jueves, 9 de marzo de 2017

ADÁR: LO BUENO Y LO MALO



ADÁR: LO BUENO Y LO MALO

El mes de Adar es un mes sumamente simbólico para el calendario judío donde la luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo, la redención y la esclavitud y el resto de los opuestos tienen o tuvieron lugar a lo largo de la historia.

El nombre adar, en hebreo, se encuentra relacionado con la palabra adir, fuerza, lo cual simboliza el mazal tov, la buena fortuna del mes, y es una de las razones por la cual es dicho que “cuando entra adar aumentamos la alegría”.

El año judío, se rige por el sol y por la luna. Es decir, que durante los años simples, la luna es la que determina los comienzos de mes. Sin embargo, las festividades están relacionadas con las estaciones del año, como por ejemplo Pesaj con la primavera, las cuales a su vez son determinadas por el sol. Cada una cierta cantidad de años, es necesario agregar un mes al año para mantener dicha relación. Y es por la razón anteriormente dicha, que cuando el año es bisiesto, el mes agregado es el mes de adar, dado que dicho mes es el de la fortuna y el regocijo.

Cada mes del calendarío judío tiene un símbolo que lo representa. El símbolo del mes de adar es el de los peces. Los peses representan lo fructífero, dado que se reproducen muy fácilmente. Israel fue comparado con los peces debido a que ambos tienen relación con el agua, los peces viven en ella y el pueblo de Israel estudia Torá quien es alegóricamente relacionada con el agua porque así como no es posible estar más de tres días sin beber tampoco es posible pasar más de tres días sin estudiar Torá. Por esta razón, entre otras, la Torá es leída todos los lunes, jueves y shabatot.

En el mes de Adár, dice el tratado de Baba Metzía, la fortuna de los peces comienza a subir, y como Israel fue comparado con los peces, también la fortuna de Israel sube en este mes. Asimismo, dag, en hebreo puede ser leído también como daag, y de hecho así figura escrito en ciertas partes del Tanaj. Daagá en hebreo es preocupación, es decir que los peces son la corrección para la preocupación, y por eso es recomendado que en el mes de adár sean resueltos problemas personales que hasta ahora hemos dejado de lado.

Por último, en relación a los peces, los mismos habitan en el agua, es decir que no son vistos por la mayoría de las personas, hasta que nos acercamos y observamos detenidamente. El no llamar la atención, no ser constantemente visto, tiene mucho que ver con la modestia y con la humildad, “la bendición tan solo reside en lo que se encuentra oculto a nuestra vista” (Tratado de Taanit 8b).

El hombre más humilde del mundo, fue Moshé Rabénu, quien nació y murió el 7 de Adár, es sabido que grandes justos del pueblo judío nacen y mueren el mismo día, y este es el caso del más grande profeta de la historia, quien también se encuentra sumamente relacionado con este mes.

Por una lado, tenemos la luz de Moshé que llega al mundo en este mes, pero por otra parte, esta luz se extingue el mismo día, en este mismo mes. Amán el malvado, quién intentó exterminar al pueblo judío y por la gran salvación que tuvo lugar es festejada la festividad de Purim el 14 de adár, eligió la fecha en que debía tener lugar el exterminio mediante un sorteo. El 13 de adár salió sorteado. Amán, se encontraba feliz de saber que ese fue el mes en que Moshé falleció. Moshé fue comparado con todo el pueblo de Israel, por lo cual Amán tomó este hecho como una buena señal, si alguien que tiene el mismo peso que todo el pueblo en conjunto, falleció en este día, entonces posiblemente era una buena fecha para exterminarlos. Sin embargo, dicho malvado no tuvo en cuenta que Moshé también nació en ese día, y por lo tanto la luz que trajo al mundo haría sobrepeso con la oscuridad que cayó cuando falleció.

Esto es tal cual lo que sucede en el mes de adár, muchas veces este mes es comparado con los momentos más oscuros de la noche, dado que Amán y el rey Ajashverosh quisieron destruir a nuestro pueblo, sin embargo, gracias al milagro que tuvo lugar en Purim, la oscuridad se convirtió en luz.

Respecto a la oscuridad, la plaga de la oscuridad en Egipto, tuvo lugar el primero de adár, mostrándonos la fuerza de este mes con respecto a estos dos extremos. En esta plaga mueren todos los miembros del pueblo de Israel que no deseaban salir a la libertad. Dicen nuestros sabios, que tan solo un quinto salió de Egipto. Sin embargo, de allí salió la más grande luz, porque aquellos que salieron trajeron la luz al mundo, aceptaron la Torá y la recibieron en el monte Sinaí.

Así también, los días de Purim cumplen la promesa divina realizada en el libro de Devarim “en ese día esconderé mi rostro” (Devarim/Deuteronomio 30:18). Durante toda la Meguilá el nombre de HaShém no es mencionado, parecería ser que HaShém nos olvidó y nos dejó en manos de nuestros enemigos. Sin embargo el milagro se produce y la realidad se transforma, la característica especial sale a la luz e incluso muchas personas deciden convertirse.

Del mes de adár, aprendemos a comprender nuestra realidad que no siempre es dicotómica. Es importante saber que la luz y la oscuridad muchas veces conviven juntas, que ambas tienen lugar en este mundo, y por sobre todo que ambas fueron creadas por HaShém. Lo importante es poder siempre salir a la luz, incluso aunque deba realizarse este paso dolorosamente a través de la oscuridad. Y comprender que muchas veces la oscuridad viene a traernos un nivel de luminosidad que sin ella no hubiésemos podido alcanzar. Es decir, que muchas veces las situaciones difíciles nos ayudan a elevarnos a niveles espirituales que no hubiésemos podido alcanzar si no hubiésemos pasado por dichas dificultades.


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