LA LUZ Y EL RESPLANDOR – NISAN E IYAR
De acuerdo con el relato bíblico, el calendario hebreo
comienza a girar en el inicio del mes de nisán, el primer mes lunar. El
capítulo 12 del libro de Shemot/Éxodo no deja lugar a dudas: "El Eterno le
dijo a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto: Este mes [Nisán] será para
vosotros el principio de los meses, será para vosotros el primero de los meses
del año".
El mes de nisán, además de ser el primer mes del calendario,
es el mes de los milagros - nisim -. Las 10 plagas milagrosas, la prodigiosa
partición del mar.
El milagro por definición, es un hecho sobrenatural que
rompe la cubierta de la realidad y permite observar lo que está del otro lado.
La grieta de la vasija nos permite contactar directamente con la luz.
Mas la impresionante luz revelada por los milagros durante
el mes de nisán normalmente está oculta, encubierta, sellada por los límites y
las leyes naturales.
Entonces se podría plantear un dualismo engañoso: ¿O la luz
de nisán o la total oscuridad? ¿O es que tal vez se puede lograr que la luz
milagrosa de nisán se transporte también más allá de su territorio limitado de
intramuros?
La respuesta de sabiduría es muy sencilla: el poder esencial
del mes de iyar es precisamente el de proyectar esta luz oculta al ámbito de lo
cotidiano y lo rutinario.
Significa que el mes de iyar contiene la luz de nisán pero
ya no de modo milagroso sino de modo natural.
Nisán es el mes de la luz, Iyar el mes del resplandor.
Aunque es conveniente tener siempre presente que no hay nada
absolutamente nada en el resplandor que no se encuentre enraizado en la luz
original que lo genera.
El poder y la potencia del resplandor se miden por su
capacidad de proyectar en términos naturales la milagrosa luz original.
La letra hebrea que se relaciona con este mes de iyar es la
letra vav. En la gramática hebrea la letra vav sirve para conectar conceptos
separados, tal como la letra "y", la letra va une y conecta.
No es casual entonces que los textos de sabiduría mística
establezcan una relación estricta entre el mes de iyar y letra vav. Ambos
conectan, unen, y establecen una relación entre un punto inicial y un objetivo.
La salida de Egipto [nisán] y la entrega de la Gran
Sabiduría en el Monte Sinaí [siván] están separadas no solamente por una
distancia física o geográfica. Lo que separa al mes de nisán - primer mes - del
mes de siván - tercer mes - no es nada más que una suma casual de días, el
Segundo mes: iyar.
Por el contrario, el mensaje de sabiduría no deja lugar a
dudas: no basta con salir de Egipto y tampoco basta con la claridad del
objetivo, que no es otra cosa que recibir la Sabiduría entregada a Moisés.
El peligro es enorme: el camino en muchos casos puede ser un
puente directo o una trampa mortal.
Si el hombre moderno hubiese salido de Egipto bajo el
liderazgo de Moisés, sin lugar a dudas hubiera intentado evitar la travesía por
el desierto. Hubiese puesto toda su energía en saltar de Egipto al Sinaí: de la
luz…a la luz.
Sin embargo el desierto nos demora, nos presenta dificultades,
nos pone a cada paso un desafío y una prueba. Pero a su vez nos enseña el valor
del camino, el sentido más profundo del resplandor.
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