miércoles, 11 de julio de 2018

LA ENERGÍA DEL MES DE AV


LA ENERGÍA DEL MES DE ÁV

El mes de Áv se corresponde con el signo de Leo.

Una de las formas de conocer la energía particular de cada mes es a través de los sucesos que acontecieron al Pueblo de Israel, durante ese mes en particular, según lo señala la Torá.

En el cielo del mes de Áv, un grupo de estrellas forma la imagen de un león. El león ha surgido, y con él su poder.

El poder del león es citado en palabras de nuestros sabios (Avót 4:1): “Se fuerte como un león en el cumplimiento de la Voluntad de tu Padre en el Cielo”. Esto hace referencia a la conquista interior de nuestros diferentes deseos los que se manifiestan en reacciones descontroladas e impulsivas.

Es conocida la descripción astrológica del signo de Leo como una constelación masculina (león), que está regido por el sol, y su elemento primario es el fuego. Aquellas personas nacidas durante este mes tienen tendencia a ser dominantes sobre otros, abrumadores, fácilmente irritables, apasionados, efusivos y sinceros, y adeptos a fastuosas vestimentas.

Ahora bien, esta es la conclusión de la astrología que usualmente no toma en cuenta la vida más allá de la influencia de las estrellas. Sin embargo, la historia judía se sustenta fuera de estas tendencias en dos sentidos opuestos. Tishá Be´Áv (9 de Áv) fue el día en que los dos Templos fueron destruidos y es un día de ayuno. En contraste, Tu Be´Áv (el 15 de Áv) fue un día de alegría y regocijo.

El mes de Áv Se trata de un mes durante el cual numerosas calamidades azotaron al pueblo de Israel. El Talmúd enumera en Taänít 26b cinco eventos que ocurrieron en Tishá Be´Av (9 de Áv):

- El pecado de los espías (Bemidbár/Números 13-14).

- La destrucción del Primer Templo

- La destrucción del Segundo Templo

- El Monte del Templo es arado por Turnus Rufus.

- Cae la ciudad de Beitar (por la rebelión de Bar Kojvá).

De todas estas desgracias sobresale la destrucción de ambos Templos, donde cada destrucción fue seguida por el exilio - el primero de Babilonia y el segundo de Roma, esta última representada por Edóm y es el exilio que aún continua hasta nuestros días.

La forma del exilio presenta también una fuerza que es compensatoria. Cuando fue destruido el Segundo Templo, las personas, cuyos pecados en última instancia fueron la causa de la destrucción, permanecieron habitando la tierra; a pesar de la desgracia resulta claro que un remanente de nuestro Pueblo no sería destruido. La ira Divina fue dirigida hacia piedras y madera, pero no sobre las personas que habían transgredido. El león nos había vencido con su fortaleza -por cuanto, hubo destrucción- pero el poder de la supervivencia también fue revelado.

El poder del león es citado en palabras de nuestros sabios (Avót 4:1): “Se fuerte como un león en el cumplimiento de la Voluntad de tu Padre en el Cielo”. Esto hace referencia a la conquista interior de nuestros diferentes deseos los que se manifiestan en reacciones descontroladas e impulsivas. Se espera que un individuo maduro no reaccione apresuradamente y con urgencia, sino que tenga la paciencia de analizar las situaciones en términos de su contexto más amplio.

Esto es lo opuesto a lo que usualmente es visto como la fuerza del león.

La ausencia de castigo inmediato después de una transgresión también demuestra paciencia frente a la reacción impulsiva. Desde el cielo se nos da la posibilidad de cambiar nuestro rumbo, ya que el Todopoderoso no juzga las transgresiones instantáneamente con enojo.


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