martes, 21 de marzo de 2017

MOTIVACIÓN Y NIVELES DEL OLÁM HABÁ (MUNDO POR VENIR)



MOTIVACIÓN Y NIVELES DEL OLÁM HABÁ (MUNDO POR VENIR)

[Cada nivel del alma está relacionado con una cualidad específica de servicio Divino y conduce al correspondiente estado de conciencia Divina.]  

Lo que merezcas en la otra vida dependerá con precisión exacta del grado de fervor que motive tu servicio Divino. Si tan sólo cumples los preceptos al nivel elemental de tu néfesh, tu reposo eterno tomará lugar en el espacio celestial de los néfesh, en el recinto situado al umbral de la muerte. Si mereces el nivel de rúaj, reposarás en el Jardín del Edén. Y si logras el nivel de neshamá ascenderás al Edén superior. A este tercer grupo se les denomina "amados".

Explica el Zóhar que el ser humano merece el más alto nivel de néfesh por medio de su cumplimiento de los preceptos y por sus buenas obras. A continuación viene el rúaj, y reposa sobre el néfesh. El ser humano merece recibir el nivel de rúaj por medio de su cumplimiento de los preceptos relacionados con el habla, y en particular al estudiar Torá con su voz. En otras palabras, así como el vocablo hebreo rúaj significa “viento”, o “soplo”, para recibir su rúaj, el individuo debe utilizar su soplo para articular las enseñanzas de la Torá en hebreo, en lugar de leerlas mentalmente en silencio, que requiere menos esfuerzo. Luego viene el alma neshamá a reposar sobre el rúaj. Una persona merece ascender al excelso nivel de neshamá por medio de los preceptos relacionados con el pensamiento, como el temor y amor al Creador. 

El recto Rabí Yosef Yaabetz explica la Mishná de Pirké Avot 1:3: "No seáis como siervos que trabajan para recibir paga," y la otra Mishná del Pirké Avot 5:7 que condena la ejecución del servicio Divino con miras a obtener un beneficio específico.

Dice el salmista: "Tu bondad (jésed) llega a los cielos en Su grandeza". Sin embargo, otro versículo del Libro de los Salmos afirma que la bondad Divina de jésed no sólo asciende hasta el cielo sino más allá, "Tu bondad es grande sobre los Cielos". El Talmud Tratado Pesajim 50b, allana esta aparente contradicción.  

Si emprendes tu servicio Divino con miras a satisfacer a tu Amo, lograrás vincularte al Altísimo y tu recompensa será infinita, "sobre los cielos". En cambio, si eres de los que creen en Di-s en función de Sus premios y castigos, o cumples los preceptos con algún interés ulterior, tu recompensa sólo llegará a los cielos.

Ten presente como dijeron los profetas Yoel y Malají/Malaquías que "El grande y terrible día del Eterno", el día del juicio final, está más allá de los Cielos, como comprenderán los que saben. Exclamó el rey David, "¡Mira cómo amo Tus preceptos! ¡Vivifícame, Eterno, conforme a Tu jésed!" Soy de los que Te sirven exclusivamente por amor. Por lo tanto Te pido que me abras Tu tesoro inagotable: el tesoro de Tu inmenso amor. De igual modo, exclamó el profeta Irmiáhu/Jeremías:

En esto recapacito, y respondo a mi corazón [que había perdido la esperanza en Di-s]; por lo tanto, conservo las esperanzas. De seguro la misericordia del Eterno no está consumida. Sus compasiones nunca se acaban. Se renuevan cada mañana. Grande es Su paciencia. "El Eterno es mi porción", dice mi alma.

¿Por qué el profeta señala una distinción tan clara entre su alma y su corazón?

Mientras el ser humano vive en este mundo en forma corpórea, le es difícil imaginar un servicio emprendido sin esperar premio alguno. Esto sólo le es posible al alma, debido a su naturaleza. Nuestra alma es un ente celestial y naturalmente ansía emprender Su servicio, de la misma manera que los ángeles. Es habitual en el mundo que el trabajador reciba su paga a cambio de servicios prestados. En consecuencia, considerando la naturaleza humana, el profeta adujo explicaciones a su corazón para calmarlo. En cambio, su alma no necesitaba explicaciones. Por sí sola, el alma escoge emprender el servicio Divino sin necesidad de recompensa. Así pues, dice el alma: "El Eterno es mi porción" y el final del versículo, "Por lo tanto, confiaré en Él".

Se emplean dos argumentos para calmar al corazón. El primero: Di-s no nos castiga por odio, ya que de ser éste el caso nos aniquilaría por completo. Al contrario, sabemos que es debido a Su amor que nos aflige, como está escrito en Tehilim 118:18, "El Eterno me ha castigado duramente, pero no me ha entregado a la muerte".

El segundo argumento: si Di-s renueva la obra de la Creación todos los días por amor a nosotros, no cabe duda que cumplirá las promesas que nos hizo por intermedio de Sus profetas, y nos reunirá de los cuatro rincones de la tierra. 



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