RAJEL Y LEAH
Rajel y Leah son las últimas dos matriarcas del pueblo
judío. Son quienes, junto a su esposo Yaakov, representan la familia cohesiva
de la que ningún hijo se alejó para convertirse en otra nación. Todos sus hijos
se convirtieron en las tribus de Israel, la primera familia judía. Si bien
Yaakov estaba casado con dos mujeres más, las siervas Zilpá y Bilá, de todas
formas, se considera que las 12 tribus son la “descendencia espiritual
adoptiva” de Rajel y Leah.
Describiremos de forma alternada la personalidad, las
fortalezas y las debilidades de Leah y de Rajel. La razón de eso es que sus
vidas están sumamente entrelazadas, como dijo Rajel sobre el nombre de Naftalí: “Con lazos divinos he sido unida con mi hermana, y yo
también he prevalecido” (Bereshit/Génesis 30:8), y su relación simbiótica
afecta continuamente su crecimiento y desarrollo como matriarcas de nuestra
nación.
Yaakov – Israel: Un hombre multifacético
En un nivel básico, sabemos que nuestro patriarca Avraham
representó el pilar de jésed (bondad) y era complementado por Sarah, quien
representaba guevurá (fortaleza, o justicia estricta). Itzjak, su hijo, se
asemejaba a Sarah en su fortaleza interna y en su voluntad de ser sacrificado,
y consecuentemente necesitaba a Rivkah y a su desarrollado sentido de bondad y
entrega. Nuestro tercer patriarca, Yaakov, quien era la combinación destilada y
refinada de jésed y guevurá, resultó en el rasgo de emet: completitud armoniosa
y verdad. 'Verdad' es la capacidad de ver las cosas desde todos los ángulos, no
sólo desde una perspectiva de misericordia y compasión ni de una perspectiva
estricta, justa y apropiada.
La voluntad de alcanzar la completitud era el principal
rasgo de Yaakov, y pudo sobresalir en él gracias a que Rajel lo ayudaba a
llegar al equilibrio.
Sin embargo, hubo otra misión que le fue asignada a Yaakov,
la cual surgió después de su lucha con el ángel, la fuerza espiritual de Esav.
Fue entonces que a Yaakov le fue dado otro nombre: Israel. Este nombre
representa una superación espiritual de las fuerzas del mal, un logro que está
más asociado con la futura era mesiánica, el cual será un mundo de puro bien en
el que el mal será completamente exterminado.
Nosotros, la nación de Israel, recibimos nuestro nombre en
base a ese objetivo, como declaró Di-s: “Has luchado con dioses y has
prevalecido” (Bereshit/Génesis 32:29). Yaakov logró perseguir esta misión sólo
gracias a que tenía a Leah como compañera.
Esto explica por qué, en un nivel espiritual, Yaakov
necesitó dos esposas, una situación que la Torá normalmente no considera ideal. Ahora es hora de conocer a las mujeres de la historia.
Rajel: La primera impresión
Esav amenazó con matar a Yaakov, por lo que Rivkah, la mamá
de Yaakov, le pidió a este que viajara a Harán —que es donde había nacido Rivkah—
para encontrar una esposa. Cuando Yaakov vio a Rajel por primera vez, en el
pozo de Harán, se dio cuenta de muchas cosas sobre ella:
"…Rajel, hija de
Labán, el hermano de su madre… [pastoreando] las ovejas de Labán, el hermano de
su madre… le dio de beber a las ovejas de Labán, hermano de su madre" (Bereshit/Génesis
29:10).
Yaakov vio en Rajel a la familia de su madre. Ella era su
pariente por parte de su madre, y quizás él vio también una similitud en la
personalidad. Rajel era una pastora, cuidaba el ganado de su padre todo el día.
De hecho, el nombre Rajel significa 'cordero pequeño'. Es descrita como “hermosa
de forma y hermosa de apariencia” (Bereshit/Génesis 29:17).
He allí una mujer que se sentía muy bien con el mundo
exterior. Estaba al aire libre, cuidando animales. Tenía capacidad de
liderazgo, junto con compasión y cuidado. Su belleza de forma y apariencia
implicaba una armonía en la que lo externo es una expresión de perfección
interna. Yaakov vio esta belleza bidimensional y la sincronía entre el cuerpo y
el alma que ella implicaba, y se dio cuenta que ella sería una gran pareja y
compañera para su misión de traer completitud y verdad a este mundo.
Yaakov intentó en pocas palabras informarle a Rajel sobre su
esencia, sus características y sus fortalezas espirituales.
"Yaakov le dijo a Rajel que era 'hermano' (pariente) de
su padre, el hijo de Rivkah…" (Bereshit/Génesis 29:12).
“En términos de su capacidad para engañar, [él es] el
hermano de su padre. En términos de rectitud, [él es] el hijo de Rivkah”
(Midrash Bereshit Rabá 70:13).
Este es quien soy; esta es mi misión y mi objetivo. Puedo
participar en actividades mundanas, pero me gustaría traer moralidad y santidad
al mundo. Veo en ti una compañera potencial para mi vida. “Y Yaakov amó a
Rajel” (Bereshit/Génesis 29:18).
También hubo una tristeza en medio de la certeza de su amor
por ella:
“Y Yaakov besó a Rajel y elevó su voz y lloró” (Bereshit/Génesis
29:11).
Rashi: “Vio que no sería enterrado con ella”.
Yaakov sintió que su sociedad no sería eterna, que estaría
cargada de dificultades y que habría tanto lágrimas como amor en aquella
relación.
Leah: La primera impresión
La narrativa de la Torá nunca describe a Leah en relación a
Yaakov. Él no la vio, no la conoció ni escuchó nada sobre ella. A pesar de ser
la mayor de las dos hermanas, no estaba afuera cuidando la propiedad de su
padre. Nosotros, los lectores, oímos de ella sólo por medio de una sucinta
declaración:
“Y los ojos de Leah eran lánguidos” (Bereshit/Génesis 29:17).
“Ella tenía ojos lánguidos por llorar, pues la gente decía:
'Labán tiene dos hijas y Rivkah tiene dos hijos. La mayor se casará con el
mayor, y el menor se casará con el menor'. [Leah] lloraba y decía: 'Que sea Tu
voluntad que no caiga en el destino del malvado Esav'” (Midrash Bereshit Rabá
70:16).
El nombre Leah significa cansada y exhausta. La implicancia
es que ella estaba "enferma y cansada de la vida". Entonces, nuestra
primera impresión de Lea es que es una mujer que no tiene precisamente por
característica el adaptarse y aceptar su vida y situación. Leah lloró hasta más
no poder por la potencial unión entre ella y Esav, y su nombre denota una
insatisfacción básica y un hastío de la vida.
Es fácil ver que una mujer con estas características no
atraería a Yaakov, un hombre de completitud y verdad, que buscaba entender el
mundo desde todos los ángulos para poder imbuirlo con santidad y con el mensaje
de Di-s. Construir una familia que se convertiría en la nación judía sería
difícil, si no imposible, con una mujer con tal desprecio hacia el mundo físico
y el mal que contiene. O por lo menos así lo imaginó Yaakov.
Sin embargo, la información de que Leah estaba destinada
para Esav nos da un indicio de su grandeza: su destino era subyugar el mal que
había en Esav y transformarlo, como su esposa, en un bastión de bondad.
El casamiento y el cambio
“Y Yaakov amó a Rajel… y le dijo a Labán: 'Trabajaré para ti
durante siete años a cambio de Rajel, tu hija menor'” (Bereshit/Génesis 29:18).
“Yaakov le preguntó a Rajel: '¿Te casarías conmigo?'. Rajel
dijo: 'Sí, pero mi padre es un embustero y tratará de poner a Leah en mi lugar.
Entonces Yaakov le dio sus señas… Cuando llegó la noche de la boda, Labán trajo
a Leah a la jupá. Rajel dijo para sí: 'Ahora, mi hermana será humillada', y le
dijo las señas a Leah" (Talmud Meguilá 13b).
Yaakov y Rajel anticiparon la trampa de Labán y se
prepararon para ella. Yaakov le dio a Rajel un código o una contraseña, que
ella debía darle en la boda para confirmar que era la novia verdadera. En un
bizarro giro de los eventos, Rajel, al ver la treta que iba a ser realizada, no
podía permitir que su hermana fuera humillada. Es como si hubiera estado tan
llena de compasión por el dolor del otro, que no tuvo otra opción que darle la
contraseña. Rajel no podía quedarse inmóvil ante el sufrimiento de otra
persona, incluso si era a costa de su amor, su futuro, ¡su destino! El único
cálculo que parece haber habido en su mente era: no puedo dejar que mi hermana
sea humillada. Punto.
“Y sucedió que a la mañana siguiente, he aquí que era Leah” (Bereshit/Génesis
29:25)
Recién a la mañana siguiente fue que Yaakov se dio cuenta
que había sido engañado (¡qué gran diferencia hubiera hecho la electricidad!).
“[Yaakov] le dijo a Leah: '¿Por qué me engañaste?'. Leah
respondió: '¿No engañaste tú también a tu padre, diciendo que eras Esav, su
primogénito?'” (Midrash Bereshit Rabá 70:19).
¿Qué está pasando? ¿Realmente Leah es una mujer
confabuladora y egoísta como es descrita por el texto? ¿Cómo pudo haber
continuado con la boda sabiendo que Yaakov amaba a su hermana? Y para
equilibrar, ¿cómo pudo Rajel traicionar a Yaakov de esa manera? Si yo hubiera
sido el hombre en esta película, hubiera sentido que ambas hermanas estaban
conspirando contra mí.
Rajel pareciera haber sido incapaz de tomar una decisión
racional cuando se enfrentó al dolor de otra persona, en este caso su hermana.
Yaakov debe haber sabido y amado esta característica de ella, la compasión y el
enfoque extremo en los demás. Por lo tanto, no pareciera culparla de lo
sucedido y procede a hacer otro trato con Labán, que consiste en casarse con Rajel
una semana después y trabajar otros siete años en su casa. Pero, ¿y qué hay con
Leah?
Leah, la matriarca de
la plegaria
Como sabemos, Leah había llorado por lo que percibía sería
su destino como esposa del malvado Esav. Este llanto no sólo era una miseria
pasiva, sino que era un encausamiento activo de su dolor hacia Di-s, el
Controlador de todos los destinos.
Leah rezó: “Que sea Tu voluntad que no comparta mi destino
con Esav” (Midrash Bereshit Rabá 70:16).
Cuando llegó la oportunidad de casarse con Yaakov, incluso
en esta manera tan engañosa, la vio como un salvavidas que Di-s le estaba
arrojando en respuesta a sus plegarias. Leah no podía darse el lujo de no
aprovecharla. A lo que ella se refería con sus palabras a Yaakov cuando este
advirtió que había sido engañado, pudo haber sido: Así como consideraste
necesario engañar a tu padre para obtener las bendiciones que le correspondían
al primogénito, porque sabías que era la forma adecuada de asegurar tu futuro,
destino y propósito, asimismo yo, sabiendo que debo ser parte de la nación
judía y su misión, sentí que esta era la única manera posible de alcanzar el
objetivo.
No debe haber sido fácil para Leah. Por mucho que haya
deseado este resultado, de todas formas se estaba casando con alguien sin que él
lo supiera, sin que la amara y quien había trabajado durante siete años para
casarse con su hermana. Leah, cuyo nombre connota cansancio, tuvo que superar
con gran fortaleza todos los obstáculos que se pusieran en su camino:
Y Di-s vio que Leah era odiada y abrió su útero. Y Rajel era
estéril. (Bereshit/Génesis 29:31)
Leah sentía que era menos amada (¡obvio!) y, como resultado
de este dolor, Di-s le permitió concebir primero. Interesantemente, ella nombró
a sus hijos haciendo referencia a sus dificultades maritales:
“Leah tuvo un hijo y lo llamó Reuvén, diciendo: ‘Di-s ha
visto (raá) mi dolor (be oní)’” (Bereshit/Génesis 29:37).
El segundo niño:
“‘Porque el Eterno ha escuchado (shamá) que soy desamada
(snuá)’… Y llamó su nombre Shimón” (Bereshit/Génesis 29:33)
El tercero:
“…Y dijo: ‘Esta vez mi marido se unirá (ilavé) a mí’… Por
eso llamó su nombre Leví” (Bereshit/Génesis 29:34)
El cuarto:
“…Y dijo: ‘Esta vez agradeceré (odé) al Eterno’. Por eso
llamó su nombre Yehudáh” (Bereshit/Génesis 29:35)
Lea estaba trabajando activamente para que su marido la
acepte y ame. Este deseo debía llenar su mente y sus plegarias en todo momento,
ya que constantemente clamaba a Di-s, involucrándolo en su difícil situación.
Imagina darle a tu hijo un nombre que te recuerde todo tu dolor por la falta de
armonía en el hogar. Pero para Leah esos nombres eran un recordatorio de su esfuerzo
y de las respuestas de Di-s a sus plegarias.
Estas conversaciones
con Di-s generaron que poco a poco Yaakov volviera en sí. Por la pureza de los
deseos, las plegarias y las demostraciones del anhelo de Leah, la relación se
desarrolló de manera positiva. Viniendo de una relación estresante cuando nació
el primer hijo “para que nadie vea mi sufrimiento”, para cuando nació el
segundo hijo sólo los cercanos y quienes eran sensibles a las diferencias
sutiles y a los matices podrían “oír mi dolor”. Con el tercer hijo, Leví, fue
Yaakov quien admitió, al participar en el proceso de elegir el nombre, que
estaría acompañando a su esposa más a menudo. Finalmente Yehudáh, el cuarto
hijo, fue una expresión del objetivo cumplido para Leah con su esposo y su vida
familiar, al punto en que estaba llena de gratitud. ¡No más quejas!
Leah es la matriarca de la plegaria; toma todo el poder de
sus sentimientos de tristeza, desesperanza y solitud, y los canaliza directamente
hacia su relación con Di-s. “Di-s, Tú me pones en esta situación, y sólo Tú
tienes el poder de sacarme de ella. Ves mi dolor. Estás conmigo en cada paso
del camino, me has ayudado en la peor etapa de esta relación y me has traído al
punto en que sólo me queda agradecimiento y apreciación”.
Leah no se sienta a esperar que las cosas buenas ocurran. En
contra de su naturaleza y de su nombre (cansada), siempre está dispuesta a
esforzarse de gran manera para alcanzar el destino que con tanta desesperación
anhela.
Rajel, la oveja pequeña
¿Qué pasó con Rajel durante este período de fertilidad y
productividad de Leah?
Y vio Rajel que no
daba a luz hijos a Yaakov, envidió Rajel a su hermana y le dijo a Yaakov: ‘Dame
hijos, pues si no, muerta soy’. Pero se encendió la ira de Yaakov contra Rajel,
y dijo: ‘¿Acaso estoy yo en lugar de Di-s, que retuvo de ti el fruto del
vientre?’. Ella dijo: ‘He aquí mi sierva Bilá. Llégate a ella y ella dará a
luz sobre mis rodillas, para que también yo me construya de ella” (Bereshit/Génesis
30:1-3).
Imagina a Rajel, quien en un momento de generosidad y
sacrificio le regaló su prometido a su hermana, ahora había pasado a ser la
esposa secundaria en su propio hogar. Leah y Yaakov estaban construyendo juntos
una familia, el comienzo de la nación judía, y en el proceso también construían
su relación.
Es entendible que Rajel estuviera enojada, pero el
intercambio entre ella y Yaakov es desconcertante para una pareja de tan obvia
grandeza. ¿Qué esperaba Rajel de Yaakov al pedirle hijos? Y, asumiendo que
Yaakov era un hombre recto, sensible y grandioso, ¿por qué respondió de una
manera tan dura: “Acaso estoy yo en lugar de Di-s, que retuvo de ti el fruto de
tu vientre”, como si hubiera dicho: yo tengo hijos, ¡tú tienes el problema!?
De acuerdo al sentido simple del texto, Rajel le dijo a
Yaakov que le diera hijos, implicando que Yaakov debería rezarle a Di-s hasta
que le dé hijos, porque de otra forma moriría de pena. [Rajel] habló de manera
inapropiada, guiada por su envidia, y pensó que dado que [Yaakov] la amaba
tanto, ayunaría, rezaría y vestiría una arpillera hasta que Di-s respondiera…
Pero no está en control de los rectos que su plegaria sea
respondida. Y debido a que ella habló con el lloriqueo de la mujer amada para
amenazarlo con su muerte, [Yaakov] estaba enojado con ella (Rambán, Génesis
30:1-2).
Rajel era una mujer amada. Siempre había sido amada,
popular, hermosa y estaba acostumbrada a dar y recibir cosas buenas. Como
implica su nombre, la pequeña oveja, estaba acostumbrada a que la cuiden y la
mimen. Quizás, como resultado, existía una leve pasividad y falta de aprecio
por lo que no se había esforzado para conseguir. Otras personas se esforzaban
mucho por ella, porque la amaban.
Yaakov se dio cuenta (especialmente en comparación a Leah)
que Rajel, si bien era recta, compasiva y amable, estaba siendo restringida por
Di-s de tener hijos porque probablemente necesitaba desarrollar un rasgo que
Leah tenía en abundancia: introspección, la voluntad para hacer un duro trabajo
espiritual y la perseverancia para alcanzar un objetivo.
Rajel, que era realmente una mujer recta (¿cuántas de
nosotras toleraríamos esa clase de críticas maritales sin enojarnos?),
respondió de inmediato con lo que ella consideró un arrepentimiento por sus
celos hacia Leah por un lado y por su falta de esfuerza por el otro: “Aquí está
mi sierva Bilá…”
Rajel estaba diciendo: aprenderé de Sarah, tu abuela que
tanto se sacrificó, quien le trajo a Avraham otra esposa para que le diera los
hijos que ella anhelaba criar; yo también invertiré esfuerzo en este proyecto.
No sólo superaré mis celos hacia Leah, sino que también me humillaré aún más y
permitiré que otra mujer se case y tenga hijos contigo… “Y me construiré a
través de ella”.
Quizás Rajel no sólo se refería a los hijos que nacerían
producto de esa unión, sino que también a su propio carácter, el cual sería
construido y fortalecido gracias a esta desafiante prueba.
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