LA LETRA כ KAF

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LA LETRA כ KAF     Por Kabbalah y Torah en Expansión   Las 2 letras de la escritura completa de la palabra כ ‘Kaf’, כף son las iniciales de 2 palabras hebreas: ‘Kóaj’ (“potencial”) y ‘Poël’ (“real”). Así la כ ‘Kaf’ alude al poder latente dentro del reino espiritual, el potencial de manifestarse completamente en la esfera física de lo real. HaShem debe crear el Mundo continuamente; de lo contrario, la Creación dejaría de existir instantáneamente. Su potencial, es entonces actualizado a cada momento. Este concepto se conoce como “el poder de revelar el eterno potencial dentro de la realidad”. En la Jasidut se nos enseña que esta debe ser la primera percepción al despertar. De momento que el significado literal de la letra כף ‘Kaf’ es “palma” - el lugar del cuerpo donde se lleva a la práctica el potencial - esta percepción es reflejada en la costumbre de poner una palma sobre la otra al despertar, al recitar la plegaria ‘Modé Aní’:   MODÉ (MODÁ)   ANÍ   LEFANEJA   MÉLEJ  

PARASHA BEHAR - (Vaikrá/Levítico 25:1-26:2) - Montaña/Trabajar la tierra, su tenencia justa/Prosperidad


PARASHÁT BEHÁR - (Vaikrá/Levítico 25:1-26:2) - Montaña/Trabajar la tierra, su tenencia justa/Prosperidad

Por Kabbalah y Torah 

LA FELICIDAD VERDADERA

Antes de que podamos comenzar a preguntar qué podemos hacer para garantizar que sólo tengamos bendiciones y no maldiciones en nuestra vida, debemos entender por completo lo que son las Berajót (bendiciones) y las Kelalót (maldiciones) verdaderamente. Sabemos que la Kelalá (maldición) más poderosa del Satán es la tristeza, porque es una negación directa de la Esencia de Di-s, la cual es dicha pura. Lo difícil es que todos en el mundo creen que saben lo que es la felicidad. Parece muy sencillo: Cualquiera que obtenga lo que desea en la vida es feliz. Debido a esta creencia, pensamos que cualquier persona con poder, dinero o influencias debe ser feliz. Constantemente escuchamos: “¡Ellos tienen mucho dinero... se van de vacaciones a lugares lejanos en su jet privado... qué vidas tan fabulosas tienen... eso es felicidad verdadera!”. Pero, si observamos con atención, entre las personas más adineradas vemos a las más tristes, amargadas y llenas de problemas. Probablemente muchos nunca viven un momento de felicidad en todo el año, ¡excepto posiblemente cuando duermen!

Ahora podemos ver cuán superficial es nuestra perspectiva acerca de la felicidad. Si queremos encontrar gente verdaderamente feliz, cada uno de nosotros debe buscar en su interior. No debemos examinar a nuestros amigos o familiares en búsqueda de una respuesta. Sólo porque alguien tenga ciertas cosas no quiere decir que sea feliz. Cuando afirmamos que sabemos lo que es la felicidad, estamos hablando de la felicidad momentánea y efímera; cuando, en realidad, de lo que queremos saber es acerca de la felicidad que viven aquellas personas cuyos rostros brillan todo el tiempo, que no necesitan cosas físicas que les brinden dicha. Por supuesto, estas mismas personas van al cine y compran objetos personales, pero no es eso lo que les trae felicidad.

El Rav Berg ha hablado de las personas que van a los bares los viernes en la noche. Van a un bar, se quedan un rato, luego van a otro bar, y después a otro y otro más; deben moverse toda la noche. Si no están disfrutando, ¿por qué siguen yendo de un bar a otro? Somos individuos que disfrutamos las cosas por un instante pero, cuando el placer acaba, buscamos otra cosa que nos dé placer, después otra, y así sucesivamente.

Al igual que el final de una película: el momento de entretenimiento termina, el placer se va. La felicidad no se queda con nosotros, así que mañana necesitaremos ver otra película. Pero lo que realmente estamos buscando es felicidad verdadera, no la felicidad que hoy está y mañana desaparece. Casi cada momento de placer en este mundo es momentáneo y temporal.

La verdad es que todo este mundo es demasiado acelerado. Todo lo que deseamos debe llegar a nosotros de forma inmediata, de lo contrario estamos irritables o furiosos. Parece imposible encontrar la felicidad duradera en un mundo así. Cada vez que sale algo nuevo, todos corren a buscarlo. Cuando desaparece, otra cosa toma su lugar y, nuevamente, corremos tras de ella. Computadoras nuevas, programas nuevos, videojuegos nuevos; todos quieren ser el primero en tenerlo, verlo y usarlo. Y después de una semana, la tendencia pasa. La gente cree que estas cosas les traerán felicidad, pero sabemos que esto no es cierto porque no correríamos tras el segundo objeto si el primero nos hubiese dado felicidad duradera. Y el mismo principio funciona con los alimentos: el sabor desaparece casi inmediatamente e, igual de rápido, el cuerpo inicia el proceso de eliminación. Este caso es ejemplificado en la forma en que comemos las semillas de girasol: antes de que siguiera terminemos de masticar lo que tenemos en la boca, ya estamos abriendo la cáscara siguiente.

Si les preguntamos a los ricos -aquellos que pueden despilfarrar el dinero sin sentir ninguna ansiedad- acerca de la felicidad, ¿qué responderían? “No somos felices y no hemos encontrado lo que estamos buscando en la vida”. Afortunadamente, no ocurre de esa manera con todos, pero la mayoría de las personas adineradas experimentan problemas, sin importar cuánto dinero poseen.

Si les preguntamos a las personas moderadamente acomodadas -aquéllas que no tienen todo el dinero que quieren, pero no les falta nada de todas maneras-, con frecuencia vemos personas muy trabajadoras que desean más, a pesar de que tengan todo lo que verdaderamente necesitan. Usualmente, estos individuos están tan ocupados tratando de hacer dinero que, finalmente, no tienen el tiempo para disfrutar del dinero que han hecho. ¿Qué clase de felicidad puede ser esa?

Y si les preguntamos a los trabajadores pobres -aquellos que apenas llegan a fin de mes y quienes difícilmente tienen suficiente para comer- si son felices, ¿qué responderían? Trabajan todo el día, a veces por las noches y, no obstante, se dan cuenta que se encuentran en el fondo de la escala económica a pesar de que trabajan más arduamente que todos. Ellos están seguros de que los empleadores ricos son felices mientras que ellos, los empleados, son los individuos menos felices del mundo.

Parece como si nadie en este mundo pudiera encontrar la felicidad. Así que nos debemos preguntar cómo puede ser posible que Di-s haya creado el mundo de tal manera que nadie pueda ser feliz y todos sufran. Sin embargo, sabemos que esto es imposible porque el Creador creó este mundo sólo para que nosotros y el resto de la Creación obtuviéramos placer en él. ¿Cómo podemos corregir todo esto de modo que nuestra tristeza sea reemplazada con felicidad? Primero tenemos que entender que la Fuente de toda felicidad es el Creador. Di-s diseñó el camino para que nosotros alcancemos la felicidad pero, para poder entender esto realmente, también es importante entender la maldición del Satán; la maldición que pone límites a nuestra felicidad y placer en esta vida. ¿Dónde está el problema? Debe estar dentro de nosotros, ya que el Creador no tiene defectos y creó el mundo a perfección; nosotros somos quienes destruimos la creación de este mundo perfecto.

BeHár significa “en la montaña”. En esta parashá, “en la montaña” se refiere al Monte Sinaí, el cual es una de las montañas más pequeñas del mundo en realidad. Los jajamím (sabios) enseñan que debido a que el Monte Sinaí es tan pequeño, espiritualmente representa una falta de ego. Cuando se les preguntó a todas las montañas por qué debían ser escogidas para la inmensa revelación de Luz que tuvo lugar en la entrega de los Diez Enunciados, todas estas dieron grandes razones por las cuales debían ser escogidas. El Monte Sinaí, al no tener ego, estaba dispuesto a ser escogido pero no se sentía merecedor de ese honor; por lo tanto, se le otorgó la enorme dádiva de ser el lugar de la Revelación. Cuando conectamos con este capítulo en particular, tenemos una oportunidad de hacer una conexión con la energía del Monte Sinaí mediante la renuncia a nuestro ego.


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