LA LETRA ח JET

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LA LETRA ח JET   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra ח ‘Jet’ es la letra de חיים ‘Jaiim’ (“vida”), de la raíz ‘Jaiiá’, cuya letra más importante es ח ‘Jet’. En Jasidut hay 2 niveles de vida: “vida esencial” y “vida que vitaliza”. HaShem en sí mismo, como si fuera, está en el estado de “Vida Esencial”. Su poder creativo, que permea continuamente toda la realidad es “vida que vitaliza”. También en el alma del ‘Ben Israel’ (Hijo de Israel): la esencia de su raíz, por ser una con HaShem, posee el estado de “vida esencial”. Por el otro lado, el reflejo de la luz del alma que brilla abajo para dar vida al cuerpo, se experimenta físicamente a nivel de “vida que vitaliza”. Este segundo nivel, que es la vida como la conocemos en general, se manifiesta como una pulsación, el secreto de ‘Ratz vaShuv’ (“correr y retornar”).   De acuerdo con el Arí (Rabbí Itzjak Luria), la letra ח ‘Jet’ está construida combinando las 2 letras previas, ו ‘Vav’ y ז ‘Záin’, con una fina lín

EL ARÍ: FUENTES - Parte 2


EL ARÍ: FUENTES - Parte 2  

El padre del Arí, Shelomó Ashkenazí, murió cuando éste era un niño. Debido a la pobreza, el Arí se fue a Egipto con su madre, donde vivió con su tío rico, Mordejái Francés. Su brillantez continuó deslumbrando en dialéctica (pilpúl) y lógica.

Cuando tenía quince años, su experiencia en el Talmúd había abrumado a todos los sabios de Egipto. En este momento se casó con la hija de su tío.

Después de casarse, pasó siete años meditando (hitboded) con su maestro, el Rabbí Betzalél Ashkenazí. Luego meditó en solitario durante seis años.

Luego agregó a esto, meditando y alcanzando niveles más altos de santidad. Esto lo hizo durante dos años seguidos, en una casa cerca del Nilo. Allí se quedaría solo, completamente aislado, sin hablar con ningún ser humano.

El único momento en que volvería a casa era en la víspera del Shabbát, justo antes de que oscureciese. Pero incluso en casa, no le hablaba a nadie, ni siquiera a su esposa. Cuando era absolutamente necesario que dijera algo, lo decía con el menor número posible de palabras, y luego, solo hablaba en la lengua sagrada (en hebreo).

Él progresó de esta manera y fue digno del Rúaj HaKódesh (Espíritu Santo). A veces se le aparecía Eliáhu Hanaví/Elías el profeta y le enseñaba los misterios de la Torá.

También fue digno de que su alma ascendiera cada noche, y miríada de ángeles le saludaban para salvaguardar su camino, llevándolo a las ieshivót (academias) celestiales. Estos malajím (ángeles) le preguntaban qué ieshivá quería visitar. Algunas veces era la de Rabbí Shimön bar Iojái, y otras veces visitaba las academias del rabino Äkivá o el rabino Eliezér el grande. En ocasiones también visitaba las academias de los antiguos Neviím/Profetas.

Cuando Rabbí Jaím Vital comenzó a aprender con el Arí, no podía comprender ninguna de sus enseñanzas, y olvidaba todo lo que aprendía. Entonces, un día, los dos tomaron un bote pequeño para ir a Tiberíades. Cuando pasaron los pilares de una antigua sinagoga, el Arí tomó una taza de agua del mar y se la dio a Rabbí Jaím para que bebiera. Él dijo: “Ahora que has bebido esta agua, comprenderás esta sabiduría, ya que el agua es del pozo de Miriám”. A partir de entonces, Rabbí Jaím Vital pudo comprender las enseñanzas del Arí.

En cada generación, ha habidos individuos excepcionales dignos del Ruáj HaKódesh. Eliáhu se reveló a estos individuos y les enseñó los misterios de esta Sabiduría (Kabbaláh). Esto se encuentra en muchos lugares en los libros de los cabalistas.

En su discusión del Birkát Kohaním/Bendición Sacerdotal, [Rabbí Menajém] Recanti (1228-1290 E.C) escribe: “Eliáhu se había revelado a sí mismo al Rabbí [David], jefe de la Corte Rabínica, y le había enseñado la sabiduría de la Cábala. Le enseñó esto a su hijo, el Raavád (Rabbí Avrahám ben David de Posquiéres: 1120-1198 E.C), que también experimentó una revelación de Eliáhu. La tradición pasó a su hijo, Rabbí Isaac el Ciego, que estaba ciego de nacimiento, y a él, Elías también se reveló a sí mismo. Dio la tradición a sus dos discípulos, el primero fue el rabino Ëzrá, que escribió un comentario sobre el Shír HaShirím/Cantar de los Cantares, y el segundo fue el rabino Äzriel. Ellos se la entregaron al Rambán (Rabbí Moshé ben Najmán - Najmánides de Gerona (España)”.

En su comentario sobre el Código de Maimónides, el propio Raavád escribe: “El Rúaj HaKódesh ha sido revelado en nuestra Academia por muchos años…” En otra parte él también escribe: “Esto me fue revelado, como un misterio de Di-s para los que le temen”.

Pero también debo cantar la alabanza, porque en cada generación el amor de Di-s está con nosotros... En esta generación también, Di-s del primero y el último no retuvo a tal líder… Él nos envió un ángel… el gran rabino y piadoso, mi profesor y maestro, nuestro mentor, el rabino Isaac Luria Ashkenazí, de bendita memoria.

El Arí estaba lleno de Torá. Era completamente experto en el Tanáj, la Mishná, el Talmúd, Pilpúl, Midrásh, Agadáh, Maäséh Bereshít y Maäséh Merkavá (En la Obra de la Creación y de la Carroza). Era experto en la conversación de los árboles y de los pájaros y en la lengua de los ángeles.

Podía leer los rostros de la manera señalada en el Zóhar. Podía discernir todo lo que cualquier individuo había hecho y podía ver lo que harían en el futuro. Podía leer los pensamientos de las personas, a menudo incluso antes de que el pensamiento entrara en la mente del individuo. Conocía los eventos futuros y estaba al tanto de todo lo que sucedía aquí en la tierra y de lo que se decretaba en el cielo.

Él conocía los misterios de la reencarnación, quién había nacido ya alguna vez, y quién estaba aquí por primera vez. Podía mirar a una persona y decirle cómo estaba conectado con el Adám Kadmón (Hombre Supremo), y cómo estaba relacionado con el Adán HaRishón (Primer Hombre). Podía leer cosas maravillosas a la luz de una vela o en la llama de un fuego.

Con sus ojos miraba y podía ver las almas de los justos, ya fueran aquellos que habían muerto recientemente, o aquellos que habían vivido en la antigüedad. Con ellos estudiaba los verdaderos misterios.

Por el olor de una persona, él era capaz de saber todo lo que había hecho, una habilidad que el Zóhar le atribuye al Niño Santo (Metatrón).

Era como si todos estos misterios estuvieran en su regazo, dispuestos para ser usados ​​cuando lo deseara. Él no tenía que meditar (hitbodet) para acceder a ellos.

Todo esto lo vimos con nuestros propios ojos. Estas no son cosas que hemos escuchado de otros. Eran cosas maravillosas, que no se habían visto en la tierra desde los tiempos de Rabbí Shimön bar Iojái.


Todo le vino automáticamente como resultado de su piedad y ascetismo, después de muchos años de estudio tanto de los textos cabalísticos antiguos como de los más nuevos. Entonces todavía incrementó su piedad, ascetismo, pureza y santidad hasta que alcanzó un nivel en el que Eliáhu constantemente se le revelaba, hablándole “boca a boca” y enseñándole todos estos misterios.

Esto es lo mismo que le ocurrió al Raavád, como dice Recanti. Aunque la verdadera profecía ya no existe, el Rúaj HaKódesh todavía está aquí, manifestado a través de Eliáhu. Es como el profeta Elías enseñó a sus discípulos, comentando el versículo: “Devorah fue una profetisa” (Shofetím/Jueces 4:4): “Pongo al cielo y a la tierra por testigo que cualquier individuo, hombre o mujer, judío o gentil, libre o esclavo, le puede ser conferido el Rúaj HaKódesh. Todo depende de sus actos”. (Rabbí Jaím Vital)

No ha había nadie como el Arí desde los días de Rabbí Shimön bar Iojái. Además, él nos reveló que era una reencarnación de Rabbí Shimon bar Iojái, y que sus discípulos fueron reencarnaciones de los de Rabbí Shimön.

Es por esta razón que cuando iba a Pekiïn[la cueva de Rabbí Shimön en] Merón, los ubicaba en su orden correspondiente. Él mismo se sentaba en el lugar de Rabbí Shimön, Rabbí Jaím Vital se ubicaba en el lugar de Rabbí Eläzár, el hijo de Rabbí Shimön, y Rabbí Biniamín Kohén, en el lugar de Rabbí Abbá. Los otros siete discípulos eran situados en los lugares de los “siete ojos de Di-s”, cada uno en su lugar correspondiente según su encarnación.

Él nos reveló más que cualquier profeta o vidente. Incluso Iezejkél/Ezequiel solo reveló el misterio de la Merkavá en el Universo de Beriá. Pero el Arí reveló los misterios de Atzilút, llegando incluso a los Universos del Infinito, que son “lazos, puntos y rayas. “Cuán grande es el bien que has ocultado a los que te temen” (Tehilím/Salmos 31:20).

Su nivel era superior a cualquier ángel o Maggid. Sabía todo lo que estaba arriba y abajo, así como lo que se decretaba en el Tribunal Supremo, y podía anular estos decretos.

Era capaz en muchos casos de indicar en dónde se habían confundido los cabalistas anteriores. Un ejemplo de esto es con respecto a los Siete Años Sabáticos.

Incluso el Magguíd que se revelaba a Rabbí Ioséf Karo no conocía el significado interno del Zóhar, y ocasionalmente se equivocaba. Esto se debe a que un ángel o Maggíd pertenecen solo al Universo de Ietzirá, mientras que la Neshamá (Alma) es del Universo de Beriá… Sin embargo, el poder de un Tzaddík (justo) puede también ser del Universo de Atzilút.

El alma de nuestro Maestro el Arí era de un nivel del Partzúf de Aríj Anpín [que es el nivel de Kéter-Corona, el más alto de Atzilút] (Rabbí Moshé de Praga (1630-1705 E.C).




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