LA LETRA כ KAF

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LA LETRA כ KAF     Por Kabbalah y Torah en Expansión   Las 2 letras de la escritura completa de la palabra כ ‘Kaf’, כף son las iniciales de 2 palabras hebreas: ‘Kóaj’ (“potencial”) y ‘Poël’ (“real”). Así la כ ‘Kaf’ alude al poder latente dentro del reino espiritual, el potencial de manifestarse completamente en la esfera física de lo real. HaShem debe crear el Mundo continuamente; de lo contrario, la Creación dejaría de existir instantáneamente. Su potencial, es entonces actualizado a cada momento. Este concepto se conoce como “el poder de revelar el eterno potencial dentro de la realidad”. En la Jasidut se nos enseña que esta debe ser la primera percepción al despertar. De momento que el significado literal de la letra כף ‘Kaf’ es “palma” - el lugar del cuerpo donde se lleva a la práctica el potencial - esta percepción es reflejada en la costumbre de poner una palma sobre la otra al despertar, al recitar la plegaria ‘Modé Aní’:   MODÉ (MODÁ)   ANÍ   LEFANEJA   MÉLEJ  

PARASHÁ NASÓ - (Bamidbár/Números 4:21-7:89) - Buscar equilibrio/Transformar el dolor


PARASHÁT NASÓ - (Bamidbár/Números 4:21-7:89) - Buscar equilibrio/Transformar el dolor

Por Kabbalah y Torah

De acuerdo con el calendario kabbalístico, la parashá anterior, Bemidbár, normalmente se lee en el Shabbát que antecede a la festividad de Shavuöt, mientras que la parashá Nasó usualmente se lee después de la festividad. ¿Por qué es tan importante la ubicación exacta de Nasó (con relación a Shavuöt)?

Los sabios nos han enseñado que todo en la Torá tiene un significado importante aunque, a menudo, oculto. Por ejemplo, la ubicación de letras grandes y pequeñas, los puntos sobre las palabras y los espacios son siempre significativos; y en cada caso revelan una Luz especial. La Torá no es un libro de historia; los relatos no se tratan acerca de lo que ocurrió en Egipto o lo que sucedió en el desierto. Rabbí Shimön bar Iojái, en el Zóhar, nos advierte que no tomemos ninguna de estas historias al pie de la letra:

Rabbí Shimön dice: ¡Ay del hombre que dice que la Torá vino a relatar historias, simple y llanamente, y cuentos simplones acerca de Ësáv y Laván y semejantes! Si esto fuera así, incluso en el día presente podríamos producir una Torá de asuntos simplistas, y quizá hasta más agradables que aquéllos. Si la Torá vino a ejemplificar los asuntos mundanos, aun los gobernantes del mundo tienen entre ellos cosas que son superiores. Si es así, sigámoslos y produzcamos de ellos una Torá de la misma manera. Debe ser que todos los ítems en la Torá son de una naturaleza superior y son secretos más elevados.

Ven y ve: El mundo arriba y el mundo abajo son medidos con una balanza. Israel abajo corresponde a los ángeles elevados arriba. Está escrito acerca de los ángeles elevados: “ÖSÉ  MALAJÁV  RUJÓT - Que hace de Sus ángeles espíritus...” (Tehil´lím/Salmos 104:4a). Cuando bajan, se visten con las vestiduras de este mundo. Si no hubiesen adquirido la ropa para este mundo, no les sería posible existir en este mundo, y el mundo no podría resistirlos. Y si esto es así con los ángeles, cuánto más lo es para la Torá que creó estos mensajeros y todos los mundos, que existen debido a ella. Una vez que bajó a este mundo, si no se hubiera puesto las vestiduras de este mundo, que son las historias y los relatos simplistas, el mundo no habría sido capaz de tolerarla.

Por lo tanto, esta historia de la Torá es el manto de la Torá. El que piensa que este manto es la esencia real de la Torá y que nada más está allí, que exhale su último aliento y que no tenga porción en el Mundo por Venir. Por lo tanto, David dijo: “GAL-ËNÁI  VEABBÍTA  NIFLAÓT  MITTORATÉJA - Abre mis ojos para que pueda contemplar las cosas maravillosas de Tu Torá” (Tehil´lím 119:18); esto es: mirar lo que yace bajo la vestidura de la Torá.

Ven y ve: Hay un vestido que es visible para todos. Los tontos, cuando ven a una persona hermosamente ataviada, quien les parece distinguida por su vestimenta, no observan más allá. La juzgan de acuerdo con su ropa distinguida, y consideran el vestido como el cuerpo del hombre, y el cuerpo de la persona como su alma.

Similar a esto es la Torá. Tiene un cuerpo, que está compuesto de los mandamientos de la Torá que son llamados el ‘cuerpo de la Torá’. Este cuerpo está vestido con ropajes, que son relatos de este mundo. Los ignorantes miran solamente a ese vestido, que es el relato en la Torá, y no están conscientes de nada más. No miran lo que yace debajo de ese vestido. Aquéllos que conocen más no miran el vestido, sino más bien al cuerpo debajo de ese vestido. Los sabios, los eruditos, los servidores del Más Elevado Rey, aquellos que estuvieron de pie en el Monte Sinaí, miran sólo el alma de la Torá, que es la esencia de todo, la Torá verdadera. En el tiempo por venir, mirarán el alma, el alma de la Torá. 
Ven y ve: Esto es también como eso arriba. Existe una ropa, un cuerpo, un alma, y un alma del alma. El Cielo y sus legiones son la ropa, y la Congregación de Israel, que es Maljút, es el cuerpo que recibe al alma, que es el esplendor de Israel, significando Zéër Anpín. Por lo tanto, Maljút es un cuerpo para el alma, ya que Zéër Anpín está ataviado con ella, como el alma en un cuerpo. El alma que mencionamos, que es el esplendor de Israel, es la Torá real, significando: el alma de la Torá a la cual los sabios miran. Es el alma del alma que es Ättiká Kaddishá, a quien ellos mirarán en el futuro por venir, como se mencionó. Todo está interconectado. Ättiká Kaddishá está vestido con Zéër Anpín, Zéër Anpín está vestido con Maljút, y Maljút está vestida con los mundos Beriá, Ietzirá, Äsiá y todas sus legiones.

¡Ay de los perversos que dicen que la Torá es meramente una historia y nada más, porque ellos miran el vestido y nada más! ¡Alabados son los justos, quienes miran apropiadamente a la Torá! El vino dura solamente si está en una jarra. De manera similar, la Torá no dura, excepto en este manto. Por lo tanto, no hay necesidad de ver excepto lo que está bajo el manto. Es por eso que todos estos asuntos y todos estos relatos son ropajes.

(Zóhar, Behaälotejá 12:58-64)
Por lo tanto, debe haber cierta relevancia en la ubicación de la lectura de la historia de Nasó. En el Midrásh está escrito que no hay “temprano” ni “tarde” en la Torá: todo tiene su momento exacto. Cada lectura de Shabbát nos conecta con el poder único de la semana siguiente. Dado que Nasó casi siempre se lee en el Shabbát después de Shavuöt, tiene cierto poder que conecta con la energía de Shavuöt -energía de Inmortalidad, la muerte de la muerte misma-, la cual podemos atraer hacia nosotros para todo el año.

Hay un relato acerca de la esposa del santo Magguíd de Mezritch (Rav Dov Ber, 1710-1772 e.c), la cual siempre quiso que su esposo conociera al Báäl Shém Tóv (Rav Israel ben Eliëzer 1698-1760 e.c). Pero el Magguíd no tenía el deseo de conocer al Báäl Shém Tóv; el Magguíd creía que ya sabía todo lo relacionado con la Guemará y el Zóhar. Él conocía todos los libros sagrados que habían sido escritos y no veía por qué habría de salir de su rutina para encontrarse con alguien en particular. No obstante, al final accedió hacer un viaje para conocer al Báäl Shém Tóv. Debido a que era invierno, no estaba contento con la idea de caminar en la nieve, pero se dijo a sí mismo que tal vez aprendería algo nuevo.

Después de pasar un mes caminando en la nieve helada, llegó al pueblo de Mezibuzh y fue a saludar al Báäl Shém Tóv. Pero lo que el Báäl Shém Tóv le dijo fue muy decepcionante, no fue una enseñanza nueva o alguna información secreta; era tan sólo una historia tonta de algo que le había ocurrido al Báäl Shém Tóv camino a un lugar determinado. El Magguíd pasó esa noche preguntándose si había algo que no había entendido. Su esposa y todos los demás habían dicho que el Báäl Shém Tóv era una gran alma. Tal vez el Báäl Shém Tóv estaba cansado y compartiría gran sabiduría con él en la mañana.

Pero al día siguiente las cosas no mejoraron, el Báäl Shém Tóv tan sólo hablaba de la necesidad de alimentar a los caballos. Así que el Magguíd concluyó que su viaje había sido para nada y se preparaba para regresar a casa. Sin embargo, mientras se despedía, el Báäl Shém Tóv le preguntó repentinamente si podía explicarle una sección que trataba acerca del Arizál. El Magguíd fue tomado por sorpresa, pero explicó la sección.

Tan pronto como el Magguíd había terminado, el Báäl Shém Tóv explicó la misma sección; pero cada vez que él pronunciaba el nombre de un ángel, el ángel mismo aparecía. Cuando mencionó el nombre Mijael, Mijael apareció; y cuando mencionó el nombre del santo Arizál, el santo Arizál apareció. Entonces, el Magguíd vio lo que el Báäl Shém Tóv quería enseñarle: ¡No es suficiente con conocer todos los libros y todas las explicaciones! No es la información, sino el conocimiento - poner en práctica todo lo que aprendemos y atesorarlo en nuestro corazón, lo que es la clave para la sabiduría.

Debemos tener certeza total en que la Luz está con nosotros en todo momento y, entonces, podremos manifestar todas las cosas que la Luz quiere dar.

Tal vez pensemos que sabemos mucho, pero cuando conectamos con la Luz del Creador, conectamos con la Fuente de todo el conocimiento. El Creador no sólo conoce lo que ha ocurrido en el pasado, sino también lo que está ocurriendo ahora y lo que ocurrirá en el futuro. Nasó -el capítulo más largo de la Torá con 174 versículos- puede conectarnos con todo este conocimiento celestial. La forma en la que podemos ver el futuro es conectando con la Luz del Creador: primero, al escuchar la lectura de la Torá en Shabbát; después, manteniendo una conexión continua durante la semana y el próximo año con la energía de la Luz de esas lecturas.


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