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Por Kabbalah y Torah en Expansión
Dominar los deseos obstinados es
clave para alcanzar nuestras metas educativas en cuanto a la lealtad a la Torá,
el judaísmo holístico y la perfección humana. Acostumbrarse a renunciar a los
deseos personales es un objetivo importante en sí mismo, incluso si el deseo en
particular no conlleva ninguna prohibición halájica. Si bien durante la
infancia este entrenamiento afecta asuntos triviales, establece un tono que
eleva a la persona a lo largo de su vida, permitiéndole ejercer moderación y,
así, dominar sus tendencias animales.
Muchos de los grandes maestros
jasídicos consideraron esto el enfoque principal de su educación en la
infancia. Rabbí Shelomó de Karlin, de pequeño, sostenía una galleta en la mano
y lloraba de hambre. Cuando le preguntaron por qué lloraba, considerando que
sostenía algo para comer, respondió: “Mis maestros me enseñaron que todo lo que
uno desea está prohibido”.
Inculcar esta perspectiva es un
asunto sutil que debe realizarse durante sesiones especiales. Es
contraproducente abordar estos asuntos mientras se disciplina a un niño por una
mala acción del pasado, ya que en el momento de la confrontación, el niño
siente la necesidad emocional de defenderse y es incapaz de asimilar el
mensaje. Ciertamente, un educador no debe intentar transmitir esto cuando él o
su alumno estén enojados, ya que en tales circunstancias las posibilidades de
transmitir con éxito esta lección de vida son casi nulas.
El enfoque correcto al intentar
impartir esta perspectiva a niños más pequeños es seguir, cuando sea necesario,
el dictamen de los ‘Jajamim’ (sabios) de que uno puede inicialmente estudiar
Torá por motivos ulteriores ya que conducirá a estudiar por las razones
adecuadas (Pesajim 50b). Esto es cierto en todas las áreas del crecimiento
espiritual, especialmente para los más pequeños. Por lo tanto, uno debe apelar
al sentido de heroísmo del niño, explicándole cuán heroico es aquel que es
capaz de dominar sus deseos. Se le debe hacer entender que quien quiera ser un
paradigma de fortaleza debe desarrollar una actitud que equipare el autocontrol
con el verdadero poder y heroísmo. Abstenerse de responder cuando se le insulta
o permanecer en silencio durante una discusión acalorada y no sentir la
necesidad de tener la última palabra es señal de un verdadero héroe.
Un segundo aspecto importante del
desarrollo emocional es fomentar el instinto natural de cuidado, tan presente
en los niños, para que mostrar compasión y bondad hacia los enfermos y
desanimados, y ayudar a los ancianos, se convierta en algo natural. Este
potencial está latente en los niños; quien lo despierta y lo nutre le hace un
favor para toda la vida.
Los educadores y padres deben
reiterar constantemente lo especial que es ayudar y animar a sus amigos cuando
enfrentan dificultades en sus estudios o en otras áreas de la vida. En general,
debemos recalcar a nuestros hijos y estudiantes la importancia de amar a los
demás, cuidarlos y ayudarlos incluso a costa de su propio bienestar. Debemos
recordarles las palabras de Rabbí Moshé de Kobrin: “un día sin reprimir un
deseo ni dominar la obstinada búsqueda del placer es un día insatisfecho”.
Así, estas 2 áreas del desarrollo
del carácter son claves para llenar nuestros días de significado. Esto se alude
en las Escrituras al describir a Avraham, prototipo de ‘Jésed’ (“bondad amorosa”),
y al rey David, modelo de ‘Teshuvá’ (“arrepentimiento”), como ‘BA BAIIAMIM’ (“entrado
en días”) (véase Berreshit 24:1 y Melajim Álef 1:1). Al dotar de significado
cada uno de sus días mediante la bondad hacia los demás o ejerciendo
autocontrol, alcanzaron ‘ÓREJ IAMIM’ (“largos
días”).
Un educador que enfatiza estas 2
áreas tiene garantizado el éxito en sus esfuerzos educativos.
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