martes, 7 de marzo de 2017

CONCEPTOS CABALISTICOS



LA SHEJINÁ: LAS ALMAS DE ISRAEL

El Arí explica que desde el comienzo de la Creación ya existían las almas de Israel, y estaban vinculadas al Fundamento de donde procede la energía Divina. Di-s tomó de Su luz simple y unificada para formar Su alma gemela: utilizando los aspectos más toscos de la luz para las partes corporales que habrían de ser los recipientes contenedores de Su luz en esta entidad colectiva, y reservó la esencia más pura de la luz para formar el alma de dicha entidad.

Esta entidad es la Shejiná, también llamada Knéset Israel/Comunidad de Israel. Explica el Arí que Di-s condensó la parte de Su luz cuyo objetivo era de llenar los recipientes de Su creación, tomando el excedente para añadirlo a Su propia luz celestial. Concluye el Arí que la razón por la cual la Comunidad de Israel ansía la unión con Su Amado es que, esencialmente, siente una carencia, un vacío interior: la añoranza de algo que fue inicialmente suyo pero que ahora está dentro de Él y, por lo tanto, sólo Él puede colmar. Instintivamente ansía vincularse apasionadamente a Él para que Él la ilumine con la parte de Ella que permaneció en Él.

Imagina que la totalidad del pueblo judío estuviese reunida en cierto espacio. Las partes de sus almas fuera de sus cuerpos tienen niveles que llegan a Di-s mismo. El centro de contacto donde se reúnen las almas judías no constituyen un punto sino una entidad completa que posee las características de una persona, salvo que esta “persona” no es física sino espiritual. Esta es la llamada Shejiná, o Maljút.

Como la Shejiná es la estructura colectiva de las almas judías, le afectan directamente las transgresiones humanas. A la inversa, cuando el individuo se supera en el cumplimiento de la Torá esforzándose en su servicio por amor a la Shejiná con la intención de aliviarla de Su aflicción, eleva la Shejiná al reino celestial y logra lo que se denomina un yijud (unificación).

La Cabalá distingue entre dos yijudim fundamentales: uno más bajo, de las Fuerzas Divinas Providenciales, y otro más excelso, de las Fuerzas Divinas Creativas. Ambas unificaciones causan que aumente el shéfa dirigido al mundo material. Algunos piadosos depuran las partes de su cuerpo a través de los diversos aspectos de su servicio, de tal modo que ellos mismos se vuelven una morada para la Shejiná, y pueden estar plenamente conscientes del espíritu Divino residente en su interior.

Tal es el propósito esencial de la Creación: el ser humano ha de alcanzar por su propio esfuerzo, el oneg (deleite) del apego a la Presencia Divina mientras viva en este mundo, para poder continuar desarrollándolo cuando esté en el otro mundo.

OLAMÓT - MUNDOS 

La serie de velos creados por Di-s a fin de ocultar Su Luz son los cuatro mundos espirituales: cada cual esconde al Én-Sof con una opacidad creciente, hasta volverlo casi imperceptible. El más elevado de estos mundos es ÄTZILUT (Cercanía); le siguen BRIÁ (Creación), YETZIRÁ (Formación) y ÄSIÁ (Acción). La relación entre Di-s, la Creación y el ser humano, se establece a través de los mundos celestiales. 

NESHAMÓT - ALMAS 

En hebreo el alma suele llamarse néfesh o neshamá, aunque éstos son términos que aluden a niveles de alma específicos. Las tres dimensiones principales del alma son la neshamá, el rúaj y el néfesh. El término rúaj lleva el artículo masculino porque suele aludir a la Fuerzas Masculinas de la Providencia, mientras que el néfesh se refiere a las Fuerzas Femeninas de la Providencia. La parte inferior de la neshamá habita en el cerebro (Moaj), y su parte superior trasciende el cuerpo. El rúaj mora en el corazón (Lev); el néfesh está unido al hígado (Kaved). El rúaj y el néfesh están directamente unidos al cuerpo, en contraste con la neshamá, cuya adhesión al cuerpo es sólo parcial.

Por encima de la neshamá están los niveles de jayá (esencia viva) y yejidá (esencia única). El cuerpo es incapaz de contener tan excelsas fuerzas. Por lo tanto, constituyen lo que la Cabalá llama “luz circundante”, mientras que néfesh, rúaj y neshamá, son llamados “luz interna”.

La fuente Divina del ser humano se denomina “la raíz” de su alma. Explicó rabí Jaim Vital en su libro Shaäre Kedushá que la raíz del alma humana se encuentra muy elevada en el mundo de Ätzilut. El canal del alma se extiende desde su raíz, atravesando todos los mundos hasta alcanzar el cuerpo humano. El alma posee una raíz especial en cada uno de los niveles constituidos por los mundos celestiales. A través de sus actos el alma va ascendiendo de nivel en nivel, adquiriendo en cada cual un grado superior de conciencia Divina. 

PARTZUFIM Y SEFIROT 

Los partzufim son entidades unificadas y colectivas que tienen la capacidad de interactuar. No puede existir nada que no sea un partzuf. De hecho, la realidad es una interconexión infinita e interminable de partzufim. El equivalente más próximo a la palabra partzuf es el concepto alemán de Gestalt, que se define como: una estructura de elementos espirituales integrados de tal manera como para constituir una entidad íntegra y coherente cuyas propiedades no se derivan de la suma de sus partes. 

Los partzufim interactúan entre sí. Así como cada componente de una entidad constituye otra entidad por sí misma con sus propias partes, un partzuf es una entidad íntegra y esencial de una realidad holográfica (que forma parte de otra entidad íntegra superior) y esencialmente es una entidad dentro de otra y así sucesivamente ad infinitum.

Sin embargo, al analizar la naturaleza de esta entidad íntegra o partzuf, se ve que está compuesta de diez partes interconectadas, sin las cuales la entidad íntegra no existiría. Por supuesto, si cada una de estas partes se aislase de las otras, sería por sí misma una entidad íntegra compuesta de la interconexión de diez partes. Estas partes interconectadas de la entidad íntegra se llaman sefirot. 

Al hablar de sefirot nos referimos siempre a la parte específica de la entidad en cuestión. “Existen diez sefirot, y no nueve ni once,” como declara el Sefer Yetzirá, porque cada partzuf ha de tener su parte superior, su parte media y su parte inferior, así como también su derecha, izquierda y centro. La parte superior derecha es jojmá (sabiduría); la parte superior izquierda es biná (entendimiento), y la parte superior central es daät (conocimiento). La mitad derecha es jésed (bondad); la mitad izquierda es guevurá (fortaleza); y la central es tiféret (belleza). La parte inferior derecha es nétzaj (gloria); la inferior izquierda es hod (majestad), y la inferior central es yesod (fundamento).

La décima sefirá que enlaza a las nueve sefirot puede ser una de las dos posibilidades siguientes: ya sea kéter (corona) cuando el partzuf o entidad íntegra está conectado a otro partzuf por encima de éste, o maljút (reino) cuando está conectado a otra entidad íntegra bajo la primera. El equivalente físico al concepto de partzuf es el ser humano: aunque el cuerpo humano consta de diferentes partes, es una entidad íntegra coherente y no sólo la suma de sus partes.

Si analizáramos al ser humano en tanto partzuf, diríamos que su cabeza corresponde a jojmá, biná, y daät; su brazo derecho es jésed, su brazo izquierdo guevurá, su tórax o corazón es tiféret, su pierna derecha es nétzaj, su pierna izquierda es hod, y su órgano reproductor es yesod. Como está conectado a su Creador por encima de él, es kéter en su cabeza quien le confiere realidad.

Asimismo, el concepto del Zohar de “misterio” se refiere a la interpretación mística de un versículo que revelará el partzuf completo de dicho versículo, esto es, la integración de todos los niveles de entendimiento comprendidos en el mismo. Un partzuf alcanza la realización cuando adquiere la capacidad de recibir la energía Divina que viene de arriba, canalizándola a su vez hacia abajo.

La idea de que las sefirot son fuerzas independientes de cualquier entidad íntegra o partzuf, es una noción errónea. Rabí Aryeh Kaplan (z”l) comentó al respecto:
Aunque Di-s ha creado ciertas sefirot a través de las cuales se relaciona con nosotros, éstas son similares a los cables de un teléfono. Al llamar a un presidente, no presentamos nuestros respetos a los cables telefónicos, pese a que son instrumentos necesarios para la recepción del mensaje.

En la etapa inicial de la Creación, las sefirot eran entidades fragmentadas que se centraban en partes específicas de una entidad íntegra. En la segunda etapa de la Creación, las sefirot individuales se unieron para formar cinco entidades íntegras, o partzufim.

Kéter se convierte en un partzuf que simboliza la merced Divina sin mitigación (Partzuf Arij Anpin). Kéter es la interfaz entre Én-Sof, el Creador y la Creación.

Jojmá se convierte en un partzuf que simboliza las Fuerzas Masculinas de la Creación (Partzuf Aba). La Creación comienza al nivel de jojmá.

El término “masculino” en Cabalá expresa la acción de dar, mientras que el “femenino” indica la capacidad de recibir.

Biná se vuelve un partzuf que representa las Fuerzas Femeninas de la Creación (Partzuf Ima).

Kéter representa la voluntad de Di-s y constituye el propósito Divino de la Creación de beneficiar al ser humano con el bien fundamental, apegándose a Di-s mismo por sus propios esfuerzos. Nos es imposible profundizar en el propósito Divino de la Creación, porque así como Di-s es infinito también Su voluntad lo es, y sobrepasa nuestro entendimiento.

La voluntad Divina representada por kéter funciona de dos maneras. La primera trasciende las leyes lógicas de la Creación pudiendo actuar sin ellas. En el segundo aspecto de kéter, la voluntad de Di-s se manifiesta a través de las leyes lógicas de Su Creación.

Jojmá representa los componentes originales de la Creación, mientras que biná abarca los diversos detalles pertinentes a la Creación, incluyendo las leyes lógicas bajo las que se correlacionan los elementos integrados en los componentes originales.

A nivel de jojmá, la cualidad de rajamim (misericordia) proveniente de kéter es incondicional. Si penetrase íntegra hasta los mundos inferiores, el ser humano ya no podría lograr el bien fundamental. Por lo tanto, las siete sefirot inferiores introducen un sistema de juicio mediante el cual el ser humano recibe tanto la recompensa como el castigo merecidos, a fin de permitirle superarse hasta alcanzar el bien fundamental.

Las seis sefirot (jésed, guevurá, tiféret, nétzaj, hod y yesod) constituyen un partzuf que representa las Fuerzas Masculinas de la Providencia Divina (Partzuf Zeir Anpin-ZA). La sefirá jésed significa “bondad”. Los conceptos de ahavá (amor) y de jésed tienen su origen en la misma raíz espiritual. En este mundo, la sefirá de jésed se manifiesta como amor.

Maljút es una sefirá femenina en el sentido de que la iluminación se procesa dentro de ella de un modo similar al proceso de gestación en una madre. Ninguna sefirá puede tener efecto en los mundos inferiores al de Ätzilut, hasta que no se combine e integre con las demás en la proporción exacta requerida por los mundos inferiores.

Maljút no tiene luz propia, sino que es un recipiente perfecto que recibe la iluminación de las sefirot que se encuentran por encima de ella. Cada una de las sefirot la infunde con su luz característica, y todas están incluidas en ella. Sin maljút, las Fuerzas Masculinas de la Providencia se esparcirían cada cual en su dirección, incapaces de ayudarse entre sí. A medida que maljút las recibe, las integra en una entidad unificada. Maljút simboliza las Fuerzas Femeninas de la Providencia que permiten al ser humano recibir la energía luminosa procedente de las Fuerzas Masculinas de la Providencia. 

EL ZOHAR Y LA DECENA ESPIRITUAL

El Zohar alude a los “santos compañeros”. La Idrá Rabá menciona que Rabí Shimón bar Yojai y nueve de sus discípulos vivieron dentro de una cueva estudiando las enseñanzas místicas de la Torá. Rashbí conocía la raíz espiritual de sus discípulos según el orden de las sefirot. Juntos constituían un partzuf perfecto. Los diez compañeros aparecen frecuentemente en las citas del Zohar, sirviendo de ayuda para conocer sus nombres y saber cómo se relacionan con las sefirot.

COMPAÑEROS DEL ALMA

No cabe duda que el “alma gemela” que Di-s tiene reservada al hombre puede asistirlo en su tarea de tikún. Sin embargo, no se trata solamente de ayuda. Un hombre soltero no puede completar la rectificación que debe hacer en este mundo. La raíz espiritual del alma se compone de una mitad masculina y otra femenina, que descienden a este mundo como hombre y mujer. La encarnación de ambos no necesariamente sucede simultáneamente, y sólo cuando el hombre es recto alcanza el privilegio de hallar y desposar a su auténtica compañera. Sin embargo, hasta el matrimonio el hombre sigue siendo medio alma. 

Mediante las tres etapas de la ceremonia nupcial, los tres niveles principales del alma del esposo (néfesh, rúaj y neshamá) se unen a los de su esposa, y los recién casados se vuelven un solo ser, con una única estructura espiritual en común. En consecuencia, cada uno de los cónyuges sólo puede alcanzar la plenitud espiritual y la perfección mediante su unión matrimonial, cuando conducen sus vidas con pureza.

Incluso si los cónyuges no son auténticas almas gemelas (lo que actualmente sucede con frecuencia) tienen que llevar a cabo juntos cierta misión que les fue asignada en el Cielo. A veces, por decreto Divino una persona no logra encontrar su pareja ideal. No obstante, tanto el hombre como la mujer solteros tienen la obligación de continuar buscando una pareja compatible, ya que el individuo sólo puede alcanzar su potencial espiritual a través del matrimonio, y un decreto puede cambiar en cuanto cumpla cualquier rectificación que requiera personalmente. 

Si un hombre llega a este mundo sin una deuda abrumadora que rectificar, puede encontrar a su alma gemela y desposarla sin dificultad. El Arí cita en su Sháär HaGilgulim, hakdamá 20, el caso de un hombre que pecó y debía reencarnar, mientras que su alma gemela ya había completado su tarea en este mundo y no necesitaba de más reencarnaciones. En casos especiales, permiten a su compañera reencarnar con él, y entonces ella regresaría a este mundo para ayudarle.

Cuando ese hombre llegue a la edad del matrimonio, no la encontrará sin esfuerzo como en el primer caso, sino después de una intensa y dificultosa búsqueda. Esto se debe a que, como reencarnó debido a algún pecado cometido en su vida anterior, los Acusadores celestiales hablarán en su contra buscando impedir que la encuentre, alegando que él no la merece. Por lo tanto fomentan hostilidad entre la pareja, y estos riñen. Está escrito que componer parejas es tan difícil como partir el Mar Rojo.

Enseña el Arí en su Introducción al Sháär HaMitzvót que tras su muerte, el individuo se reúne con la que era su verdadera alma gemela, en el Edén después de la medianoche. En contraste, cuando una persona comete una trasgresión cuya pena es lo que en hebreo se denomina caret (literalmente, “corte” o “escisión”), la consecuencia es el corte o separación definitivo entre las dos medias almas.  


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