KI TISSÁ: A TRAVÉS DEL VELO
וַיְהִי בְּרֶדֶת מֹשֶׁה מֵהַר סִינַי וּשְׁנֵי לֻחֹת
הָעֵדֻת בְּיַד־מֹשֶׁה בְּרִדְתּוֹ מִן־הָהָר וּמֹשֶׁה לֹא־יָדַע כִּי קָרַן עוֹר פָּנָיו
בְּדַבְּרוֹ אִתּוֹ
VAIHÍ BERÉDET MOSHÉ MEHÁR
SINÁI USHNÉ LUJÓT
HAËDÚT BEIAD-MOSHÉ BERIDTÓ MIN-HAHÁR UMOSHÉ LO-IADÁ KÍ KARÁN
ÖR PANÁV BEDABBERÓ
ITTÓ
“Y aconteció, que descendiendo
Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, mientras
descendía del monte, no sabía él que la tez de su rostro resplandecía, después
que hubo hablado con Él”. (Shemót/Éxodo 34:29)
Moshé bajó de la montaña con el
segundo conjunto de Tablas. Había estado en la montaña cuarenta días y cuarenta
noches, y durante ese periodo de tiempo no había comido ni dormido. No estaba
funcionando bajo las leyes físicas, sino que había sido elevado a otra dimensión.
Ningún ser humano ha llegado nunca
antes a este nivel espiritual. Moshé alcanzó lo imposible. Para que nosotros
hagamos que sucedan milagros, tenemos que hacer aquello que pensamos que es
imposible para nosotros.
Intentar hacer aquello que pensamos que
es imposible es precisamente la forma de encontrar la Luz. Hacer lo “imposible”
es la única manera de revelar Luz y encontrar la plenitud.
En el Zóhar, Rabbí Shimön habla a
sus amigos diciendo:
Ahora veo lo que ningún humano ha
visto desde el día que Moshé ascendió al monte Sinaí por segunda vez, puesto que
percibo que mi rostro está iluminado como el poderoso sol que está destinado a
curar el mundo en el futuro. Está escrito: “VEZORJÁ LAJÉM IRÉ
SHEMÍ SHÉMESH TZEDAKÁ UMARPÉ BIJNAFÉHA
- Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus
alas traerá sanación” (Malají/Malaquías 3:20). Es más, soy consciente de que mi
rostro está iluminando, pero Moshé no era consciente de que la piel de su cara
estaba radiante, como está escrito: “LO-IADÁ
KÍ KARÁN ÖR PANÁV - No sabía [Moshé] que la piel de su
rostro resplandecía” (Shemót/Éxodo 34:29).
(Zóhar, Nasó 12:120)
וַיְכַל מֹשֶׁה מִדַּבֵּר אִתָּם וַיִּתֵּן עַל־פָּנָיו
מַסְוֶה
VAIJÁL MOSHÉ MIDDABBÉR
ITTÁM VAITTÉN ÄL-PANÁV MASVÉ
“Y cuando hubo acabado Moisés de
hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro”. (Shemót/Éxodo 34:33)
Moshé bajó de la montaña. Cuando
Moshé descendió, él tuvo que ocular su cara. Moshé estaba en un plano más
elevado y no estaba conectado con la energía de la muerte, como si lo estaban
las personas abajo. Moshé no murió; abandonó este mundo elevándose a una
dimensión superior: si estamos en un nivel más elevado de conciencia que
aquellos a nuestro alrededor, tenemos que ocultarnos cubriendo con un velo
nuestro conocimiento. Las personas no quieren necesariamente lo mejor de
nosotros o para nosotros. Debemos elegir estar con personas que van a ayudarnos
en esta vida y que pueden ver a través del velo.
El Arí escribió:
Cuando Moshé estuvo hablando con
Di-s y luego con Israel, Iesód habría sido partido y la Luz revelada. Porque
[el pueblo de] Israel estaba preparado, el eliminó el velo y la Luz quedó expuesta
porque la Luz de Mem-Hé y Sámej-Hé estaba cubierta con Iesód de Tevuná. Para
que la Luz no fuera vista cuando [Moshé] hablaba sólo al pueblo, el cubrió la
Luz con los dos Nombres Mem-Hé y Sámej-Hé, y la Luz no se mostró demasiado.
Pero la cubierta no era de la Vasija, como Tevuná, que cubre los dos Niveles
Superiores; en su lugar es una cubierta mucho más gruesa, pues Mem-Hé y
Sámej-Hé son para Abbá ve Immá (Jojmá y Biná) como el cuerpo para el alma; por
eso, había un velo. Y después de todo, el velo (cubierta, pantalla) es el
cuerpo para la Luz, por lo que él la hizo sólo en un velo, aunque la
iluminación de su rostro brillaba a través del velo.
(Kitvé HaArí - Las Escrituras del
Arí, Compilaciones de la Torá 5, Ki Tissá 36)
Comentarios
Publicar un comentario