LA METÁFORA DEL GÉNERO - 2

LA METÁFORA DEL GÉNERO - 2 

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

Al analizar la dinámica de la dimensión espiritual de la realidad, la Kabbalá hace uso frecuente de la metáfora ‘Zajar-Nekevá’ (“masculino-femenino”). Esto se debe a que el concepto básico de la Creación es la dualidad, comenzando con la dualidad fundamental del Creador y Su creación. HaShem es uno, pero ha creado un mundo que parece existir fuera de Él. Esto automáticamente establece una tensión entre la conciencia existencial de la creación como una realidad separada e independiente y su conciencia (o falta de conciencia) de su origen en Él y su dependencia de Él.

 

HaShem (en Su identidad puramente infinita) y la Creación anhelan reunirse entre sí, ya que esta reunión expresa el estado original y perfecto que existía antes de la Creación. Sin embargo, tanto HaShem como la Creación son conscientes de que el mundo fue creado con un propósito, y se debe atender el “asunto” de esta situación para que la unión definitiva de HaShem y la Creación ocurra en un nivel aún más profundo que el que existía originalmente. Sin embargo, a lo largo del camino, además del anhelo subyacente de plenitud máxima que informa todo el proceso de la vida, existen los altibajos de los períodos de reunión parcial seguidos de un distanciamiento forzado renovado. Por lo tanto, la dinámica subyacente de la vida es una de anhelo, pasión y romance.

 

En la dinámica de la dualidad, HaShem asume el papel de lo masculino y la Creación el de lo femenino. El masculino está “atrapado” en Su conciencia del estado ideal y original de la realidad. Su desafío en el trabajo hacia la reunión es “salir de su cabeza”, darse cuenta y anhelar la plenitud superior que es posible sólo a través de la unión con lo que representa la mujer. La mujer, en cambio, está “atrapada” en su conciencia de perfeccionar la realidad creada. Su desafío es recordar la meta hacia la cual está trabajando, revelar los anhelos subconscientes de su corazón de trascender la realidad creada.

 

Aunque, como hemos dicho, a HaShem se le asigna generalmente el papel de lo masculino y a la Creación el de lo femenino, la dinámica masculino-femenino se repite en todos los niveles de la realidad creada. En otras palabras, cada nivel de la Creación tiene sus aspectos masculino y femenino: la parte que representa la orientación hacia la perfección abstracta y la parte que representa la orientación hacia la concretización y manifestación de la perfección en la realidad. La manifestación final, más baja, de esta dualidad es, por supuesto, el hombre y la mujer en nuestro mundo físico.

 

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