en silencio, que requiere menos esfuerzo. Luego viene el
alma neshamá a reposar sobre el rúaj. Una persona merece ascender al excelso
nivel de neshamá por medio de los preceptos relacionados con el pensamiento,
como el temor y amor al Creador.
El recto Rabí Yosef Yaabetz explica
la Mishná de Pirké Avot 1:3: "No seáis como siervos que trabajan para
recibir paga," y la otra Mishná del Pirké Avot 5:7 que condena la
ejecución del servicio Divino con miras a obtener un beneficio específico.
Dice el salmista: "Tu bondad
(jésed) llega a los cielos en Su grandeza". Sin embargo, otro versículo
del Libro de los Salmos afirma que la bondad Divina de jésed no sólo asciende hasta
el cielo sino más allá, "Tu bondad es grande sobre los Cielos". El
Talmud Tratado Pesajim 50b, allana esta aparente contradicción.
Si emprendes tu servicio Divino con
miras a satisfacer a tu Amo, lograrás vincularte al Altísimo y tu recompensa
será infinita, "sobre los cielos". En cambio, si eres de los que creen
en Di-s en función de Sus premios y castigos, o cumples los preceptos con algún
interés ulterior, tu recompensa sólo llegará a los cielos.
Ten presente como dijeron los
profetas Yoel y Malají/Malaquías que "El grande y terrible día del
Eterno", el día del juicio final, está más allá de los Cielos, como comprenderán
los que saben. Exclamó el rey David, "¡Mira cómo amo Tus preceptos! ¡Vivifícame,
Eterno, conforme a Tu jésed!" Soy de los que Te sirven exclusivamente por
amor. Por lo tanto Te pido que me abras Tu tesoro inagotable: el tesoro de Tu
inmenso amor. De igual modo, exclamó el profeta Irmiáhu/Jeremías:
En esto recapacito, y respondo a mi
corazón [que había perdido la esperanza en Di-s]; por lo tanto, conservo las
esperanzas. De seguro la misericordia del Eterno no está consumida. Sus
compasiones nunca se acaban. Se renuevan cada mañana. Grande es Su paciencia.
"El Eterno es mi porción", dice mi alma.
¿Por qué el profeta señala una
distinción tan clara entre su alma y su corazón?
Mientras el ser humano vive en este
mundo en forma corpórea, le es difícil imaginar un servicio emprendido sin
esperar premio alguno. Esto sólo le es posible al alma, debido a su naturaleza.
Nuestra alma es un ente celestial y naturalmente ansía emprender Su servicio,
de la misma manera que los ángeles. Es habitual en el mundo que el trabajador
reciba su paga a cambio de servicios prestados. En consecuencia, considerando
la naturaleza humana, el profeta adujo explicaciones a su corazón para
calmarlo. En cambio, su alma no necesitaba explicaciones. Por sí sola, el alma
escoge emprender el servicio Divino sin necesidad de recompensa. Así pues, dice
el alma: "El Eterno es mi porción" y el final del versículo, "Por
lo tanto, confiaré en Él".
Se emplean dos argumentos para calmar
al corazón. El primero: Di-s no nos castiga por odio, ya que de ser éste el
caso nos aniquilaría por completo. Al contrario, sabemos que es debido a Su
amor que nos aflige, como está escrito en Tehilim 118:18, "El Eterno me ha
castigado duramente, pero no me ha entregado a la muerte".
El segundo argumento: si Di-s
renueva la obra de la Creación todos los días por amor a nosotros, no cabe duda
que cumplirá las promesas que nos hizo por intermedio de Sus profetas, y nos
reunirá de los cuatro rincones de la tierra.
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