KIDDÚSH - ORACIÓN DE LA
SANTIFICACIÓN
Por Kabbalah y Torah
El cuarto Mandamiento nos ordena
recordar el día de Shabbát LeKaddeshó, para santificarlo (Shemót/Éxodo 20:8).
Ello se hace absteniéndose de toda labor. Pero la ley judía requiere que
santifiquemos el Shabbát, a su comienzo y a su conclusión, mediante una
declaración verbal explicita. La oración a tal efecto es, al comienzo del Shabbát,
el Kiddúsh; la oración del fin del Shabbát es la Havdalá.
Cuando el Kiddúsh y la Havdalá
fueron instituidos por Ëzrá HasSofér (Esdras el escriba) y los Varones de la
Gran Asamblea, no constituían rituales independientes sino que formaban parte
de la plegaria de la Ämidá. Y ello se ha conservado. En la Ämidá de la víspera
del Shabbát, la bendición intermedia proclama la santidad de ese día. Esto es
el Kiddúsh. Un pasaje agregado a la primera de las bendiciones intermedias de
la Ämidá de los días laborables que se reza al concluir el Shabbát, proclama la
distinción del Shabbát de los otros días de la semana. Este pasaje es la
Havdalá.
En épocas posteriores, cuando la
empobrecida comunidad judía mejoró su situación y el vino se volvió más
abundante, los Sabios establecieron que el Kiddúsh y la Havdalá se pronuncien
también sobre sendas copas de vino. Como símbolo de alegría y celebración, el
vino agregaba significación a toda ocasión, por lo tanto se le reservaba para
ocasiones especiales y para honrar a visitantes importantes ¿Y qué podría ser
más especial e importante que el Shabbát y las festividades?
Cabe señalar también que la libación
de vino sobre el altar formaba parte del ritual de sacrificios en el Templo de
Jerusalén. En esa parte de la ceremonia los levitas entonaban sus cánticos de
alabanza a Di-s. El servicio del Templo puede haber influido en la introducción
del vino para el Kiddúsh y la Havdalá. Incluso hay una sugerencia al respecto
en el Talmúd: Rav vincula el tipo de vino que se puede utilizar para Kiddúsh
con el tipo de vino apto para la libación sobre el altar. Y dice: “No se ha de
decir Kiddúsh a no ser sobre un vino que pueda ser vertido sobre el altar”
(Bavá Batrá 97a).
Después de prolongados debates
acerca de si el Kiddúsh sobre el vino ha de recitarse en la sinagoga o en el
hogar, el veredicto halájico estableció que ello se haga en el hogar. De hecho,
la decisión fue que el Kiddúsh debe recitarse únicamente “cuando y donde uno se
sienta para comer la comida shabática.”. Un versículo de Ieshaäiáhu/Isaías es
interpretado en apoyo de esta disposición: “Y llamarás al Shabbát “delicia”. (Ieshaäiáhu/Isaías
58:13). Esto significa que “Donde llamarás al Shabbát (o sea, recitarás el Kiddúsh),
allí será tu delicia (o sea, el comer y beber)”. (Pesajím 101a, Tosafót sobre
el término af iedé).
En Babilonia se acostumbraba también
decir Kiddúsh sobre el vino en la sinagoga, a la conclusión del servicio de la
víspera del Shabbát. Ello se debía a la frecuente presencia en la sinagoga de
viajeros de paso, que quedaban en el lugar para comer y dormir. En la antigua
Babilonia las sinagogas tenían anexos que servían de albergue donde se ofrecía
comida y alojamiento a los viajeros. Para beneficio de esta gente se decía Kiddúsh
también en la sinagoga (Pesajím 101a, Tosafót sobre el término de-ajlú). Y si
bien en la Diáspora se ha mantenido la costumbre de decir Kiddúsh en la
sinagoga, la obligación personal de recitar el Kiddúsh o de escucharlo se
cumple únicamente en la mesa donde se come. Cabe señalar que la costumbre de
recitar el Kiddúsh al concluir el servicio de oraciones de la víspera del
Shabbát nunca cundió en Éretz Israel, y hasta la fecha no se dice el Kiddúsh en
las sinagogas de Israel en la noche del viernes (Oraj jaím 269:1).
La recitación del Kiddúsh en la
comida no sólo sirve para santificar el día, sino también para reforzar la
significación religiosa y la trascendencia espiritual de la comida en esta
ocasión. El sabio del Talmúd, Ravá, señalaba que en el Shabbát los judíos
“comen y beben, pero lo preceden con las palabras de la Torá y alabanzas (al
Señor)” (Meguil´lá 12b). El Kiddúsh proporciona este comienzo adecuado.
Rabbí Jaím Davíd Haleví ve en la
estrecha vinculación entre el Kiddúsh y la comida la expresión de un ideal
religioso judío, que es la fusión de lo espiritual y lo material, de lo sagrado
y lo profano. La elevada espiritualidad y la profunda fe de los Sabios no les
hacían repudiar las comodidades materiales ni afectaba su aprecio de las cosas
buenas de la vida. “Tres cosas que amplían el espíritu del hombre son: una
vivienda agradable, una esposa agradable y una vestimenta agradable” (Berajót
57b). El mundo espiritual y el material son compatibles, e incluso beneficiosos
el uno para el otro. La perfección en este mundo, en el grado en que ello fuera
posible, no puede obtenerse únicamente con uno solo de los aspectos de la vida.
Lo material debe estar impregnado de lo espiritual; lo sagrado debe acompañar a
lo profano. Al igual que la integridad natural del ser humano consiste tanto en
lo físico como en lo espiritual de él, así también la integridad del Shabbát.
Este pensamiento subraya el
principio de que tal como uno no debe sentarse a comer en la víspera del Shabbát
sin recitar el Kiddúsh, tampoco se debe decir el Kiddúsh sin sentarse enseguida
a comer. Por lo tanto, una persona que por alguna razón no pueda comer, no
puede decir el Kiddúsh, y deberá postergar su recitación hasta que esté en
condiciones de comer (Oraj jaím 273:3). Si bien el momento más adecuado para
decir Kiddúsh es el viernes por la noche, en circunstancias atenuantes se puede
decir Kiddúsh a lo largo de todo el día de Shabbát. En tal caso se omitirá el
pasaje de introducción de Vaijul´lú (Y fueron acabados), que se refiere a la
conclusión del sexto día de la Creación.
La norma general que exime a las mujeres
del cumplimiento de mitzvót que dependen de un tiempo fijo, no se aplica al Kiddúsh.
Dado que la regla shabática es, que todo el que está obligado a observar las
prohibiciones del Shabbát también debe decir el Kiddúsh, resulta que incluso
las mujeres tienen la obligación de decirlo. Siendo así, la Halajá puede permitir
que una mujer recite el Kiddúsh, no sólo por sí misma, sino también por otras
mujeres cuando no hubiere un varón adulto que lo hiciere, e incluso por los
varones que estuvieron presentes. (Mekor Jaím HaShalém III, 114:11; Iesodé Ieshurún
III, pág. 209).
Hay divergencia de opiniones acerca
de si el Kiddúsh debe recitarse de pie junto a la mesa donde se va a comer, o
sentado junto a ella. Las fuentes antiguas son ambiguas a este respecto. Rabbí
Moshé Isserles refleja esta indecisión al escribir que “se puede estar de pie
para el Kiddúsh, pero es mejor sentarse” (Oraj jaím 271:10, Rabbí Moshé
Isserles). Esto significa sencillamente que ambas posiciones son correctas, y
de hecho, ambas prácticas se observan entre los judíos ashkenazís. Por lo
tanto, se debe seguir la tradición familiar en la materia, o la tradición que
le hayan enseñado los maestros. La tradición sefardí exige permanecer de pie
durante el Kiddúsh. Esta fue también la práctica emulada por los grupos
jasídicos. La explicación de los cabalistas a la costumbre de ponerse de pie para
estas bendiciones del Shabbát, es que el Shabbát es comparable a una novia, y
las bendiciones a las novias se recitan de pie.
Por otra parte, algunos eruditos
ashkenazís han establecido que hay que sentarse cuando se dice el Kiddúsh. Si
la persona que recita el Kiddúsh se propone dar con ello cumplimiento a la
obligación ritual que recae sobre las otras personas presentes en la
habitación, estas personas deben establecerse como un grupo (keviút). Los que
acostumbran ponerse de pie para el Kiddúsh consideran el acto de reunirse
alrededor de la mesa, suficiente para establecer esta condición de keviút.
Se acostumbra que las dos jal´lót
enteras de la mesa shabbática permanezcan cubiertas durante la recitación del
Kiddúsh. El cubrir las jal´lót nos permite invertir el orden de las bendiciones
y recitar primero el Kiddúsh sobre el vino antes de decir la bendición sobre el
pan, ya que el acto de cubrirlas equivale a retirarlas de la mesa. Ello es
necesario porque según la Halajá la bendición por el pan debe preceder a la
bendición por el vino, dado que el trigo aparece mencionado en la Torá antes
que el vino (Devarím/Deuteronomio 8:8).
Si no se dispone de vino adecuado
para el Kiddúsh, o si uno no puede tomar vino, se permite decir el Kiddúsh
sobre los dos panes enteros de jal´lá. En ese caso, la bendición del pan
sustituye en el Kiddúsh a la del vino; todo lo demás queda igual. Cuando se
dice el Kiddúsh sobre jal´lót, se acostumbra poner la mano sobre la jal´lá
mientras se recita el Kiddúsh. Además, en tal caso, no hace falta cubrir las
jal´lót.
El Kiddúsh consiste en tres partes:
1.Una introducción: el pasaje de Bereshít/Génesis
2:1-3: Vaijul´lú (Y fueron acabados).
2. La bendición por el vino.
3. La bendición de santificación.
VAIJUL´LÚ
A partir del siglo 3 de la era común
se estableció la costumbre de recitar el pasaje de Bereshít/Génesis sobre la
conclusión de la Creación en el servicio de oraciones de la noche del viernes.
Posteriormente se introdujo la recitación de este mismo pasaje en el hogar como
introducción al Kiddúsh.
El día sexto. Y fueron acabados los
cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Di-s el día séptimo Su
obra que había hecho. Y reposó en el día séptimo de toda Su obra que había hecho.
Y bendijo Di-s el día séptimo y lo santificó. Porque en él reposó de toda Su
obra que Di-s había hecho al crear. (Bereshít/Génesis 2:1-3)
Este pasaje de la Torá expresa la
principal razón del Shabbát, que es la rememoración de la Creación. Se le
recita primeramente en la Ämidá del servicio de Maäriv/Ärvít, y fue agregado al
Kiddúsh que se dice en el hogar a fin de permitir que todos los miembros de la
familia, incluso los que no asistieron al servicio de oraciones en la sinagoga
la víspera del Shabbát, puedan recitar o escuchar este pasaje (Shabbát 119b).
Las palabras Ióm HashShishshí (Día
Sexto), son, de hecho, las dos últimas palabras del pasaje bíblico que antecede
al de Vaijul´lú: “Y hubo tarde y hubo mañana: día sexto” (Bereshít/Génesis
1:31). Se acostumbra agregar estas palabras al Kiddúsh como prefacio del pasaje
correspondiente. Los eruditos señalan el simbolismo comprendido en esta
costumbre. Las primeras letras de estas dos palabras en hebreo, que son I (Iúd)
y H (Hé), más las primeras letras de las dos primeras palabras de Vaijul´lú,
que son V (Váv) y H (Hé), reunidas constituyen las cuatro letras que forman el
Tetragrámaton: יהוה
LA BENDICIÓN DEL VINO
La bendición del vino es precedida
por las palabras Savrí Maranán VeRabbotái (Con licencia de los Señores y
Maestros, o: Atención, Señores y Maestros). Esta fórmula es similar a la
utilizada por el que dirige la Bendición de Agradecimiento Después de Comer:
Birshút Maranán VeRabbotái (Con permiso de los Señores y Maestros). Con el pan
se utiliza la palabra Birshut, y con el vino la palabra Savrí. Esta fórmula es
usada para llamar la atención de los presentes sobre el hecho de que se va a
pronunciar una bendición, y para obtener su tácito consentimiento a recitar el
Kiddúsh por ellos. Cada uno de los presentes sólo debe escuchar la bendición y
responder “Amén”, a fin de dar cumplimiento a su obligación individual de
recitar el Kiddúsh.
LA BENDICIÓN DE SANTIFICACIÓN DEL
SHABBÁT
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Di-s,
Rey del mundo, que nos has santificado con Tus preceptos y nos has agraciado, y
Tu Shabbát santo con amor y agrado nos has impartido, como rememoración de la
obra de creación. Pues él es el primero de los días de convocación santa en
recuerdo del Éxodo de Egipto. Pues a nosotros nos has elegido, y a nosotros has
santificado de entre todos los pueblos. Y Tu Shabbát santo con amor y agrado
nos has impartido. Bendito eres Tú, Señor, que santificas el Shabbát.
El Shabbát debe su principal
característica y santidad a su condición de rememoración de la creación del
universo por Di-s. “Por tanto el Señor bendijo el día del Shabbát y lo
santificó” (Shemót/Éxodo 20:11). Al desistir de hacer labores el día séptimo,
demostramos nuestro homenaje al Señor y testimoniamos que el mundo no es
nuestro, sino de Di-s. Al santificar el Shabbát reconocemos a Di-s como Creador
y Señor de todo el universo.
Si bien la santidad del Shabbát está
implícita en la Creación y por lo tanto es cronológicamente anterior a la fe
judía, el Shabbát está destinado también a recordar a Israel su salida de
Egipto, “Y acuérdate que tú fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que el
Señor, tu Di-s, te sacó de allí… por tanto el Señor, tu Di-s, te ha mandado que
guardes el día del Shabbát” (Devarím/Deuteronomio 5:15).
Recordando la esclavitud sufrida por
nuestros antepasados y la libertad que Di-s nos proporcionó en el comienzo de
nuestra historia como nación, estaremos en mejor disposición para apreciar la
libertad mental y corporal que el Shabbát brinda cada semana a quienes lo
guardan fielmente. Si la observancia del Shabbát atestigua nuestro sometimiento
a la servidumbre de Di-s, al mismo tiempo viene a establecer nuestra libertad
de la servidumbre que nos imponen la sociedad y las responsabilidades que recaen
sobre cada uno. En Shabbát no necesitamos que un ser humano nos indique
nuestras tareas. Durante veinticuatro horas no hay nada (salvo una cuestión de
vida o muerte) que interfiera con el descanso, con la tranquilidad mental, con
la liberación de las presiones de los asuntos cotidianos y de las tensiones del
trabajo. El Shabbát está destinado a evitar que retrocedamos a una mentalidad
de esclavos, y a liberarnos de las preocupaciones mundanas.
El Éxodo de Egipto es mencionado en
el Kiddúsh a fin de subrayar nuestra fe en la Divina Providencia, o sea que
Di-s interviene en la historia. La creencia de que Él así lo hace es inseparable
del credo judío de que Di-s existe y es el Creador.
El Shabbát es denominado: “TEJIL´LÁ LEMIKRAÉ
KÓDESH” (el primero de los días de convocación santa). Es la primera
celebración que aparece en Vaikrá/Levítico, Capítulo 23, donde se pasa revista
a todos los días santos del año judío.
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