LA LETRA כ KAF

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LA LETRA כ KAF     Por Kabbalah y Torah en Expansión   Las 2 letras de la escritura completa de la palabra כ ‘Kaf’, כף son las iniciales de 2 palabras hebreas: ‘Kóaj’ (“potencial”) y ‘Poël’ (“real”). Así la כ ‘Kaf’ alude al poder latente dentro del reino espiritual, el potencial de manifestarse completamente en la esfera física de lo real. HaShem debe crear el Mundo continuamente; de lo contrario, la Creación dejaría de existir instantáneamente. Su potencial, es entonces actualizado a cada momento. Este concepto se conoce como “el poder de revelar el eterno potencial dentro de la realidad”. En la Jasidut se nos enseña que esta debe ser la primera percepción al despertar. De momento que el significado literal de la letra כף ‘Kaf’ es “palma” - el lugar del cuerpo donde se lleva a la práctica el potencial - esta percepción es reflejada en la costumbre de poner una palma sobre la otra al despertar, al recitar la plegaria ‘Modé Aní’:   MODÉ (MODÁ)   ANÍ   LEFANEJA   MÉLEJ  

MELAVE MALKA - LA CUARTA COMIDA DE SHABAT


MELAVVÉ MALKÁ - LA CUARTA COMIDA DE SHABBÁT

Nuestros Sabios dijeron: “Al finalizar el sagrado Shabbát debemos preparar una mesa para la cuarta seüddá para despedir Shabbát, y aunque no comamos más que un simple bocado, con todo eso, es importante que la mesa esté bien presentada, ya que Shabbát es una Reina que nos emocionó con su llegada; y por lo tanto debemos rendirle el honor también al acompañarla al despedirla como se merece” (Shabbát 119b).

¿Exactamente a quién estamos acompañando? Shabbát es sólo un día, con principio y fin. Entonces, ¿para qué hacer una ceremonia de despedida y acompañamiento? ¿Acaso se hace “Melavvé Ióm Tóv”? ¿Despedimos las grandes fiestas como Pésaj, Sukkót o Shavuöt?

Nuestros Sabios hablaron mucho sobre la bendición que recibe quien acompaña al Shabbát en su despedida; por ejemplo el Marán Hajidá y también en el libro Perí Ëtz Jaím de Rav Jaím Vital dicen: “Aquél que cumple la seüddá de Melavvé Malká se salva de Jibbúd hakkéver, del sufrimiento de la despedida del alma a la hora de fallecer y su elevación al Ölám Habbá (Mundo Venidero).

Aparentemente no se entiende la conexión; ¿qué tiene que ver una cosa con otra?

La respuesta es obvia.

Cada Shabbát recibimos una visita de la neshamá ieterá, el alma adicional que convive con nosotros para llenarnos de luz y santidad. Esta visita se retira para retornar a su morada en el Paraíso Celestial. Por lo tanto, de la misma forma que salimos a recibirla, cantando, “Boi Kal´lá, Shabbát Malketá” así la despedimos con Melavvé Malká.

En esta despedida y elevación de esta alma adicional al Cielo, procuramos eliminar obstáculos de las fuerzas negativas, por lo que en el rezo de Ärvit entonamos el Tehil´lím/Salmos 91: “IÓSHEV  BESÉTER  ËLÍON”, que suele recitarse en los entierros, y por la noche en Keriát Shemá antes de dormir.

El factor común entre el entierro, el Shemá de antes de dormir y el sábado en la noche es que en los tres casos se acompaña al alma desde este mundo hasta el Mundo Venidero. Cada noche, antes de dormir nuestra neshamá se eleva para rendir cuentas ante el Creador; en el entierro se eleva nuestra alma en forma definitiva y cada Motzaé Shabbát se eleva la neshamá ieterá que nos acompañó. Para que este viaje astral no tope con obstáculos puestos por las fuerzas negativas, se recita el Tehil´lím 91, que neutraliza estas presencias, abriendo un camino de luz hacia el Cielo, como habíamos mencionado anteriormente.

Con esto entenderemos lo dicho en nombre del Marán Hajidá: “Aquél que acompaña al Shabbát y a su alma adicional, para que regresen con luz y tranquilidad al Mundo Venidero, será recompensado grandemente, puesto que a la hora de entregar su alma al Creador, después de los 120 años, esta misma (la neshamá ieterá) vendrá para recompensarlo de la misma forma, acompañando a nuestra neshamá a su morada en el Paraíso”.

En otras palabras, el “Melavvé Malká” será recompensado con un “Melavvé Neshamá”.

Esta cuarta seüddá es también conocida como la Seüddá del Rey David. Esto se basa en lo relatado en el Talmúd donde se narra que el Rey David pidió al Creador: “HODIËNI  ADO-NÁI  KITZTZÍ  UMIDDÁT  IAMÁI  MAH-HÍ  EDEÄH  MEH-JADÉL  ÁNI - HaShém, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy. (Tehil´lím 39:5).

El Creador respondió: “Esto no lo revelo al ser humano”. Sin embargo, el rey David insistió tanto que Di-s dijo: “Lo único que te diré es que será en un día Shabbát” (Shabbát 30a).

Esta noticia puso al Rey David en un estado de gran angustia. ¡Los nervios le estallaban cada Shabbát! Al finalizar el día sagrado sin fallecer, agradecía el regalo de tener una semana más de vida. Por esto es que hacía un banquete, ¡un Melavvé Malká principesco!

Además de ser una anécdota sobre la relación que hay entre el Rey David y el sábado por la noche, viéndolo en forma general, nos damos cuenta que Shabbát representa las cuatro columnas que cada iehudí necesita. En cada seüddá nos enlazamos al Patriarca relacionada con ella: Avrahám, Itzják, Iaäkóv y Davíd Hamélej, quienes, según la Cábala, forman la Merkavá/Carroza Celestial.

Dice el Talmúd: “Di-s mora sobre aquél que tiene cuatro cualidades, es decir, aquél que es sabio, fuerte, rico y humilde” y sobre esto pregunta el Pirké Avót:

“¿Quién es el sabio?, el que aprende de todos.
¿Quién es el fuerte?, el que vence a sus instintos.
¿Quién es el rico?, el que está contento con lo suyo.
¿Quién es el humilde?, el que honra a los demás”.

Estas cuatros cualidades están simbolizadas en el carácter y personalidad de nuestros tres Patriarcas y el rey David:

AVRAHÁM AVÍNU, es la personificación de la humildad positiva: “Yo soy polvo y ceniza”.

ITZJÁK AVÍNU, es el ejemplo perfecto de la fe y la razón dominando los instintos: extendió su cuello en la Äkedá, sin dudas ni temblores.

IAÄKÓV AVÍNU, el estudioso sentado en la carpa y en la Ieshivá de Shém y Éver, simbolizando al Sabio que aprende de todos.

DAVÍD HAMMÉLEJ simboliza la riqueza, recordado siempre porque acumuló una gran fortuna que no usó para su beneficio sino que fue destinada para la construcción del Templo.

Estas cuatro cualidades se relacionan también con las cuatro fiestas principales del calendario judío.

PESÁJ simboliza la humildad, ejemplificada por la matztzá que es una masa que no está inflada como un orgulloso. Así como Avrahám Avínu que siempre se comportó en forma modesta y humilde, a pesar de contar con grandes riquezas materiales y espirituales otorgadas por el Creador.

RÓSH HASHANÁ que son días de Guevurá, días temibles de juicio, días de auto-control sobre nuestro ietzer hará (instinto del mal). Se relaciona con Itzják.

SHAVUÖT durante la fiesta en la que recibimos la Torá y su Sabiduría. Se conecta con Iaäkov y su cualidad de sabiduría.

SUKKÓT, festividad en la cual salimos de nuestra lujosa casa y moramos en una modesta cabaña en la que se nos ordena: “Vesamajtá vejaguejá - Te alegrarás en tu fiesta”, simbolizando así la cualidad del rico que está contento con lo poco y simple que tiene, ya sea una cabaña o Sukká. De la misma manera que el rey David estaba contento con la Voluntad Divina, sin importar si era un humilde pastor o un poderoso rey.

Estas cuatros columnas están también simbolizadas en las figuras del Trono Celestial:

La figura humana conocida como Adám, palabra que proviene de la tierra es símbolo de la humildad.

El león símbolo de la fuerza.

El águila que posee una vista aguda y sobre esto dijeron nuestros Sabios: “¿Quién es sabio? Aquel que tiene la visión del porvenir”, simboliza al sabio;

Y el toro que simboliza la riqueza ya que tiene alimento en abundancia en los pastizales, frescos o secos.



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