jueves, 16 de marzo de 2017

EL PODER DE LA LIMITACIÓN - EL KLI Y LA KLIPÁ



EL PODER DE LA LIMITACIÓN  - EL KLI Y LA KLIPÁ

El poder de la limitación es lo que la Cabalá llama la sefirá guevurá. Por oposición a guevurá, tenemos jésed. La guevurá implica la limitación y el estrechamiento de la luz Divina, mientras que jésed denota la expansión infinita. Por lo tanto es con guevurá que puede hacerse un recipiente, ya que ése es el propósito de lo que en Cabalá se denomina un kli/recipiente: comprimir la luz para poder contenerla, y vincularse a la luz.

La función primordial del kli/recipiente es captar la energía luminosa Divina para transmitirla a su vez. El recipiente ha de formar parte de un partzuf para recibir luz, integrarla, y retransmitirla. Cuando el recipiente se vuelve afectado excesivamente, en el sentido de que absorbe demasiada “luz de guevurá”, entonces absorbe su contenido sólo para sí, sin transmitir ni tratar con otros fuera de sí. Entonces deja de ser un recipiente para su prójimo y se convierte en una entidad egoísta interesada solamente en sí misma. Esto es lo que se denomina klipá (corteza). La klipá está compuesta de la misma materia que el recipiente, pero como contiene una luz que no transmite, se ve ahora como una existencia independiente, y esto es lo que define el mal. Siempre que nos demos cuenta que, visto desde arriba, el mal es sólo el otro lado del bien y forma una entidad unificada con él, ya no hay mal. En cuanto sale a relucir la comprensión del yijud se alza el velo del mal, permitiéndonos ver que forma parte de un conjunto mayor, en que el mal carece de existencia.

Por lo tanto, es poder del yijud quien elimina el mal. El paulatino despertar de las ciencias es la fuerza fomentadora de la unificación, aunque sigue siendo bajo la forma de klipá, ya que la ciencia todavía se ve como una entidad independiente. No obstante, se acerca el tiempo en que la humanidad adquirirá la capacidad de ver la ciencia desde una dimensión más elevada, y comprenderá que el yijud abarca todo el saber y que es una expresión de Di-s. Entonces se podrá aceptar “el bien y el mal” como un conjunto unificado en el que nunca hubo mal.

Podemos ilustrar lo antedicho con la historia de dos santos hermanos, Rabí Pinjás y Rabí Shmuel Horowitz. Rabí Shmuel, conocido por el nombre de Reb Shmelka de Nickelsberg, y su hermano, quien escribió famosos comentarios del Talmud, eran discípulos del gran Maguid de Mezritch, Rabí Dov Baer. 

Preguntaron al Maguid: “¿Qué significa la declaración rabínica que hemos de agradecer y alabar a Di-s por el mal, del mismo modo en que lo hacemos por el bien? ¿Cómo es posible hacer esto con la misma alegría?” (Berajot 54a). El Maguid los envió a preguntárselo a Reb Zusha (el hermano de Reb Elimelej de Lizensk). Preguntaron a Reb Zusha: ¿Cómo puede alabarse a Di-s por el mal del mismo modo que por el bien? Aquel (pese a vivir casi en la indigencia) respondió con asombro: “Me sorprende que el Rebe os haya enviado a mí, ya que jamás he tenido un mal día. Para mí, todo es bueno. Entonces ¿cómo puedo explicaros lo que quisieron decir los rabinos?”

¡Afortunados los que ven la vida con este enfoque! En el futuro todos podremos alabar a Di-s por el bien así como por el mal, y diremos a Di-s como le dijo el profeta Yeshayáhu: “Yo te agradezco, Eterno, que Te enojaste conmigo, y ahora Tu ira se ha calmado y me consolaste”. (Yeshayáhu/Isaías 12:1)

El dolor y el sufrimiento se sienten cuando las entidades opuestas se ven como fuerzas que chocan entre sí. Sin embargo cuando dichas entidades opuestas son percibidas como dos partes que forman un conjunto unificado, entonces se verán la risa y las lágrimas como dos extremos que provienen del mismo lugar. Las lágrimas sólo expresan carencia y limitación, mientras que la risa integra todos los aspectos en una entidad unificada y por tanto, uno ríe. Cuando se alcanza este nivel, incluso el hambre y el dolor se ven bajo el mismo prisma que la alegría jubilosa, como expresiones del amor de Di-s. Como dice Rabí Eliáhu de Vidas en el Portal del amor:

"Di-s mío, Me has dejado hambriento y desnudo; me has puesto en la oscuridad de la noche, y me has mostrado Tu grandeza y Tu poder. Si me quemases con fuego, [se refiere a la llama de amor, Sh´lahuva Derajimu ]שלהובא דרחימו  Te querría todavía más y sentiría más exaltación y regocijo ante Tu proximidad".



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