sábado, 18 de marzo de 2017

AMOR DE ALMA



AMOR DE ALMA

El amor es el anhelo del alma de aproximarse a su Creador, de dejarse llevar por su atracción natural hacia Él, y vincularse apasionadamente a Su Luz Divina. El alma es un ente espiritual y se siente atraída por otros seres espirituales como ella. Siguiendo los dictados de su conciencia, se distancia de quienes le son incompatibles debido a la tosca esencia de su materia. Cuando el Creador la unió a un cuerpo con la intención de poner a prueba su dirección de dicho cuerpo, le recomendó que tuviera compasión del mismo [...]. Cuando el alma percibe algo que añadiría luz y poder a su esencia, dirige sus pensamientos a dicho objeto, y ansía adquirirlo. (Jovót HaLevavót - Deberes de los Corazones - Bajia Ibn Pakuda)

Cuando adquieras conciencia de la razón por la cual fuiste creado y enviado a este mundo transitorio, y tengas conciencia de la elevada esencia del mundo venidero, sentirás desprecio por este mundo y sus intereses. Con tus pensamientos, tu alma y tu cuerpo, huirás para vincularte apasionadamente al Altísimo; sentirás un placer intenso al pensar en Él cuando estés solo y te invadirá la melancolía si no estás meditando en Su grandeza. Incluso si estás acompañado, sólo pensarás en tu anhelo de complacerle, tu ansia de aproximarte a Él.

Las Escrituras mencionan el anhelo de Di-s que penetra el alma:

NAFSHÍ  IVITIJÁ  BALÁILAH - "Con mi alma Te he anhelado en la noche" (Yeshayáhu 26:9a)

LESHIMJÁ  ULZIJREJÁ  TÁAVAT  NÁFESH  - “Tu Nombre y Tu memoria son el anhelo del alma” (Yeshayáhu 26:8b)

TZAMÁH  NAFSHÍ  LE´ELO-HÍM  LE'É'L  JÁI - “Mi alma tiene sed de Di-s, del Di-s vivo” (Tehilim 42:3a)

TZAMÁH  LEJÁ  NAFSHÍ  KAMÁH  LEJÁ  BESARÍ - "Mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela" (Tehilim 63:2) 

Así meditará tu alma en su deseo de Di-s, y en tu corazón contemplarás tu unión a Él, tu amor y tu anhelo de Él. No tendrás más interés que cumplir los requisitos de Su servicio; no te vendrán otras ideas a la mente más que acerca de Él, y tan sólo Él reinará en tu pensamiento. Ordenarás a tu cuerpo que sólo actúe para Él y a tu lengua que sólo se preste a mencionarle con alabanza y gratitud, expresando tu amor e intenso deseo de cumplir la voluntad del Todopoderoso.  Si prosperas Le agradecerás; si estás afligido sufrirás con paciencia. Te entregarás en cuerpo, alma y recursos, a la santificación de Su Nombre, y tu amor y tu fe en Él se intensificarán de continuo. Serás como aquel piadoso que se levantaba por la noche y clamaba:

"Di-s mío, Me has dejado hambriento y desnudo; me has puesto en la oscuridad de la noche, y me has mostrado Tu grandeza y Tu poder. Si me quemases con fuego, Te amaría más todavía, sintiendo mayor exaltación y regocijo ante Tu proximidad."

Como exclamó Iyóv/Job:

HÉN  ÍKTELENI    AYAJÉL - "Aunque Él me quitase la vida, confiaría en Él."

La ayuda más potente para alcanzar este excelso nivel de amor a Di-s es sentir un intenso temor, incluso terror de Él, un miedo que impregne tu cumplimiento de los preceptos. Si piensas que Su ojo vigilante se fija en las partes más ocultas de tu mente, que conoce tus pensamientos ya sean ocultos o revelados, y que escruta los dictados de tu conciencia; si piensas en la sutileza con que dirige cada uno de tus movimientos, Su bondad hacia ti, el hecho de que conoce tanto tu pasado como tu futuro, y Su constante esfuerzo de aproximarte a Él, no podrás resistir el amor que te inundará, y te entregarás a Él con plena confianza.

Confiarás en Su bondad e inmensa ternura, y al considerar Su amor no pensarás en el de otros. No querrás que Él vea que temes a otros, sino que Él reinará constantemente en tus pensamientos. Su presencia estará siempre ante tus ojos; será tu compañero en momentos de soledad; salas llenas de gente te parecerán vacías, y lugares vacíos te parecerán llenos. Nunca te aburrirás estando solo ni te preocuparás si no hay nadie a tu lado. Siempre encontrarás regocijo en Di-s y te alegrarás de cumplir Su voluntad. Como está escrito: "Y se alegrarán todos los rectos de corazón"; "yo me alegraré en el Eterno"; y "Él es mi luz y mi salvación. ¿A quién temeré?"

El sabio Rabí Eleazar de Worms, el Rokeaj (S. 12) explica que se alcanza la fuente del amor cuando el alma rebosa de amor a Di-s y se alegra de estar unido a Él. No como el siervo que trabaja para su amo a desgano, sino con un intenso amor interior, que empuja a servirle activamente cumpliendo Su voluntad con alegría. (Shoresh Haahavá)

No cumples tu servicio para obtener placer ni en busca de honor. En cambio, te preguntas cómo es posible que un ser indigno como tú, lleno de pecado, que hoy está aquí y mañana en la tumba, ha merecido ser escogido para servir a un Rey tan venerable. Es precisamente cuando tu alma medita en la profundidad de su temor reverencial a Di-s, que se enciende el fuego de tu amor en tu fuero íntimo y tu corazón se regocija; entonces la sabiduría ilumina tu rostro.

Cuando tienes sabiduría Divina en el corazón, piensas con alegría en tu deseo de ejecutar la voluntad de tu Creador observando Sus preceptos con fervor. No piensas en los placeres que ofrece este mundo, ni en las excursiones de tu familia, que son insignificantes para ti. Grabado en tu pensamiento está el deseo de cumplir Su voluntad y de estimular a otros a hacerlo a su vez. Deseas santificar Su Nombre y entregarte en un acto de amor, como lo hizo nuestro padre Abraham.

Quienes alcanzan este nivel de piedad no entablan conversaciones vanas; no se detienen a mirar el rostro de una mujer; y si son insultados no se sienten compelidos a replicar. En síntesis, concluye el Rokeaj, sus pensamientos arden con el fuego del amor; son dignos de alabanza.  


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