PARASHÁT EMÓR: “Porque el pan de tu
Di-s ofrece”
Por Kabbalah y Torah
La Parashá Emór incluye los
preceptos relacionados con el Kohén HagGadól. Puede que nos preguntemos por qué
es relevante saber acerca de las labores sacerdotales en la época de Moshé,
pero es importante recordar que todo en la Torá nos da algún conocimiento y
entendimiento que podemos emplear en nuestra vida cotidiana. No hay ni una
palabra o letra superflua en toda la Torá.
Leer acerca de los Kohaním (los
sacerdotes) nos enseña que el trabajo espiritual de una persona no es idéntico
al de otra. Los sacerdotes estaban haciendo un trabajo en nombre de toda la
nación de Israel, pero su trabajo no era el que todos debían realizar. Cada uno
de nosotros tiene su propio nivel de trabajo espiritual, y la naturaleza de
este trabajo está cambiando constantemente. Cuando nos elevamos a un nivel más
alto, lo que era suficientemente bueno para nosotros el día de hoy, tal vez no
sea lo suficientemente bueno el día de mañana. La mayor parte de nuestro
trabajo espiritual consiste, simplemente, en descubrir cuál es nuestro
verdadero trabajo. Si no sabemos a dónde estamos destinados a ir, ciertamente
nunca llegaremos allí. En este sentido, la vida es como una escalera mecánica:
si intentamos subir por una que va en descenso, no subiremos a donde
deseábamos. En su libro El sendero del justo (Mesilát Iesharím), el Ramjál
(Rabbí Moshé Jaím Luzzato, 1707-1746 e.c) sintetizó esto de forma muy sencilla:
“Cada persona debe saber cuáles son sus deberes en este mundo”.
Incluso Rabbí Shimön bar Iojái tuvo
que aprender esto. Se dice que cuando salió después de haber pasado 12 años en
la cueva en la cual tuvo que refugiarse de los romanos, vio a unas personas
trabajando en el campo. Él se dijo a sí mismo: “¿Cómo estas personas pueden
dejar el Árbol de la Vida, la Torá, para hacer trabajo de agricultores?”. Y
adondequiera que él miraba, ¡el campo estallaba en llamas!
Entonces, una Voz dijo desde el
cielo: “¡Rabbí Shimön! ¿Saliste para destruir el mundo? ¡Regresa a la cueva!”.
Después de que pasó otro año, Rabbí
Shimön salió de nuevo y, en esta oportunidad, su respuesta al trabajo del mundo
fue muy diferente. Anteriormente, él había visto a todos según su verdad, la
cual afirmaba que el estudio de la Torá era el verdadero significado de la
vida. Pero ahora él vio que su verdad no era la misma verdad de los demás. Lo
que Rabbí Shimön había aprendido, en su decimotercer año en la cueva, es que
todos están en un nivel diferente.
“VEKIDDASHTÓ KI-ET-LÉJEM ELO-HÉJA HÚ MAKRÍV - Y lo santificarás, porque el pan de
tu Di-s ofrece” (Vaikrá/Levítico 21:8)
¿Por qué la Torá tiene que decirnos
que el Kohén HagGadól era puro cuando el ofrendaba el alimento? ¿No bastaba con
que fuese un Kohén? ¿Por qué necesitamos los detalles exactos de lo que hizo en
el Tabernáculo (y lo que haría posteriormente en el Templo) y de su condición espiritual
en el momento de hacerlo?
Aquí la Torá nos enseña que la
mayoría del tiempo no vemos los efectos de nuestras acciones. Pero el Sumo
Sacerdote si veía los efectos de sus acciones cuando realizaba el sacrificio y,
en virtud de esto, él era santificado. Por supuesto, la enseñanza aquí no sólo
aplica a los sacerdotes. Cada vez que realizamos una acción negativa, creamos
un ángel negativo, al igual que cada acción positiva crea un ángel positivo.
Nuestra tarea es estar conscientes de ello y actuar en consecuencia. Es
importante recordar siempre que incluso una acción pequeña puede tener grandes
consecuencias. De hecho, tal vez toda la razón por la que estamos en este mundo
es porque hemos venido a realizar una “pequeña” acción.
La palabra “emór” significa “hablar”,
y esta parashá trata acerca de las cosas que debemos y no debemos decir. Cómo
realizamos una acción es más importante que la misma acción, y usualmente la
boca está involucrada en este proceso. Cuando conectamos con esta lectura,
podemos usar el poder de Emór para que nos ayude a decir la verdad.
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