EL PAN Y LA SAL
¿Cuál es la razón que sumergimos la
Jalá de Shabbát en sal antes de comerla?
Respuesta:
No solamente la jalá en Shabbát,
sino cada vez que comemos pan, sumergimos la primera tajada 3 veces en la sal.
Hay varias razones y motivos para esta costumbre. Aquí van algunos de ellos.
Dicen nuestros sabios que nuestra
mesa es comparada al Altar del Templo Sagrado de Jerusalén (Bét Hamikdásh). De
la misma forma que todas las ofrendas que subían al altar debían ser sumergidas
primero en sal, así también le ponemos un poco de sal al pan (que es nuestro
principal alimento) antes de comer.
La razón por la cual era usada sal
en todos los sacrificios es la siguiente: ya que el segundo día de la creación
Di-s dividió las aguas que estaban aquí abajo, llevando la mitad para los
cielos, estas aguas que quedaron en la tierra reclamaron que también ellas
quieren estar en el cielo. Di-s entonces prometió (hizo un pacto) que estas
aguas tendrían su elevación en el Templo Sagrado, cuando sería usada la sal (que
se extrae del agua) en el Altar y también a través de la propia agua que era
vertida en el Altar en la fiesta de Sukkót.
También encontramos en la Torá que
Di-s realizó un pacto con la sal haciendo con que tuviera una característica
especial: la sal nunca se estropea. El pacto que Di-s hizo con la sal es
comparado con el pacto que Él hizo con el pueblo judío - que nunca los
abandonará, el pacto que Él hizo con los Kohaním (Sacerdotes de la Tribu de
Leví) - que siempre harán el servicio en el Templo Sagrado, y el pacto que Él
hizo con el rey David - que el reino será siempre de sus descendientes.
El Midrásh relata, que después que
lavamos las manos para comer el pan, y mientras estamos esperando a los demás
comensales en la mesa para recitar la bendición de hamotzí (la bendición del
pan), en estos momentos de silencio, donde no estamos cumpliendo ningún
precepto, el Satán (acusador del pueblo de Israel) aprovecha para acusar en
nuestra contra. Al sumergir el pan en la sal, le recordamos a Di-s el pacto que
hizo con el pueblo judío: a pesar de nuestros fallos, nunca seremos
abandonados.
La costumbre es sumergir el pan tres
veces ya que el valor numérico del nombre Divino es 26, y 26 veces por tres da
78, que es el valor numérico de la palabra
מֶלַח Mélaj (sal).
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