JANUKKÁ - GRECIA VS ISRAEL
“Los griegos estaban inmensamente
comprometidos en la investigación intelectual y en el esfuerzo por entender el
mundo natural. Sin embargo, la filosofía y el pensamiento griego estaba
dominado por una obsesión con la naturaleza, donde la libre elección del ser
humano no juega ningún papel. Esta fijación intelectual hacía que para los
griegos fuera imposible comprender o valorar la Torá de los judíos, la cual
está totalmente enraizada en el mundo espiritual creado por Di-s y que se
mantiene a través del libre albedrío humano. Si bien tanto Israel como los
griegos eran altamente intelectuales, los griegos veían la realidad a través de
las lentes del mundo físico en el cual las reglas son obligatorias” (Rab Pinjas
Stolper sobre Pájad Itzják).
A través de sus estudios sobre la
naturaleza y las constelaciones, los griegos consideraban al mundo como
mecánico y automático. En consecuencia, ellos extendían las reglas de la
naturaleza hacia todos los aspectos de la sabiduría griega, y el intelecto
inexorablemente llevó al desarrollo de una filosofía que provocó que los
griegos no entendieran y se opusieran al intelectualismo judío.
El judaísmo valora la sabiduría,
pero al mismo tiempo reconoce que la Torá proviene de una fuente mucho más
elevada. Esta actitud halla su expresión en las siguientes leyes relativas a
las bendiciones:
Quien ve a un sabio de Israel dice: “Bendito
eres Tú, Di-s del Universo, Quien separa Su sabiduría para aquellos que Le temen”.
Quien ve a un sabio de los pueblos
del mundo dice: “Bendito eres Tú, Di-s del Universo, Quien dio Su sabiduría al
hombre”.
(Talmúd Bavli, Berajót 58a)
La razón por la cual al ver un
destacado jajám (sabio) de Torá (recitamos “Quien separa Su sabiduría para
aquellos que Le temen”) es porque su sabiduría no puede alcanzar las mayores
profundidades de la Torá, porque ésta es infinita. Por eso la bendición dice jalák (separa), lo que significa que era parte de una entidad mayor. En
contraste, la sabiduría de las naciones puede llegar a entenderse
completamente; y por ello es apropiado usar la palabra mataná (un regalo),
porque toda la sabiduría se les entregó para ser plenamente comprendida.
La diferencia entre la Torá y la
sabiduría no es solamente la fuente de la información, sino también su
propósito. El objetivo de la sabiduría es controlar la naturaleza mientras que
el objetivo de la Torá es llegar a controlarse a uno mismo.
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