LAS SEÜDDÓT (COMIDAS) DE SHABBÁT:
CAUSANDO LA ALEGRÍA DIVINA
Si estás buscando los modos
adecuados para causar la alegría celestial, ante todo has de pensar en el
Shabbát. El Shabbát es una de las mitzvót más importantes. Podría incluso
decirse que es el pilar de todas nuestras mitzvót. La Torá nos dice varias veces
que hemos de cuidar el Shabbát: primero en Bereshít-Génesis, luego en Shemót-Éxodo.
Luego, en el libro de Vaikrá-Levítico, en que HaShém nos dice que seamos santos
porque Él es santo, hay un versículo que dice: “Mis Shabbát observaréis”. Como
HaShém está diciendo “Mis Shabbát”, comprendemos que el Shabbát tiene que ver
con algo más relevante para HaShém que para nosotros.
Existe un libro de sabiduría mística
intitulado El Bahír, que da un ejemplo que puede ayudarte a comprender lo que
HaShém pide de ti: Érase una vez un rey que tenía hijos. Sus hijos le amaban
así como él los quería. Él les dijo: todo cuanto hago es para vosotros. Siempre
estoy obrando para ayudarles. Ahora les estoy pidiendo que hagan algo por mí,
que me honren del modo que les pido, un día por semana. Quiero que os
regocijéis conmigo en mi día de alegría. De igual modo, HaShém está diciéndoles
al pueblo de Israel: así como Yo me regocijo en vuestros días de alegría, les
pido que os regocijéis conmigo en Mi día de alegría, que es el Shabbát.
Cuando El Altísimo te pide que
cuides Sus Shabbát, te está diciendo también: cuando sufrís aflicciones,
vuestro dolor es Mi dolor, como dice el versículo: “Seré con él en tiempo de
aflicción” (Tehil´lím 91:15). Por lo tanto, en Mi tiempo de alegría, deseo que
vosotros también sintáis alegría. Cabe decir que, de algún modo, la alegría
Divina no es completa sin nuestra participación.
En Shabbát, HaShém te está pidiendo
que te abras a Su luz interior al decir las tres tefil´lót-plegarias de Shabbát,
así como que dejes que te rodee Su Luz circundante involucrándote en tres seüddót-comidas
que has de preparar para Él y también participar en ellas. Estas tres comidas
corresponden a tres niveles de fe que todo judío ha de alcanzar en su vida. La
participación en la alegría Divina en Shabbát está relacionada por tanto con
las tres comidas que hemos de preparar para este día, y deleitarnos en ellas
tras de participar en la oración que ha de pronunciarse antes de cada una de
estas comidas. Cada una de las comidas está vinculada con un aspecto de la
Presencia Divina que HaShém nos revela en el transcurso de la comida. Al
preparar la comida y participar en ella, estamos cumpliendo lo que se requiere
de nosotros según la ley judía. Mismo si estás enferma y no puedes preparar una
comida en esta etapa de tu vida, al separar un panecillo o media matzá de
espelta que quizás sea más fácil digerir, junto con una deliciosa ensalada o
pasta para untarle, teniendo en mente que ésta será tu comida especial de
Shabbát, también estás cumpliendo el requisito.
Pero quizás quieras ir más allá de
lo que se requiere de ti. Fuimos creados en la imagen Divina. Por lo tanto, para
comprender qué puede significar causar la alegría Divina podemos buscar un
ejemplo en el plano de las relaciones humanas. Imagina que presentas tu
candidatura para gobernador. En el país en que vives, el gobernador ha de pasar
una serie de pruebas rigurosas para ser considerado apto para tal cargo, y
logras salir triunfante en todas pruebas a pesar del gran desafío que
representan. Un grupo de tus partidarios te sigue de cerca, ayudándote en cada
etapa. Eventualmente, cuando llegas a ser gobernador, desborda tu alegría.
Pides a tu personal que organicen una recepción para festejar el momento. Llega
el día de la fiesta y todos vienen. Te dicen: hemos preparado esta comida para
festejar con usted. ¿Es eso verdad? te preguntas, mirando a tu alrededor. Están los invitados que han venido para
quedar bien contigo: son los ciudadanos del lugar y quieren tener relaciones
cordiales con el nuevo gobernador. En contraste, están los que te siguieron en
cada una de tus pruebas, que ahora se alegran contigo con conocimiento de
causa; se dan cuenta de que serás un mejor líder que cualquiera de los otros
candidatos. ¿Eso es todo? No; hay también un tercer grupo de gente en tu
fiesta. Consiste en los invitados cuya relación contigo no era tan íntima como
para seguirte en las etapas de tus pruebas, y sin embargo, se han informado
acerca de las mismas, tratando de comprender en qué consistían. Te dicen: hemos
preparado esta comida para festejar que usted pudo salir triunfante en la
primera etapa, la segunda etapa, la tercera etapa… Tú les miras pensando: no
tienen ni idea de lo que involucraron las etapas, pero queda claro que desean
un vínculo más estrecho y que de veras se alegran conmigo.
El propósito de este ensayo es
ayudarte a pertenecer al tercer grupo de invitados al tratar de participar en
la alegría Divina a través de las tres comidas de Shabbát. El Todopoderoso se
revela a ti de manera distinta en cada una de estas tres comidas y si en este
momento no puedes aclarar la índole de estas revelaciones. Rabbí Shimön bar Iojái
preparó una declaración que se pronuncia en el idioma arameo. Cada una de las
tres declaraciones captura la esencia de lo que sucede en la comida, y al
pronunciar tal declaración, mismo si no comprendes su significado profundo,
estás expresando tu fe total – más aún, tu conciencia – que ahora, en esta
comida estás en presencia de HaShém.
El sabio de la Torá, Rab Pincus Z´L,
pregunta:
¿Cómo se crea la sensación excelsa
de estar en presencia de HaShém? No es necesario “crearla” porque ya existe… Hemos
de saber Quién está sentado a nuestra mesa. En las zemirós (cantos de Shabbát)
decimos, “Askinu seudasa… Askinu significa que es HaShém Quien nos invita a Su
mesa. Él es el anfitrión y nosotros somos sus invitados.
Las comidas de Shabbát causan la alegría
Divina porque el conjunto de estas tres comidas nos infunde una fe que raya en
la conciencia, y podremos recurrir a ella durante la semana entrante. Por lo
tanto, al leer la declaración preparada para cada una de las comidas de Shabbát,
estás expresando tu profundo deseo de participar en la alegría Divina
adquiriendo el grado de fe que se desprende de la comida indicada.
Si estás buscando los modos
adecuados para causar la alegría celestial, ante todo has de pensar en el
Shabbát. El Shabbát es una de las mitzvót más importantes. Podría incluso
decirse que es el pilar de todas nuestras mitzvót. La Torá nos dice varias veces
que hemos de cuidar el Shabbát: primero en Bereshít-Génesis, luego en Shemót-Éxodo.
Luego, en el libro de Vaikrá-Levítico, en que HaShém nos dice que seamos santos
porque Él es santo, hay un versículo que dice: “Mis Shabbát observaréis”. Como
HaShém está diciendo “Mis Shabbát”, comprendemos que el Shabbát tiene que ver
con algo más relevante para HaShém que para nosotros.
Existe un libro de sabiduría mística
intitulado El Bahír, que da un ejemplo que puede ayudarte a comprender lo que
HaShém pide de ti: Érase una vez un rey que tenía hijos. Sus hijos le amaban
así como él los quería. Él les dijo: todo cuanto hago es para vosotros. Siempre
estoy obrando para ayudarles. Ahora les estoy pidiendo que hagan algo por mí,
que me honren del modo que les pido, un día por semana. Quiero que os
regocijéis conmigo en mi día de alegría. De igual modo, HaShém está diciéndoles
al pueblo de Israel: así como Yo me regocijo en vuestros días de alegría, les
pido que os regocijéis conmigo en Mi día de alegría, que es el Shabbát.
Cuando El Altísimo te pide que
cuides Sus Shabbát, te está diciendo también: cuando sufrís aflicciones,
vuestro dolor es Mi dolor, como dice el versículo: “Seré con él en tiempo de
aflicción” (Tehil´lím 91:15). Por lo tanto, en Mi tiempo de alegría, deseo que
vosotros también sintáis alegría. Cabe decir que, de algún modo, la alegría
Divina no es completa sin nuestra participación.
En Shabbát, HaShém te está pidiendo
que te abras a Su luz interior al decir las tres tefil´lót-plegarias de Shabbát,
así como que dejes que te rodee Su Luz circundante involucrándote en tres seüddót-comidas
que has de preparar para Él y también participar en ellas. Estas tres comidas
corresponden a tres niveles de fe que todo judío ha de alcanzar en su vida. La
participación en la alegría Divina en Shabbát está relacionada por tanto con
las tres comidas que hemos de preparar para este día, y deleitarnos en ellas
tras de participar en la oración que ha de pronunciarse antes de cada una de
estas comidas. Cada una de las comidas está vinculada con un aspecto de la
Presencia Divina que HaShém nos revela en el transcurso de la comida. Al
preparar la comida y participar en ella, estamos cumpliendo lo que se requiere
de nosotros según la ley judía. Mismo si estás enferma y no puedes preparar una
comida en esta etapa de tu vida, al separar un panecillo o media matzá de
espelta que quizás sea más fácil digerir, junto con una deliciosa ensalada o
pasta para untarle, teniendo en mente que ésta será tu comida especial de
Shabbát, también estás cumpliendo el requisito.
Pero quizás quieras ir más allá de
lo que se requiere de ti. Fuimos creados en la imagen Divina. Por lo tanto, para
comprender qué puede significar causar la alegría Divina podemos buscar un
ejemplo en el plano de las relaciones humanas. Imagina que presentas tu
candidatura para gobernador. En el país en que vives, el gobernador ha de pasar
una serie de pruebas rigurosas para ser considerado apto para tal cargo, y
logras salir triunfante en todas pruebas a pesar del gran desafío que
representan. Un grupo de tus partidarios te sigue de cerca, ayudándote en cada
etapa. Eventualmente, cuando llegas a ser gobernador, desborda tu alegría.
Pides a tu personal que organicen una recepción para festejar el momento. Llega
el día de la fiesta y todos vienen. Te dicen: hemos preparado esta comida para
festejar con usted. ¿Es eso verdad? te preguntas, mirando a tu alrededor. Están los invitados que han venido para
quedar bien contigo: son los ciudadanos del lugar y quieren tener relaciones
cordiales con el nuevo gobernador. En contraste, están los que te siguieron en
cada una de tus pruebas, que ahora se alegran contigo con conocimiento de
causa; se dan cuenta de que serás un mejor líder que cualquiera de los otros
candidatos. ¿Eso es todo? No; hay también un tercer grupo de gente en tu
fiesta. Consiste en los invitados cuya relación contigo no era tan íntima como
para seguirte en las etapas de tus pruebas, y sin embargo, se han informado
acerca de las mismas, tratando de comprender en qué consistían. Te dicen: hemos
preparado esta comida para festejar que usted pudo salir triunfante en la
primera etapa, la segunda etapa, la tercera etapa… Tú les miras pensando: no
tienen ni idea de lo que involucraron las etapas, pero queda claro que desean
un vínculo más estrecho y que de veras se alegran conmigo.
El propósito de este ensayo es
ayudarte a pertenecer al tercer grupo de invitados al tratar de participar en
la alegría Divina a través de las tres comidas de Shabbát. El Todopoderoso se
revela a ti de manera distinta en cada una de estas tres comidas y si en este
momento no puedes aclarar la índole de estas revelaciones. Rabbí Shimön bar Iojái
preparó una declaración que se pronuncia en el idioma arameo. Cada una de las
tres declaraciones captura la esencia de lo que sucede en la comida, y al
pronunciar tal declaración, mismo si no comprendes su significado profundo,
estás expresando tu fe total – más aún, tu conciencia – que ahora, en esta
comida estás en presencia de HaShém.
El sabio de la Torá, Rab Pincus Z´L,
pregunta:
¿Cómo se crea la sensación excelsa
de estar en presencia de HaShém? No es necesario “crearla” porque ya existe… Hemos
de saber Quién está sentado a nuestra mesa. En las zemirós (cantos de Shabbát)
decimos, “Askinu seudasa… Askinu significa que es HaShém Quien nos invita a Su
mesa. Él es el anfitrión y nosotros somos sus invitados.
Las comidas de Shabbát causan la alegría
Divina porque el conjunto de estas tres comidas nos infunde una fe que raya en
la conciencia, y podremos recurrir a ella durante la semana entrante. Por lo
tanto, al leer la declaración preparada para cada una de las comidas de Shabbát,
estás expresando tu profundo deseo de participar en la alegría Divina
adquiriendo el grado de fe que se desprende de la comida indicada.
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