LA ENERGÍA DEL MES DE NISÁN/ARIES
Nos encontramos en el mes que
representa la cabeza del año, y aunque también denominamos a Rósh Hashaná
durante el mes de Tishré/Libra como cabeza del año, esto se explica
superficialmente aclarando que cada uno de estos tiempos indica un comienzo y
un rósh/cabeza en su contexto propio.
Mientras que se arriba a Rósh
HaShaná desde Elúl, el mes de la Teshuvá, el retorno y acercamiento en nuestra
relación con HaKadosh Barúj Hú es esencialmente racional, y motivado desde el temor
al acercarse el día en que todo ser humano es juzgado. En cambio la naturaleza
del retorno que es propicio desde Adár a Nisán, de Purim a Pésaj es básicamente
emocional y está basado en el amor.
Según el Ari Hakadosh, el mes de
Nisán, considerando la estructura del cuerpo, se corresponde con la cabeza,
donde se encuentra el cerebro que controla al cuerpo, tal como un rey controla
su reino, mientras que Tishré representa el corazón.
En la Torá, el mes de Nisán es
llamado "jódesh avív", el mes de la primavera, y aunque puede
resultar extraño para aquellos que viven allí donde el otoño despuntó en el
horizonte, en Israel y en el lenguaje de los sabios Nisán representa el
florecimiento de la primavera.
El texto bíblico se ocupa de
remarcar la relación de la salida de Egipto con la estación de la primavera. En
realidad, uno de los nombres de la festividad es "La fiesta de la
primavera".
¿A qué se debe este énfasis en un
hecho aparentemente casual?
Muy sencillo: en invierno la
naturaleza se recluye, se encierra, se oculta. La realidad parece vacía y
chata. Sin embargo el tiempo de primavera revela todo lo que el invierno
ocultó. Todo brota, todo florece, los colores pálidos se transforman en un
torrente de energía positiva.
Durante el invierno lo esencial se
marcha al exilio. La primavera genera y provoca el desexilio; tarea principal
del mes que estamos viviendo.
Una de las formas de captar la
energía del mes es a partir de los acontecimientos históricos. En el corazón de
este mes se encuentra Pésaj, la salida de Egipto (luna llena /15 de nisán), y
la Hagadá, el texto tradicional que relatamos durante el séder de Pésaj nos
enseña que " en cada generación, todo hombre debe considerarse a sí mismo
como si él mismo estuviera saliendo de Egipto".
El mensaje es simple y profundo: la
liberación de Egipto no se refiere a un hecho histórico y pasado sucedido a
gente que en mayor o menor medida tiene relación con nosotros. Muy por el
contrario, los vientos energéticos que soplan durante este mes-y en esta noche
en particular-posibilitan el desexilio espiritual individual del hombre
contemporáneo: la recuperación de la memoria del origen, la concentración y la
claridad en el objetivo y en la misión (personal) y el espacio y el tiempo
indispensable para ejercerlos.
El objetivo de esta noche no se
reduce a recordar el exilio. El precepto es experimentar la vivencia del
desexilio.
El exilio, la lejanía física, muchas
veces nos acerca de un modo esencial a la "tierra" abandonada. El
destierro incrementa nuestro apego al sitio esencial.
La dispersión de ideas nos confunde,
nos marea, y muchas veces nos asusta. Hay quienes prefieren no exponerse, no
arriesgar sus verdades por temor a una posible confusión.
Sin embargo sólo aquel que es capaz
de aceptar la confusión y el torbellino de ideas será capaz de desechar lo
casual y transitorio y detectar lo importante, lo fundamental y lo duradero. La
confusión provocada y consciente, calma y pacífica-sin culpas, ni exigencias de
resultados inmediatos, es la tierra fértil en la que crecen las ideas más
brillantes. Esta confusión nos clarifica.
El sometimiento nos asfixia, nos
debilita, nos afecta y nos deteriora. Las exigencias sociales nos esclavizan, y
el moderno faraón se ríe a carcajadas al quitarnos todo nuestro tiempo a cambio
de "un guiso de lentejas". Pero llega un día en que la copa se llena
y sin saber cómo y por qué experimentamos la nostalgia más feroz por recuperar
nuestro tiempo y nuestra libertad. El sometimiento nos libera.
Es interesante señalar tal como lo
hacen nuestros sabios, que este mes está relacionado con la corrección de la
palabra. El mismo nombre de la Festividad que ocupa el corazón del mes-Pésaj-está
relacionada con la palabra.
Pésaj se compone de dos partículas:
"pe"/boca y "saj"/habla. Es la fiesta del habla, o mejor
dicho del correcto hablar.
No sorprende entonces que la
actividad más importante de la noche del Séder de Pésaj sea narrar el relato de
la salida de Egipto.
Y en ese relato, el responsable
principal de los largos años de exilio fue el faraón/Paröh en el lenguaje de la
Torá. Si analizamos el nombre del faraón Paröh, descubriremos para nuestro
asombro que la esencia de este término vuelve a estar relacionado con la
palabra. Más en este caso con la palabra desviada, equivocada, corrupta.
Paröh: "pe"/boca,
"ra"/malvada.
Tal como lo expresa el Zóhar, el
libro principal de la Kabalá, el faraón había logrado someter y cautivar la
palabra esencial del Pueblo de Israel transformándola en mera expresión del
entendimiento más superficial de la realidad.
Los sabios místicos indican que la
fuente de energética de la noche de Pésaj, posibilita el correcto hablar, el
logro de la expresión esencial.
En este mes quien realmente lo
quiera puede generar el desexilio individual y salvarse de las garras del
maldito faraón.
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