EL ACTO DE TZIMTZUM

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EL ACTO DE TZIMTZUM   Por Kabbalah y Torah en Expansión   Al producir la Creación como una obra fuera de Sí mismo, el ‘En Sof’ (Infinito), Bendito Sea, voluntariamente dejó de lado Su ilimitación y adoptó un camino de acción limitada. Esto se llama el ‘Tzimztum’ (“contracción”) del ‘En Sof’, Bendito Sea.   La Voluntad Suprema, que es el ‘En Sof’, Bendito Sea, incluye diferentes tipos de poderes que no tienen Fin ni Límite. Pero no estamos hablando de Su aspecto de lo ilimitado, con el cual no tenemos conexión. Más bien, estamos hablando de ese poder particular entre Sus innumerables poderes que es la causa de nosotros.   El poder que nos causa es Su poder para producir una obra “fuera” de Él mismo, en el sentido de crear y gobernar reinos y seres aparentemente separados e independientes.   Esto lo hizo de acuerdo con Su ‘Middá Jésed’ (“atributo de bondad”), porque la naturaleza de la bondad es otorgar bondad a los demás. Si es así, estamos hablando solo de Sus actos

PARASHA VAIGASH - (Bereshit/Génesis 44:18-47:27) - Conflictos en relaciones (pareja, socio, otros)


PARASHÁT VAIGGÁSH - (Bereshít/Génesis 44:18-47:27) - Conflictos en relaciones (pareja, socio, otros)

“VAIÓMER  IOSÉF  EL-EJÁV: ANÍ  IOSÉF  AJIJÉM - Y dijo José a sus hermanos: “Yo soy José vuestro hermano” (Bereshít/Génesis 45:4).

En esta historia bíblica, Ioséf/José se revela finalmente ante sus hermanos. Cuando los hermanos de Ioséf llegaron a Egipto para comprar comida, él los trató fríamente desde el principio. Eso hizo que surgieran preguntas en sus mentes acerca de por qué ocurría todo aquello. Se culpaban los unos a los otros y luchaban por comprender que les estaban haciendo y por qué. Pero todo esto acabó cuando escucharon las palabras: “Yo soy José vuestro hermano”. En aquel momento, todas sus preguntas encontraron respuesta. Dejaron de culparse los unos a los otros y dejaron de dudar de su conexión con el Creador.

Rashi dijo que todos estaban aterrorizados por igual, debido a la vergüenza que sentían. En la presencia de la persona a quien habían ofendido y que ahora tenía tanto poder sobre sus vidas, se sentían llenos de miedo. La mayoría de nosotros culpamos a otras personas de lo que sucede en nuestras vidas. Antes de llegar a darnos cuenta de que el Creador está presente en cada momento de nuestros días, debemos primero dejar de culpar y de enfadarnos con los demás; sólo entonces podremos ver el panorama general. Mientras que lo que sucede ahora es el panorama incompleto, el panorama general es como la comprensión total que se dio en los hermanos cuando escucharon: “Yo soy vuestro hermano Ioséf”. En nuestra propia vida, esta comprensión llega cuando escuchamos: “Yo soy Di-s; soy Quien hizo esto por ti”. Cuando nos esforzamos por recordarnos que todo-tanto lo bueno como lo malo- viene del Creador, somos bendecidos con inspiración y orientación Divina.

“KOL-HANNÉFESH  HABBAÁ  LEIAÄKÓV  MITZRÁIMA - Todas las almas que vinieron con Jacob a Egipto...” (Bereshít/Génesis 46:26).

Cuando Iaäkóv, sus hijos y sus familias se fueron a Egipto, está escrito: “Todas las almas (personas) que vinieron con Iaäkov a Egipto, descendientes directos suyos, eran en total setenta almas”. La palabra “almas” en la frase “todas las almas” está escrita en su forma singular en hebreo, y describe a todas las personas y las cosas que estaban en la casa de Iaäkóv, aunque “almas” debería estar escrito en su forma plural. Entonces, ¿por qué en una sección previa que describe la familia de Ësáv está escrita en su forma plural: “Y Esaú tomó sus esposas, sus hijos y sus hijas, y todas las almas (nafshót) de su casa...”? (Bereshít/Génesis 36:6).

La respuesta a esta pregunta es que los justos pueden estar físicamente separados y vivir en muchos lugares distintos del mundo, pero siempre están conectados entre ellos como si fueran uno. Cuando decimos en nuestras oraciones: “Una sola alma unida”, en realidad todos estamos juntos desde cualquier parte del mundo.

“Ama a tu prójimo como a ti mismo” es casi imposible de conseguir si pensamos que “tú eres tú y yo soy yo”. Sólo mediante una conciencia de unidad podemos amar a nuestro prójimo tanto como a nosotros mismos. Si alguien está sufriendo o atravesando tiempos difíciles, tenemos que ayudar; no porque somos “buenas personas”, sino porque sentimos el dolor como nuestro propio. Si sientes dolor en tu mano derecha, tu mano izquierda no dice: “Bueno, ese no es mi problema”. Cuando Iaäkóv y su familia se fueron “unidos”, fue porque Iaäkóv sabía que esta era la única forma de que pudieran abandonar Egipto. En cada generación tenemos nuestro propio “Mitzráin/Egipto”, nuestro lugar de exilio espiritual, y sólo a través de la unión seremos capaces de abandonar este exilio y hacer nuestro trabajo espiritual.

LOS REGALOS DE BINIAMÍN

Está escrito que Ioséf dio más a Biniamín que al resto de sus hermanos; no un poco más, sino cinco veces más (Bereshít/Génesis 45:22). ¿Por qué actuó Ioséf de una forma que podía despertar celos entre los hermanos, especialmente porque fueron los celos los que llevaron a los hermanos de Ioséf a venderlo en primer lugar?

Para entender esto, debemos saber primero que todas las acciones de nuestros Patriarcas no fueron sólo para ellos mismos o para su propia época, sino para todo el mundo y para todas las generaciones. Si Ioséf no le hubiera dado a Biniamín las vestimentas que le dio, Mordejái no habría tenido la fortaleza para luchar contra el malvado Hamán. Sólo gracias al mérito de la fortaleza de Ioséf como líder de Egipto, Mordejái fue capaz de derrotar a Hamán. Ioséf era consciente de los efectos a largo plazo de sus acciones.

El Arí escribió:

Puesto que Iaäkóv se inclinó ante Ësáv y le hizo su amo mediante su reverencia, dañó a Nétzaj fuertemente, hasta que Biniamín (en español “hijo de la derecha”) apareció, quien todavía no había nacido cuando Iaäkóv se inclinó ante Ësáv. Así pues, Mordejái, que no quería inclinarse ante Hamán, que es Ësáv/Esaú, descendió de Biniamín.

(Kitvé HaArí - Las escrituras del Ari - Shemuel Áléf/ 1º Samuel 9)

De esto debemos aprender que todas las acciones de todas las generaciones previas han preparado nuestro camino. Todo está preparado. Di-s no nos pide que venzamos a Satán, nuestro Oponente, por cuenta propia. No estamos en el nivel de Rabbí Shimön o de Rav Itzják Luria (el Arí). Y no necesitamos estarlo, porque ellos lo han preparado todo para nosotros, como en el Zóhar o en Los Escritos del Arí. Disponemos de la ayuda de estos libros de Luz y sabiduría.

“MEÄT  VERAÏM  HAIÚ  IEMÉ  SHENÉ  JAIÁI - Pocos y malos han sido los días de los años de mi vida” (Bereshít/Génesis 47:9).

Un comentario nos dice que cuando Iaäkov dijo: “Meät veraïm - pocos y malos”, Di-s le dijo: “Te salve de Ësáv; te devolví a Diná y a Ioséf. ¿Por qué te estás quejando?” Debido a esta queja, se le restaron 33 años a la vida de Iaäkóv.

No estamos juzgando a Iaäkóv, pero de todo esto podemos aprender una hermosa lección. A causa de sus quejas, Iaäkóv parecía mucho mayor y murió mucho más pronto de lo previsto. Si Iaäkóv, en su nivel de conciencia, hubiera aceptado con amor todo lo que le ocurrió, su apariencia física se habría transformado en la de alguien más joven y feliz. Su pelo no habría sido blanco, y hubiera parecido más joven para su edad. Las personas envejecen porque no aprecian lo que la Luz hace por ellas. Cuando se sienten bien, toman las cosas por garantizadas. Pero cuando atraviesan tiempos difíciles, claman al Creador: “¿Qué me estás haciendo?”.

Sin embargo, no es suficiente con apreciar o conocer la Luz. La Luz tiene que formar parte de nosotros. Nuestra conexión con la Luz tiene que ser con cada músculo, cada nervio, cada pelo de nuestro cuerpo, hasta que no quede espacio para el dolor, el sufrimiento, la vejez e incluso la muerte.

Vaiggásh significa “acercarse”, aproximarse a la Luz del Creador. Hay ciertas cosas que podemos hacer y que nos ayudan a acercarnos a la Luz, mientras que otras cosas hacen que nos distanciemos de ella. Compartir nos acerca, por ejemplo, mientras que la duda y el enojo nos distancian. Esta lectura nos da el poder para acercarnos a la Luz del Creador.




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