PARASHAT BALAK - (Bemidbar/Números
22:2-25:9) - Protección contra negatividad, mal de ojo, energías oscuras
Por Kabbalah y Torah en Expansión
EL POTENCIAL DE NUESTRA ALMA
Esta Parashá trata acerca de la
historia de Balak y Biläm. Biläm era un gran profeta, pero la diferencia entre
él y Moshé es revelada por el siguiente Midrash, que dice: “En Israel nunca
hubo un profeta como Moshé, pero en las naciones del mundo si había uno: él era
Biläm”. No obstante, Moshé era una persona justa, mientras que Biläm era una
persona malvada. El Zóhar dice:
Rabbí Shimön dijo: Eläzar, todos los
dichos de Biläm el perverso son violentos. Los compañeros ya los explicaron,
como está escrito: “VELO-KAM NAVÍ ÖD BEISRAEL KEMOSHÉ - Y no se levantó en Israel
otro profeta como Moshé...” (Devarim/Deuteronomio 34:10). Dijeron que uno igual
se levantó pero no en Israel, sino más bien entre las naciones del mundo.
¿Quién era él? Fue Biläm. Ya hemos explicado este asunto: que así como no hay
uno como Moshé en las coronas más elevadas, no hay nadie como Biläm en las
coronas inferiores, el primero en el aspecto de la santidad y el segundo en el
aspecto de la Izquierda.
(Zóhar, Balak 11:162)
¿Cómo podemos entender la diferencia
entre estos dos individuos, dado que ambos son reconocidos como grandes
profetas?
Podríamos preguntarnos también por
qué esto es relevante. ¿Por qué necesitamos pensar acerca de gente justa o
malvada que vivió hace miles de años en el desierto? ¿Cómo esto está conectado
con lo que vivimos hoy día? La respuesta es que la conexión es muy clara y
directa: Moshé y Biläm existen dentro de cada uno de nosotros; y en nuestra
comprensión de cómo Biläm cayó y se volvió negativo, nosotros mismos podríamos
aprender a evitar la caída.
Más específicamente, podemos aprender
de la respuesta de Biläm a los mensajeros que llegaron a él. Él dijo: “Di-s dijo
que yo no debo ir con ustedes”. Di-s le había dicho: “LO TELEJ ÏMMAHEM
LO TAOR ET-HAÄM
KI VARUJ HU - No vayas con ellos; ni maldigas al
pueblo, porque es bendito” (Bemidbar/Números 22:12). La razón por la que Di-s
le dijo a Biläm que no fuera es evidente: dado que el pueblo de Israel estaba
bendecido, no podían ser maldecidos. Pero Rashi nos dice que Biläm
malinterpretó lo que Di-s le había dicho. Biläm les dijo a los mensajeros: “Di-s
no me permite ir con ustedes, sino solamente con ministros más importantes que
ustedes”. Biläm escogió interpretar la situación, no con el fin de proteger al
pueblo de una maldición sino para proteger su propio honor. Al actuar de esta manera,
Biläm efectivamente negó las palabras de Di-s.
El maligno Biläm acostumbraba
jactarse en todo. Con todos estos, él acostumbraba engañar a las mentes de la
gente y alcanzó un alto nivel con sus discursos retóricos. Acostumbraba hacer
montañas de granos de arena. Todo lo que decía era acerca de estos niveles de
discurso sucio. Sin embargo, ese perverso acostumbraba hablar y acumular
autoalabanza en manera disfrazada y hablar arrogantemente hasta que quien lo
escuchaba pensaba que él había superado a todos los profetas del mundo, como
dice: “NEUM SHOMÉÄ IMRE-E´L VEIODÉÄ DÁÄT
ELÍON - el que oyó los dichos del Señor, y el que sabe la ciencia del
Altísimo…” (Bemidbar/Números 24:16). ¿Quién en el mundo podría oír tal habla e
imaginar a algún otro profeta en el mundo tan digno de confianza?
(Zóhar, Balak 12:165)
La raíz de este problema radica en
el hecho de que a menudo oímos y vemos sólo aquello que queremos oír y ver.
Esto es lo que podemos identificar en Biläm. Cuando Biläm finalmente emprendió
su camino, un ángel de Di-s se paró frente a él; pero Biläm no podía ver el
ángel. Sin embargo, si Biläm estaba al nivel de Moshé, ¿cómo era esto posible?
Más aún, está escrito que incluso el asno de Biläm veía al ángel. Sólo puede
haber una explicación a la ceguera de Biläm: Si bien él era profeta y podía ver
el futuro, estaba tan inmerso en su propio ego que sólo veía lo que él quería
ver.
El ojo humano funciona de tal manera
que, en realidad, ve todo al revés. El cerebro invierte la imagen capturada de
modo que veamos el mundo como probablemente es. Pero aun así nuestra visión es
restringida por los límites de nuestra espiritualidad. Nuestro potencial
verdadero es ilimitado: si cumpliéramos con el potencial de nuestra alma,
podríamos ver y escuchar todo.
Si tan sólo permaneciéramos abiertos
a aquello que nos rodea, encontraríamos las respuestas a todas nuestras
preguntas simplemente a través de nuestra propia observación. La mayoría del
tiempo, la razón por la cual nuestras preguntas persisten es porque les tememos
a las respuestas. A pesar de que a menudo ya conocemos la solución a un
problema en particular, esperamos que la respuesta verdadera no sea lo que
creemos que es porque puede ser un poco temible o incómoda.
La gente incluso reacciona de esta
manera ante las enseñanzas de Rav Berg. Se dicen a sí mismos: “El Rav no quiso
decir eso”, o “No entendí al Rav”, o “El Rav probablemente no entendió lo que
yo intentaba decirle”. Nosotros hasta le cambiamos el significado a aquello que
se nos ha dicho a fin de que sea lo que queríamos escuchar. Nadie dijo que el
camino espiritual es un camino fácil, pero si queremos crecer y tener
verdaderamente una buena vida, a veces tenemos que hacer cosas que no son
cómodas. Sólo de esta manera tendremos el mérito de recibir lo que es bueno. En
nuestra alma, ya somos uno con Di-s; y en nuestra alma, todos sabemos la
verdad. Pero nuestro Deseo de Recibir para Sí Mismo Solamente nos aparta de
esta verdad.
¿Cómo podemos adiestrarnos para oír
la verdad como realmente es, en lugar de como queremos que sea? Podemos
comenzar entendiendo lo que ocurre cuando pensamos sólo en nosotros mismos. Aun
cuando vemos a otras personas, sólo vemos lo que ellos pueden darnos o aquello
que podemos obtener de ellos. Pero cuando vemos más allá de nuestros deseos
egoístas -cuando vemos cómo podemos ayudar, cómo podemos dar, cómo podemos
compartir-, comenzamos a ver la verdad.
Hay una historia que nos ayudará a
entender este concepto. Una vez, un hombre pobre fue a la casa del Báäl Shem
Tov a pedir caridad. Todos sabían que el Báäl Shem Tov siempre daba la misma
cantidad: 18 monedas. A pesar de que no era rico, él nunca quería que una
persona pobre se fuera de su casa con las manos vacías. No obstante, un hombre
en particular pidió cinco rublos; lo cual era bastante dinero para el Báäl Shem
Tov. Así que el sirviente del Báäl Shem Tov le dijo: “No puedes recibir cinco
rublos, es imposible”.
El hombre pobre contestó: “Yo fui
rico en algún momento y, durante ese tiempo, les di dinero a todos. Ahora que
no tengo nada de dinero, es su deber darme dinero de la forma en la que yo le
daba a cada persona pobre que venía a mi casa a pedir caridad”. El sirviente
dijo: “No puedo hacer eso porque hay reglas acerca de cuánto puedo dar”. En ese
instante, el Báäl Shem Tov se acercó a la puerta y preguntó que estaba
ocurriendo. Cuando el sirviente le dijo, el Báäl Shem Tov se volvió al mendigo
y dijo: “En lugar de pedir cinco rublos, ¿por qué no me preguntas la razón por
la cual Di-s te quitó todo tu dinero?”.
El Báäl Shem Tov le dijo al mendigo
que se sentara. “¿Recuerdas cuando eras el hombre más rico de la ciudad, y en
cada Iom Kippur solías dar tabaco a toda la congregación para ayudarlos con el
ayuno? La última vez que hiciste esto, había un hombre que no sólo había
ayunado en Iom Kippur sino durante todo el año; era tan pobre que no tenía nada
que comer. Te dijiste a ti mismo que estaba por debajo de ti darle un poco de
tabaco porque él era demasiado pobre y se veía terrible. Sucedió que este
hombre casi muere y, como consecuencia, hubo un gran clamor en el Cielo que
resultó en un decreto de que todo tu dinero pasaría a aquel hombre. Hoy en día,
él es rico y tú eres pobre”.
Cuando el mendigo preguntó cómo podía
recuperar su dinero, el Báäl Shem Tov dijo: “Si le pides un poco de tabaco al
hombre que ahora es rico y él se rehúsa a dártelo, todo su dinero pasará a ser
tuyo”. Así que el mendigo regresó a la ciudad y se paró junto al hombre rico durante
sus oraciones y le dijo: “¡Dame un poco de tabaco!”. El hombre rico contestó: “Si
estás pidiendo, es porque probablemente lo necesitas”, y le dio el tabaco.
Después, el mendigo fue a la casa del hombre rico y tocó a su puerta. Cuando el
hombre rico apareció y preguntó qué quería el mendigo, él le contesto que quería
tabaco. El hombre rico respondió: “Si estás pidiendo, entonces lo necesitas”.
De nuevo, le dio al mendigo un poco de tabaco. Esto sucedió una y otra vez en
diferentes situaciones. Cada vez el hombre rico decía: “Si estás pidiendo,
entonces debes necesitarlo”.
Tiempo después, llegó el día de la
boda de la hija del hombre rico. Justamente cuando el hombre rico estaba
disfrutando del baile padre-hija con la novia, el mendigo lo interrumpió
diciendo: “¡Dame un poco de tabaco, por favor!”. Estaba seguro de que el hombre
rico se rehusaría dado que estaba en medio de la boda, pero la respuesta del hombre
rico fue la misma: “Si estás pidiendo, probablemente la necesitas”. El hombre
pobre no podía creer lo que estaba escuchando y se desmayó. Cuando despertó, el
hombre rico le preguntó por qué se había desmayado, y el mendigo dijo: “Tú no
me recuerdas, pero yo solía ser el hombre más rico de la ciudad; y el Báäl Shem
Tov dijo que tuviste el mérito de recibir todo mi dinero”. El hombre rico dijo:
“Si el Báäl Shem Tov dice que el dinero es tuyo, te daré la mitad bajo una
condición: nunca debes negarte a alguien que te pida que des. Debes recordar
que cuando alguien pide algo de ti, no le estás haciendo un favor a nadie más que
a ti mismo cuando compartes”.
La única forma de ver realmente la
verdad es velar realmente por las demás personas. Observarlos cuidadosamente
para ver que les falta nos permitirá entender que nos falta a nosotros mismos.
Sólo al ayudarlos a hacer su corrección es que nosotros podemos corregirnos. De
otro modo, seremos como Biläm e incluso los animales podrán ver con más
claridad que nosotros.
Si quieres seguir aprendiendo e
ingresar a nuestro grupo de estudio escríbenos un sms al chat de la página de
Facebook o al email: kabbalahytorah7@gmail.com
Excelente Sabiduría!!! HaShem les bendiga con más por ser Mensajeros de Su Luz. Toda raba.
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