LA LETRA כ KAF

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LA LETRA כ KAF     Por Kabbalah y Torah en Expansión   Las 2 letras de la escritura completa de la palabra כ ‘Kaf’, כף son las iniciales de 2 palabras hebreas: ‘Kóaj’ (“potencial”) y ‘Poël’ (“real”). Así la כ ‘Kaf’ alude al poder latente dentro del reino espiritual, el potencial de manifestarse completamente en la esfera física de lo real. HaShem debe crear el Mundo continuamente; de lo contrario, la Creación dejaría de existir instantáneamente. Su potencial, es entonces actualizado a cada momento. Este concepto se conoce como “el poder de revelar el eterno potencial dentro de la realidad”. En la Jasidut se nos enseña que esta debe ser la primera percepción al despertar. De momento que el significado literal de la letra כף ‘Kaf’ es “palma” - el lugar del cuerpo donde se lleva a la práctica el potencial - esta percepción es reflejada en la costumbre de poner una palma sobre la otra al despertar, al recitar la plegaria ‘Modé Aní’:   MODÉ (MODÁ)   ANÍ   LEFANEJA   MÉLEJ  

MAGIA KABBALISTICA

MAGIA KABBALÍSTICA

Por Kabbalah y Torah

En la Torá encontramos varios pasajes que parecen prohibir cualquier tipo de magia, entonces, ¿cómo es posible que una tradición espiritual basada en la Torá incluya magia?

La Torá menciona que ciertos actos de magia están prohibidos, y aquellos que los practican están sujetos a la pena de muerte:

מְכַשֵּׁפָה לֹא תְחַיֶּה

MEJASHSHEFÁ  LO  TEJAIÉ

“A la hechicera no darás la vida”. (Shemót/Éxodo 22:17)

Como es bien sabido, la brujería (o magia negra) manipula las Leyes del Universo por razones egoístas y altera el flujo de energía del sistema espiritual. Esto crea una mutación que activa una fuerza de destrucción y devastación. Los 72 NOMBRES DE DI-S y otras herramientas kabbalísticas como el ANNÁ BEJÓAJ son parte de las Leyes del Universo y sólo son efectivas si son utilizadas con el propósito de compartir y anular el ego; así pues, están permitidas.

Los hechiceros o magos negros son llamados ‘kashafím’ o ‘mejashefím’. ‘Mejashefá’ es la forma singular femenina. (La forma femenina se usa porque las hechiceras se consideraban más comunes que los hechiceros. Incluso hoy, más mujeres que hombres se dedican a lo oculto.)

Las palabras ‘kashafím’ como ‘mejashefím’ provienen del verbo ‘kashaf’, que significa “encantar o hechizar”, y describe así a una persona que realiza actos de maldad o magia oscura, porque encantar o hechizar a alguien significa manipular a alguien contra su libre albedrío o causarle daño a alguien. Estos actos de magia están claramente prohibidos en la Torá, y quienes los realizan deben ser castigados.

En el Talmud encontramos una aclaración más filosófica de lo que hace malvados a los brujos: “Rabbí Iojanán dijo: ¿Por qué se les llama brujos (kashafím / mejashefím)? Porque se oponen a las agencias celestiales” (Talmud de Babilonia, Sanhedrín 67b).

Un hechicero es alguien que actúa contra los Poderes del Cielo, y por lo tanto en conflicto directo con el Plan Divino y la Voluntad de Di-s. Es lógico condenar cada acto, mágico o no, que se dirige contra la Voluntad de Di-s. En todo esto, sin embargo, no encontramos prohibidos todos los actos de magia. ¿No tenían los neviím (profetas) y kohaním (sacerdotes) poderes mágicos? ¿No hicieron Moisés y Aarón los mismos actos que los magos de Egipto?

Los “Poderes Mágicos” generalmente se han visto como un signo de comprensión y logro espiritual, como en el caso de Moshé/Moisés, a quien se le asignó el poder de realizar milagros a través del conocimiento de los 72 NOMBRES DE DI-S como un signo externo de su autoridad espiritual interna (Shemót/Éxodo 4:1-9), o en el caso de Rabbí Janiná y Rabbí Oshaäiá, cuyo conocimiento y comprensión del Séfer Ietzirá (que es uno de los fundamentos de la Kabbaláh teórica) les permitió realizar ‘Magia Práctica’. Sin embargo, el término “magia” no se usó para evitar la confusión con la brujería, que no es un signo de espiritualidad en absoluto. Debido a que la magia blanca fue vista como el resultado de la verdadera comprensión y dominio de la Kabbaláh, la aplicación mágica de este conocimiento se llamó Kabbaláh Maäsít (Cábala Práctica).

A un “mago” cabalístico se le llama ‘Báäl Shem’ (plural: Baälé-Shem) que significa un “Maestro del Nombre”. En otras palabras, él es alguien que sabe cómo aplicar Nombres Divinos o Segul´lót para causar efectos mágicos. Este término para un mekubbalím (cabalista) ha estado en uso desde tiempos remotos, y era aplicable tanto a los rabinos como a los no rabinos. Uno de los ‘Baälé Shem’ más famosos fue Israel Báäl Shem Tov, el fundador del jasidísmo de Europa del Este.

Algunos Kabbalístas más inclinados místicamente (generalmente influenciados por Isaac Luria, el Arizál) han tratado de separar la Kabbaláh Teórica de la Kabbaláh Maäsít, pero la magia siempre ha sido parte de la tradición de la Kabbaláh. Fue utilizado por los primeros profetas y por los ‘Jajamím’ (sabios) que ascendieron a la Merkavá (Rabbí Ishmaël, Rabbí Äkivá, Rabbí Nejuniá ben HakKaná, Rabbí Eliëzer HagGadól, etc), y que a menudo eran idénticos a los grandes rabinos del Talmud, de quienes abundan las historias de su conocimiento y uso ocultista. Incluso en el Séfer HazZóhar revelado por Rabbí Shimön bar Iojái podemos encontrar hechizos y kavvanót contra Lilít.

Los Jasidím de Ashkenáz (movimiento místico judío entre los siglos 12 y 13 en Alemania) utilizaron muchas invocaciones mágicas, y también es bien sabido que el gran Israel Báäl Shem Tov y sus seguidores utilizaron invocaciones, hechizos y kameöt (“amuletos”, “talismanes”), y estaban orgullosos de su profundo conocimiento y habilidad en la Kabbaláh Maäsít (Cábala Práctica). La magia, por tanto, ha sido, es y será una parte importante de la Kabbaláh.

Foto: Placa Kabbalista grabada con los 72 NOMBRES DE DI-S. Disponible en Espacios Sagrados de mekubal:

https://www.facebook.com/artekabalista



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