AGENTE DEL REY
Por Kabbalah y Torah en Expansión
Este ‘Limmud’ (estudio) ha sido
donado para ‘Beriut’ (salud), ‘Berajá’ (bendición) y ‘Hatzlajá’ (éxito) de la
Familia Aizza González de USA y Caballero Hernández de México
Para protección física y espiritual
de Verónica Angélica bat Eugenia, Raúl y Yessika ben ubat Verónica Angélica
Y para éxito y prosperidad del
proyecto Siibalkiin
En el Zejut (mérito) de nuestros
patriarcas y matriarcas Avraham, Itzjak, Iaäkov, Sará, Rivká, Rajel y Leá
Así como ‘HKBH’ (El Santo, Bendito Sea),
creó los Mundos de Beriiiá, Ietzirá y Äsiiiá como instrumentos para afectar el
‘Jésed’ (bondad) y la ‘Kedushá’ (santidad), así también Él creó entidades que
son instrumentales en afectar el mal que Él considera necesario en el Mundo.
Esto es para lograr las condiciones de libre elección. Estas fuerzas son
generalmente denominadas ‘Sitrá Ajará’, es decir, ‘El Otro Lado”, el lado del
mal.
Aunque la voluntad de HaShem es
buena, Él creó el mal como una existencia temporal para producir el Bien Supremo.
La existencia misma del mal, por lo tanto, es únicamente para realizar esta
bondad, como se afirma:
“Todo lo que HaShem hace es por Su
causa”.
Los agentes de ‘Sitrá Ajará’ (El
Otro Lado) tienen 3 funciones:
El primero es seducir al hombre al
pecado a través del cual se vuelve impuro, como se afirma en la Guemará (Iomá):
“Cuando el hombre actúa impuramente por debajo, se vuelve impuro por arriba”.
Estas fuerzas de las que el ‘Ietzer HaRá’ (“La inclinación al mal”) surge,
atrae al hombre hacia el pecado haciéndolo parecer dulce y agradable, como está
dicho: “Dulce es el agua robada”. El Zóhar se refiere a esto como: “El placer
con las impurezas”.
No obstante, el propósito de Su
creación es merecer a los ‘Tzaddikim’ (personas justas). A través de la
conquista del ‘Ietzer HaRá’ (“inclinación al mal”), los ‘Tzaddikim’ son
recompensados en proporción directa a su esfuerzo, como se dice: “Según la
dificultad es la recompensa”.
Todo esto se explica extensamente en
el Séfer HazZóhar a través de la alegoría del rey que envió a una ramera para
seducir a su hijo. Él le estipuló que si ella tenía éxito, toda la bondad que
se le hubiera dado correctamente a su hijo sería de ella. Pero, si él evitaba
sus avances, el príncipe recibiría una gran recompensa y ella también sería
recompensada, ya que a través de sus grandes esfuerzos él merecía esta bondad.
En todo momento, la intención del padre era por el bien de su hijo, e incluso
la ramera, aunque aparecía bajo la apariencia de una tentadora, era la agente
del rey y secretamente deseaba el éxito del príncipe.
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