lunes, 4 de diciembre de 2017

JANUKKA - GRECIA VS ISRAEL



JANUKKÁ - GRECIA VS ISRAEL 

“Los griegos estaban inmensamente comprometidos en la investigación intelectual y en el esfuerzo por entender el mundo natural. Sin embargo, la filosofía y el pensamiento griego estaba dominado por una obsesión con la naturaleza, donde la libre elección del ser humano no juega ningún papel. Esta fijación intelectual hacía que para los griegos fuera imposible comprender o valorar la Torá de los judíos, la cual está totalmente enraizada en el mundo espiritual creado por Di-s y que se mantiene a través del libre albedrío humano. Si bien tanto Israel como los griegos eran altamente intelectuales, los griegos veían la realidad a través de las lentes del mundo físico en el cual las reglas son obligatorias” (Rab Pinjas Stolper sobre Pájad Itzják).

A través de sus estudios sobre la naturaleza y las constelaciones, los griegos consideraban al mundo como mecánico y automático. En consecuencia, ellos extendían las reglas de la naturaleza hacia todos los aspectos de la sabiduría griega, y el intelecto inexorablemente llevó al desarrollo de una filosofía que provocó que los griegos no entendieran y se opusieran al intelectualismo judío.

El judaísmo valora la sabiduría, pero al mismo tiempo reconoce que la Torá proviene de una fuente mucho más elevada. Esta actitud halla su expresión en las siguientes leyes relativas a las bendiciones:

Quien ve a un sabio de Israel dice: “Bendito eres Tú, Di-s del Universo, Quien separa Su sabiduría para aquellos que Le temen”.

Quien ve a un sabio de los pueblos del mundo dice: “Bendito eres Tú, Di-s del Universo, Quien dio Su sabiduría al hombre”.

(Talmúd Bavli, Berajót 58a)

La razón por la cual al ver un destacado jajám (sabio) de Torá (recitamos “Quien separa Su sabiduría para aquellos que Le temen”) es porque su sabiduría no puede alcanzar las mayores profundidades de la Torá, porque ésta es infinita. Por eso la bendición  dice jalák (separa), lo que significa que era parte de una entidad mayor. En contraste, la sabiduría de las naciones puede llegar a entenderse completamente; y por ello es apropiado usar la palabra mataná (un regalo), porque toda la sabiduría se les entregó para ser plenamente comprendida.

La diferencia entre la Torá y la sabiduría no es solamente la fuente de la información, sino también su propósito. El objetivo de la sabiduría es controlar la naturaleza mientras que el objetivo de la Torá es llegar a controlarse a uno mismo.




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