EL ACTO DE TZIMTZUM

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EL ACTO DE TZIMTZUM   Por Kabbalah y Torah en Expansión   Al producir la Creación como una obra fuera de Sí mismo, el ‘En Sof’ (Infinito), Bendito Sea, voluntariamente dejó de lado Su ilimitación y adoptó un camino de acción limitada. Esto se llama el ‘Tzimztum’ (“contracción”) del ‘En Sof’, Bendito Sea.   La Voluntad Suprema, que es el ‘En Sof’, Bendito Sea, incluye diferentes tipos de poderes que no tienen Fin ni Límite. Pero no estamos hablando de Su aspecto de lo ilimitado, con el cual no tenemos conexión. Más bien, estamos hablando de ese poder particular entre Sus innumerables poderes que es la causa de nosotros.   El poder que nos causa es Su poder para producir una obra “fuera” de Él mismo, en el sentido de crear y gobernar reinos y seres aparentemente separados e independientes.   Esto lo hizo de acuerdo con Su ‘Middá Jésed’ (“atributo de bondad”), porque la naturaleza de la bondad es otorgar bondad a los demás. Si es así, estamos hablando solo de Sus actos

PARASHÁT VAIJI - (Bereshit/Génesis 47:28-50:26) - Salir de depresión (energía de vida)


PARASHÁT VAIJÍ - (Bereshít/Génesis 47:28-50:26) - Salir de depresión (energía de vida)

“VAIÓMER  HISHSHAVEÄ   VAISHSHAVÁ  LÓ - Y [Jacob] dijo: Júramelo. Y [José] se lo juró...” (Bereshít/Génesis 47:31a).

Como explica el Rambán (Rabbí Moshé ben Najmán, también conocido como Najmánides, 1194-1270 e.c), una de las razones por las que Iaäkóv hizo jurar a Ioséf que lo enterraría en Israel, en la Cueva de Majpelá en Hebrón -la cueva donde Adám, Javvá, Avrahám, Sará, Itzják, Rivká y Leá fueron enterrados, fue para que actuara con más diligencia. Si Iaäkóv no hubiera forzado a Ioséf a jurarlo, quizás Ioséf no hubiera hecho un esfuerzo adicional y no hubiera llegado a enterrar a su padre en Israel.

Aun así, sabemos que el amor de Ioséf por su padre era algo que no se puede describir con palabras. Entonces, ¿qué nos quiso enseñar Iaäkóv haciendo jurar a Ioséf? Sabemos que Ioséf estaba en peligro durante el funeral de Iaäkóv. Sin el juramento, el miedo de Ioséf podría haberle hecho sentir que era imposible enfrentarse a todos los problemas relacionados con llevar a su padre a la Cueva de Majpelá. Cuando Iaäkóv le hizo jurar, Ioséf recibió una nueva fortaleza, sabiendo que tenía el poder para superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

Si nos decimos a nosotros mismos que parece imposible restringir nuestros deseos, debemos darnos cuenta de lo mucho que le debemos al Creador. Di-s nos da aire para respirar, alimento para comer y una casa en la que vivir. Y más allá de lo que queremos recibir del Creador, el Creador quiere darnos Luz. Como dice el Talmúd: “El deseo de la vaca de alimentar a su ternero es mayor que el deseo del carnero por alimentarse”.

Debemos recordar que no hay límites a cuánta Luz podemos recibir si tenemos el deseo. Por lo tanto, nada es imposible. Como dicen los kabbalístas: “No existe tal cosa como el no puedo; sólo el no lo haré”.

“HAELO-HÍM  HAROË  OTÍ  MEÖDÍ  ÄD-HAIÓM  HAZZÉ - El Di-s que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día...” (Bereshít/Génesis 48:15).

En los escritos del Anciano de Kelm, se dice: “Nunca oí decir a una persona de clase media o rica: 'Bendigo a Di-s porque tuve algo que comer este año y porque no estuve enferma! Pero a veces, una persona justa bendecirá a Di-s diciendo que todo está bien, aunque la situación no sea buena”. “Di-s es mi pastor” significa “Di-s me sustenta”.

Constantemente pensamos y sentimos que nos merecemos cosas buenas, y nos preguntamos por qué no las tenemos. Pero en la Guemará está escrito: “Una persona puede ser pobre sólo en su conciencia”. Una persona pobre es alguien que siente algún tipo de carencia o vacío, aunque tenga todas las cosas materiales que necesita. La verdad es que realmente no merecemos nada. El mundo no nos pertenece; sólo somos Kelím/Vasijas para recibir y revelar la Luz del Creador. Lo que obtenemos no es el resultado de nuestro propio trabajo, sino que lo obtenemos a través de la misericordia y la justicia de Di-s. Esta es una lección muy importante. Todo aquel que siente que merece algo, al final no tendrá nada.

Pero todo aquel que cree que no merece nada, al final recibirá.

“VAISHLÁJ  ISRAEL  ET-IEMINÓ  VAIÁSHET  ÄL-RÓSH  EFRÁIM  VEHÚ  HATZTZAÏR… SIKKÉL  ET-IADÁV - Pero Israel extendió su derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor... cruzando a propósito sus manos...” (Bereshít/Génesis 48:14).

Una persona que estudia la Torá se conecta con el Libro Sagrado. Todo lo que hace, lo hace con la Luz. Sus manos se vuelven como las manos del Creador. Di-s entra en todas y cada una de las partes de su cuerpo, para que sus manos sepan automáticamente cómo hacer la voluntad de Di-s. Iaäkóv Avínu, Jacob nuestro Patriarca, era un ejemplo puro de esto: él era literalmente parte del Creador. Debemos alcanzar el nivel en el que cada parte de nosotros, incluido nuestro cuerpo físico, sea un canal de la Luz, de forma que podamos activar la parte Divina de Arriba en cada átomo de nuestro cuerpo.

Hay una historia de un hombre justo que quería ver el Jardín de Edén. Él tuvo un sueño en el cual se le mostraba el camino al Jardín. Después de seguir las indicaciones, esperaba ver bellos lagos, cascadas, árboles y todos los demás atributos de un paraíso. De repente, se encontró con dos personas sentadas en una mesa rota comiendo pan duro y bebiendo agua de copas rotas. Estaban estudiando la Torá. “¿Dónde está el Jardín de Edén?”, les preguntó. Ellos le respondieron que el Jardín de Edén no es un lugar al que vas o al que puedes entrar. El Jardín de Edén forma parte de ti.

La espiritualidad no es algo que “hacemos” o a “donde vamos” unas horas al día. Es algo que pasa a formar parte de nosotros. Está siempre en nuestro interior, allí donde estemos.




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