AMOR DE ALMA
El amor es el anhelo del alma de
aproximarse a su Creador, de dejarse llevar por su atracción natural hacia Él,
y vincularse apasionadamente a Su Luz Divina. El alma es un ente espiritual y
se siente atraída por otros seres espirituales como ella. Siguiendo los
dictados de su conciencia, se distancia de quienes le son incompatibles debido
a la tosca esencia de su materia. Cuando el Creador la unió a un cuerpo con la
intención de poner a prueba su dirección de dicho cuerpo, le recomendó que tuviera
compasión del mismo [...]. Cuando el alma percibe algo que añadiría luz y poder
a su esencia, dirige sus pensamientos a dicho objeto, y ansía adquirirlo. (Jovót
HaLevavót - Deberes de los Corazones - Bajia Ibn Pakuda)
Cuando adquieras conciencia de la
razón por la cual fuiste creado y enviado a este mundo transitorio, y tengas
conciencia de la elevada esencia del mundo venidero, sentirás desprecio por
este mundo y sus intereses. Con tus pensamientos, tu alma y tu cuerpo, huirás
para vincularte apasionadamente al Altísimo; sentirás un placer intenso al
pensar en Él cuando estés solo y te invadirá la melancolía si no estás
meditando en Su grandeza. Incluso si estás acompañado, sólo pensarás en tu
anhelo de complacerle, tu ansia de aproximarte a Él.
Las Escrituras mencionan el anhelo
de Di-s que penetra el alma:
NAFSHÍ IVITIJÁ
BALÁILAH - "Con mi alma Te he anhelado en la noche" (Yeshayáhu
26:9a)
LESHIMJÁ ULZIJREJÁ
TÁAVAT NÁFESH - “Tu Nombre y Tu memoria son el anhelo del
alma” (Yeshayáhu 26:8b)
TZAMÁH NAFSHÍ
LE´ELO-HÍM LE'É'L JÁI - “Mi alma tiene sed de Di-s, del Di-s
vivo” (Tehilim 42:3a)
TZAMÁH LEJÁ
NAFSHÍ KAMÁH LEJÁ
BESARÍ - "Mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela" (Tehilim
63:2)
Así meditará tu alma en su deseo de
Di-s, y en tu corazón contemplarás tu unión a Él, tu amor y tu anhelo de Él. No
tendrás más interés que cumplir los requisitos de Su servicio; no te vendrán
otras ideas a la mente más que acerca de Él, y tan sólo Él reinará en tu
pensamiento. Ordenarás a tu cuerpo que sólo actúe para Él y a tu lengua que
sólo se preste a mencionarle con alabanza y gratitud, expresando tu amor e
intenso deseo de cumplir la voluntad del Todopoderoso. Si prosperas Le agradecerás; si estás afligido
sufrirás con paciencia. Te entregarás en cuerpo, alma y recursos, a la
santificación de Su Nombre, y tu amor y tu fe en Él se intensificarán de
continuo. Serás como aquel piadoso que se levantaba por la noche y clamaba:
"Di-s mío, Me has dejado
hambriento y desnudo; me has puesto en la oscuridad de la noche, y me has
mostrado Tu grandeza y Tu poder. Si me quemases con fuego, Te amaría más
todavía, sintiendo mayor exaltación y regocijo ante Tu proximidad."
Como exclamó Iyóv/Job:
HÉN
ÍKTELENI LÓ AYAJÉL - "Aunque Él me quitase la vida,
confiaría en Él."
La ayuda más potente para alcanzar
este excelso nivel de amor a Di-s es sentir un intenso temor, incluso terror de
Él, un miedo que impregne tu cumplimiento de los preceptos. Si piensas que Su
ojo vigilante se fija en las partes más ocultas de tu mente, que conoce tus
pensamientos ya sean ocultos o revelados, y que escruta los dictados de tu
conciencia; si piensas en la sutileza con que dirige cada uno de tus
movimientos, Su bondad hacia ti, el hecho de que conoce tanto tu pasado como tu
futuro, y Su constante esfuerzo de aproximarte a Él, no podrás resistir el amor
que te inundará, y te entregarás a Él con plena confianza.
Confiarás en Su bondad e inmensa
ternura, y al considerar Su amor no pensarás en el de otros. No querrás que Él
vea que temes a otros, sino que Él reinará constantemente en tus pensamientos.
Su presencia estará siempre ante tus ojos; será tu compañero en momentos de
soledad; salas llenas de gente te parecerán vacías, y lugares vacíos te
parecerán llenos. Nunca te aburrirás estando solo ni te preocuparás si no hay
nadie a tu lado. Siempre encontrarás regocijo en Di-s y te alegrarás de cumplir
Su voluntad. Como está escrito: "Y se alegrarán todos los rectos de
corazón"; "yo me alegraré en el Eterno"; y "Él es mi luz y
mi salvación. ¿A quién temeré?"
El sabio Rabí Eleazar de Worms, el
Rokeaj (S. 12) explica que se alcanza la fuente del amor cuando el alma rebosa
de amor a Di-s y se alegra de estar unido a Él. No como el siervo que trabaja
para su amo a desgano, sino con un intenso amor interior, que empuja a servirle
activamente cumpliendo Su voluntad con alegría. (Shoresh Haahavá)
No cumples tu servicio para obtener
placer ni en busca de honor. En cambio, te preguntas cómo es posible que un ser
indigno como tú, lleno de pecado, que hoy está aquí y mañana en la tumba, ha
merecido ser escogido para servir a un Rey tan venerable. Es precisamente
cuando tu alma medita en la profundidad de su temor reverencial a Di-s, que se
enciende el fuego de tu amor en tu fuero íntimo y tu corazón se regocija;
entonces la sabiduría ilumina tu rostro.
Cuando tienes sabiduría Divina en el
corazón, piensas con alegría en tu deseo de ejecutar la voluntad de tu Creador
observando Sus preceptos con fervor. No piensas en los placeres que ofrece este
mundo, ni en las excursiones de tu familia, que son insignificantes para ti.
Grabado en tu pensamiento está el deseo de cumplir Su voluntad y de estimular a
otros a hacerlo a su vez. Deseas santificar Su Nombre y entregarte en un acto
de amor, como lo hizo nuestro padre Abraham.
Quienes alcanzan este nivel de
piedad no entablan conversaciones vanas; no se detienen a mirar el rostro de
una mujer; y si son insultados no se sienten compelidos a replicar. En
síntesis, concluye el Rokeaj, sus pensamientos arden con el fuego del amor; son
dignos de alabanza.
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