PARASHÁT VAIJÍ: EL SIGNIFICADO DE DESCANSAR
Para recibir la Luz del Creador que
está presente en la Torá, debemos alcanzar una gran paz interior: descanso.
¿Pero qué es la paz verdadera? Es mucho más que el descanso físico y la
comodidad. Una persona que desea descansar sólo en el sentido físico es como un
hombre que intenta apagar un fuego vertiendo gasolina sobre éste. Durante un
instante, parecerá que haya apagado el fuego, pero luego veremos que sólo habrá
conseguido que el fuego arda con más fuerza.
El verdadero descanso que necesitamos
para recibir la Torá sólo puede alcanzarse venciendo nuestro deseo corporal de
evitar la incomodidad que tiene nuestro cuerpo. A Issajár se le dio la
responsabilidad de las tribus que estudiaban la Torá. Él sabía el nivel de reposo
que se necesita para estar conectado con la Luz. Debido a esto, se acostumbró a
sufrir, y como resultado, alcanzó la paz verdadera. El Zóhar dice:
“ISSAJÁR JAMÓR GÁREM
ROVÉTZ BÉN HAMMISHPETÁIM
- Issajár es un asno fuerte, echado entre los establos” (Bereshít/Génesis
49:14). Rabbí Eläzár dijo: “¿Por qué se le llama asno a Issajár? Si es porque
estudió la Torá, se le debería llamar caballo, león o leopardo. ¿Por qué un
asno? Porque se conoce que un asno soportará cualquier carga sin dar una coz a
su amo de la misma forma que hacen otras criaturas. No es fastidioso y se acuesta
en cualquier parte. Issajár también está ocupado con la Torá, acepta la carga
de la Torá y no da coces a Di-s. No es altivo y, como el asno, no le importa su
honor, sino únicamente el honor de su amo. Está “echado entre dos tercios”,
como dijimos, que uno debe acostarse en el suelo, vivir una vida de privación y
de trabajo por la Torá”.
(Zóhar, Vaijí 69:681)
Una vez un hombre fue a Rav Elimélej
y le preguntó: “¿Cómo es posible trabajar para Di-s cuando hay tantos
problemas?” Rav Elimélej le dijo a aquel hombre que fuera a ver al santo Rav
Zusha, el hermano de Rav Elimélej, porque todo el mundo sabía que Rav Zusha
había sido acuciado por todos los problemas que pueden existir en el mundo.
Pero cuando el hombre le hizo a Rav Zusha la misma pregunta, Rav Zusha le
contestó: “¡No tengo ningún problema!” Para Rav Zusha, su certeza en la Luz era
tan potente que era lo único que veía. La única forma de alcanzar la paz
verdadera es buscar la incomodidad hasta que dicha incomodidad se convierta en
descanso en sí misma.
Normalmente suele haber espacio físico
ente las distintas secciones del Rollo de la Torá. A veces, hay una línea
entera; a veces, nueve espacios. Pero aquí, entre el inicio de esta sección
(Vaijí) y el final de la sección anterior (Vaiggásh), sólo hay de espacio el
ancho de una letra. El Zóhar dice:
“VAIJÍ IAÄKÓV BE´ÉRETZ
MITZRÁIM - Y Iaäkóv vivió en la tierra de Egipto...” (Bereshít/Génesis
47:28). Él pregunta: “¿Por qué está cerrada esta porción, no habiendo espacio
en absoluto en la Torá entre el final de Vaiggásh y el principio de la porción
de Vaijí?” Rav Iaäkóv dijo: “Cuando Iaäkóv murió, los ojos de Israel fueron
cerrados”. Rav Iehudá dijo: “Luego, después de la muerte de Iaäkóv, ellos
descendieron al exilio, y los egipcios esclavizaron a Israel”.
Aquí en Egipto, se considera que “Y
Iaäkóv vivió”, pues para él se consideró vida. No se dice de él: “Y vivió” toda
su vida, pues su vida fue de sufrimiento. De él, está escrito: “No tuve reposo”
en la casa de Laván, “tampoco tuve descanso” de Ësáv, “ni estuve tranquilo” por
causa de Diná y Shejém; “pero los problemas vinieron” al vender a Ioséf (Ióv/Job
3:26). Pero después de que descendiera a Egipto, se dice de él: “Y vivió”. Vio
a su hijo como rey, vio a todos sus hijos puros y justos, viviendo con placeres
y lujos, y él habitando entre ellos como el buen vino descansa en sus posos.
Luego se dice: “Iaäkóv vivió”. Por lo tanto, no hay separación, no hay espacio entre
“fueron fecundos y se multiplicaron en gran manera” y “y Iaäkóv vivió”, y así
debe ser, pues uno es la continuación del otro”.
(Zóhar, Vaijí, 15:110, 112)
Un comentario dice que este espacio
cerrado alude al hecho de que Iaäkóv había querido hablarles a sus hijos sobre
el Fin de los Días, que es el tiempo en el que el Mesías vendrá e iniciará la
Redención Final. Sin embargo, no pudo hacerlo porque su visión profética se
detuvo, o se cerró: la información sobre el Fin de los Días estaba oculta para
él.
Cuando Iaäkóv abrió la discusión,
diciendo: “Reúnanse para que yo les haga saber lo que les ha de acontecer en el
fin de los Días”, siendo esto último la Shejiná, la última de las sefirót, al
mencionar “lo que les ha de acontecer en el fin de los días”, él menciono el
exilio. La Shejiná se entristeció y marchó. Más tarde, sus hijos la trajeron de
vuelta a través del unísono creado por las palabras que pronunciaron: “SHEMÁ ISRAÉL
ADO-NÁI ELO-HÉNU ADO-NÁI
EJÁD - Oye, Israel: el Eterno, nuestro Di-s, el Eterno es Uno”. (Devarím/Deuteronomio
6:4) Luego Iaäkóv la mantuvo y dijo: “BARÚJ
SHÉM KEVÓD MALJUTÓ
LEÖLÁM VAËD - Bendito el Nombre
de la gloria de Su reino eternamente”, entonces la Shejiná se estableció en su
lugar.
(Zóhar, Vaijí 53:518)
En esta Parashá tan importante se
nos recuerda lo fácil que es crear aberturas para que el Satán (oponente,
adversario) entre en nuestras vidas. Tan solo una pequeña reacción de celos,
enfado o cualquier otra forma de comportamiento reactivo, negativo permite al
Satán poner un pie dentro.
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