LA LETRA ב BET

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LA LETRA ב BET   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra ב ‘Bet’, primera letra de la palabra בית “casa”, se refiere a la Casa de HaShem (Ieshaäiahu/Isaías 56:7):   “Betí (Mi Casa) será llamada ‘Bet-Tefil´lá’ (Casa de Oración) para todos los pueblos”.   Consta en el Midrash que la motivación Divina para la Creación, fue que ‘HKBH’ (El Santo, Bendito Sea), deseó tener una morada en la realidad inferior. El cumplimiento de este deseo, comienza con la creación de ‘Adam’ (El Hombre), un alma Divina investida en un cuerpo físico, y prosigue con la multiplicación del hombre, la “conquista” completa del Mundo para convertirlo en ‘Maljut Shamáim’ (“El Reino de los Cielos”).   La Torá empieza la descripción detallada del ‘Mishkán’ (Tabernáculo) y sus utensilios, con la declaración de su propósito final: “VEÄSU   LI   MIKDASH   VESHAJANTÍ   BETOJAM - Y me harán un Templo y moraré en ellos”. No dice “en él”, explican los sabios, sino “en ellos”, en cada uno y uno de lo

TAMUZ: ANTICIPAR LOS OJOS A LA BOCA


TAMMÚZ: ANTICIPAR LOS OJOS A LA BOCA

Una de las bases principales del pensamiento místico y filosófico de la Sabiduría de Israel sostiene que el mundo fue creado a partir de las 22 letras del alefato (alfabeto) hebreo. Primero existieron las letras a modo de unidades energéticas, y a partir de estas devino posteriormente el mundo físico y material.

Al estudiar la energía de las letras y su poder de creación, encontramos que por medio de la palabra divina o, más precisamente, por medio de las Diez Locuciones o Dichos Iniciales, el mundo alcanzó su modo físico. El Creador dijo que haya luz y fue la luz; el Creador dijo que las aguas se dividan y la tierra seca apareció. Diez locuciones, diez dichos, diez mandatos divinos de Creación.

Para lograr alcanzar la esencia particular del mes de Tammúz, los sabios enseñan que resulta indispensable aproximarnos a dos letras del alfabeto hebreo: la letra Äin y la letra Pe.

El significado del nombre de la letra Äin es ojo, y el significado del nombre de la letra Pé es boca. ¿Mera coincidencia?

LAS LETRAS Y EL PUNTO MÁXIMO DE CAÍDA

Si bien la energía negativa de desviación comienza a influir en el mundo a partir del mes de Tammúz, su punto máximo es alcanzado el mes siguiente, el mes de Áv. Como uno de tantos ejemplos, diremos que los dos templos de Jerusalén fueron destruidos el 9 del mes de Áv. También los espías que recorrieron la Tierra de Israel durante todo el mes de Tammúz, regresaron junto a Moshé el 9 del mes de Áv.

La caída energética que comienza en el mes de tammúz se completa en el mes de áv.

Los sabios indican que precisamente en este día -el 9 de áv-, en el punto de máxima caída, en el fondo energético del calendario, debemos dedicarnos a la lectura del libro bíblico de Meguil´lát Ejá/Lamentaciones. Si lo leemos con detenimiento notaremos que todos sus capítulos, a excepción del último, están ordenados respetando el orden del alefato hebreo. Más a partir del segundo capítulo encontramos una modificación en el orden del mismo: la letra Pé aparece escrita antes que la letra Äin.

Los sabios del Talmúd (Tratado de Sanedrín), atentos y sensibles a todo cambio o modificación, indican que en realidad tal inversión en el orden de las letras Pé y Äin no es casual, sino que, por el contrario, encierra un mensaje muy profundo, y lo ejemplifican precisamente citando el caso de los espías enviados por Moshé: ellos dijeron con sus bocas -pé- lo que sus ojos -äin- no vieron.

En pocas palabras, la raíz del exilio, la caída, y la destrucción está simbolizada por la modificación del orden correcto entre las letras Pé y Äin, lo cual indica la posibilidad humana de hablar lo que nuestros ojos no vieron.

Qué sugerente y significativo resulta entonces reflexionar acerca de la enseñanza de los sabios que indica que precisamente entre estas dos fechas históricas -el 17 de Tammúz y el 9 de Áv- existen veintidós días, el mismo número que conforma el alefato hebreo.

ANTICIPAR LOS OJOS A LA BOCA

Aprendimos que la caída más dañina comienza en el momento en el que la persona modifica el orden de sus ojos y su boca. En lugar de hablar lo que ve, primero habla, y después observa. Y lo más grave de esto es que al final los ojos terminan “viendo” lo que su boca dijo.

La Torá nos relata que cuando el pueblo de Israel, tras cruzar el desierto, se aprestaba a entrar a la Tierra Prometida, el rey de Moáv, Balák, sobremanera se asustó y decidió tramar un plan para evitar que Israel llegara a su tierra. Entonces, mandó llamar al máximo “profeta” de aquellos días, Biläm, para que observara a Israel desde lejos y lo maldijera.

Y si bien al fin y al cabo el plan de estos dos malvados fracasó y las maldiciones fueron trocadas en bendiciones, El Talmúd se interesa por un punto particular de esta historia: cómo el malvado Biläm podía lograr maldecir en un solo instante? Y la respuesta de los sabios es que el mínimo tiempo de un instante le era suficiente para pronunciar el termino hebreo “kalem” : que sean exterminados!.

Para entender esta maldición diremos que Maimónides escribe que la palabra rey  מלך  mélej, está compuesta por tres letras: Mem, Lamed, y Jaf, y que este orden no es casual.

La primera letra, la Mem, marca el nivel de móaj, del cerebro y la mente de la persona, que es la que debe conducir al individuo; la segunda letra, Lamed, es la que refiere al nivel de lév, el corazón, el cual debe seguir a la mente, y por último, la letra Jaf marca el nivel de kavéd, del hígado, el cual es asociado con la sangre y domina el aspecto físico y corporal de la persona. En resumen: rey, mélej, es quien anticipa la mente a sus sentimientos, y estos a su cuerpo.

La maldición kalém, la cual pretendía dañar al pueblo de Israel, reúne las mismas letras que rey, mélej, aunque en el orden inverso. ¡Pobre de la persona cuyo cuerpo determina el camino, el sentimiento los sigue, y solo después permite a su mente tomar parte en la decisión! ¿Puede acaso imaginarse una persona mayor maldición que esta?

Cuando la boca habla sin que los ojos hayan revisado los hechos, la persona funciona de modo inverso, y esto garantiza su futura derrota.

Y si alguna vez, precipitadamente anticipamos la boca a los ojos, y creamos una realidad propia, basada en nuestras fantasías, como el idólatra, debemos al menos estar dispuestos a rectificar nuestras ideas cuando la realidad nos demuestra lo contrario. Cuántas veces por orgullo nos aferramos a conceptos o ideas que expresamos y no estamos dispuestos a modificarlos en ningún caso. Cuántas veces clamamos a los cielos porque sentimos que en nuestro mundo la presencia divina aparenta estar ausente. Mas es completamente cierto: Di-s habita en el mundo creado por Él y no en el que nosotros inventamos o imaginamos.

Aprovechemos la energía de Tammúz para reordenar nuestra estructura interna, para dar prioridad a nuestros ojos y para que las palabras que salgan de nuestra boca sean fieles a un sistema que nos permita ser reyes...de nuestra persona y nuestra vida.


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