MITIGAR EL JUICIO Y DETENER LA
ENFERMEDAD
Por Kabbalah y Torah
Este pasaje (ítems 68-83) del Zóhar
Pinejás es un pozo de sabiduría de una profundidad inconmensurable, capaz de
producir volúmenes innumerables de revistas médicas si todos sus secretos
fueran revelados y traducidos a palabras escritas.
Cuando el Zóhar habla de la importancia
del vino -el rojo y el blanco- y la alegría de corazón que provee el vino, uno
no puede dejar de notar la similitud con el fluir de la sangre a través de
nuestras venas y a nuestro corazón, el cual bombea la sangre a través del
cuerpo.
La sangre está compuesta de células
rojas y blancas. Las células blancas están vigilando constantemente por si hay
enfermedad, combatiendo a los gérmenes y las infecciones que entran al cuerpo.
Las células rojas entregan oxígeno al cuerpo y remueven el desperdicio.
Kabbalísticamente, cualquier forma de enfermedad es considerada juicio. La
eliminación de la enfermedad, de acuerdo con la Kabbaláh, es misericordia. Las
células blancas son la Misericordia eliminando la enfermedad y el Juicio de las
células rojas de la sangre.
Una rosa, nos dice el Zóhar, también
expresa juicio y misericordia, indicados por el colorido rojo y blanco de las
rosas, y por sus espinas y dulce aroma. Sus espinas representan juicio y su
fragancia representa misericordia.
Fundamentalmente importante para el
lector son las fuerzas sanadoras que irradian de estos misterios antiguos:
Nuestra sangre es purificada,
eliminando los gérmenes dañinos y las infecciones por medio de la virtud de
nuestra lectura meditativa. Los coágulos sanguíneos y otros malestares
relacionados con la sangre son sanados.
Físicamente, el vino es una rica
fuente dietética de flavonoides fenólicos, que son antioxidantes efectivos. Los
antioxidantes combaten la ateroesclerosis o atasco en las arterias.
El alcohol en el vino altera los
niveles de lípidos mediante la disminución del colesterol total y la elevación
de los niveles de lipoproteína de alta densidad (HDL, por sus siglas en
inglés), lo cual retarda e incluso revierte la formación de la placa de
colesterol en las arterias.
Estos efectos son meramente pequeñas
manifestaciones físicas del poder espiritual del vino.
Así, cuando nuestros ojos beben
ahora de la copa de vino, sus bendiciones son despertadas. La Luz “que es
atraída de Biná” elimina la furia y la venganza que arde en nuestro corazón. La
ira endurece nuestro corazón y obstruye nuestras arterias. Ahora que está
aliviado y alegre, nuestras arterias están desbloqueadas y aclaradas, y el
colesterol es disminuido.
Nuestros corazones se llenan de
bondad amorosa y misericordia, fortaleciendo este órgano vital al mismo tiempo
que limpia nuestra sangre de toxinas virales y bacterianas, y venenos
microbianos.
Nuestros pecados son la fuente de
toda enfermedad. Y aprendemos del Zóhar que “en cualquier nivel que un hombre
peca delante del Santo, Bendito Sea Él, él debe hacer reparaciones en su alma
en el mismo nivel”. La Luz atraída ahora de Pinejás remedia nuestros pecados
pasados y presentes, medida por medida, engendrando sanación y la restauración
final.
Invocamos la esencia del ángel
Metatrón, quien representa la restauración de la juventud y la inmortalidad, la
cual, de acuerdo con el Zóhar, ocurre a través de la “iluminación de Jojmá, que
es atraída de Biná”. Así, los versículos que hablan los misterios de Metatrón
revierten el proceso de envejecimiento y la declinación de la función
fisiológica. Las células son regresadas a su estado embriogénico -una célula
madre- donde son ahora purificadas y libres para repoblar y regenerar el cuerpo
humano eternamente.
La ciencia médica hoy reconoce lo
que el Zóhar reveló hace mucho tiempo: las células madre realizan lo que ha
sido llamado “actos de resurrección biológica”. La enzima telomerasa inmortal
causa que las células se dividan indefinidamente, en vez de morir. La esencia
espiritual de la telomerasa florece en nuestras saludables células normales,
mientras que desaparece de las células tumorales.
“Los cipreses son la casa de ella”,
se nos dice que indica el punto medio entre Jésed y Guevurá, que son la
Misericordia y el Juicio, respectivamente. La hija de Avrahám se sienta entre
los cipreses. Ella es piadosa, habiendo realizado actos de bondad amorosa. En
consecuencia, por medio de este pasaje se nos infunde bondad amorosa y Luz de
Jojmá y Biná, creando balance entre el juicio y la misericordia, nuestras
células blancas y rojas, y nuestro corazón y nuestra alma. Esto mitiga el
juicio y detiene la enfermedad.
(Zóhar, Pinejás)
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