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Por Kabbalah y Torah en Expansión
Es sabido que el período previo a
Rosh HaShaná es un momento de ‘Jeshbón Néfesh’ (“intensa introspección”). Hay
muchos consejos sobre lo que esto implica. Es importante aprovechar el momento,
ya que en Rosh HaShaná recibimos nuestra asignación de recursos espirituales
para el año entrante, tanto a nivel individual como colectivo. El gran Director
Ejecutivo en el Cielo nos da a cada uno de nosotros un presupuesto de “luces”,
basado en nuestro desempeño pasado y nuestras propuestas (nuestras visiones de
oración) para el año entrante.
Así que, en general, al menos desde
la perspectiva Kabalista, el principal trabajo de preparación antes de Rosh HaShaná
(a diferencia del período de Teshuvá más intensivo entre Rosh HaShaná y Iom Kippur)
es formular nuestras metas, visiones y resoluciones para el año que viene.
Debemos llegar a Rosh HaShaná con
una propuesta en la mano, como si dijéramos: “HaShem, vale la pena invertir en
mi vida, porque esto es lo que voy a hacer por Ti este año. El ‘ROI’ (“retorno
de la inversión”) sin duda vale la pena. Esta es la contribución que tengo la
intención de hacer a Tu proyecto global de ‘Tikkún Ölam’ (“perfeccionar el
mundo”). Voy a mejorar y desarrollar mi espacio de las siguientes maneras (ABC).
Voy a contribuir con el Pueblo de Israel y el planeta de las siguientes maneras
(XYZ). Una pequeña inversión de bendiciones de tu parte se traducirá en una
recompensa de rectificación de mi parte. No te arrepentirás de tu
emprendimiento”.
Para ayudarnos con esta obra
sagrada, se nos dice que ‘Mélej HaÖlam’ (“El Rey del Universo”) ha abandonado
su palacio fortificado y protegido burocráticamente y está disponible en el
campo. Algo así como durante la festividad de Sukkot, cuando el Presidente de
Israel tiene la casa abierta y cualquiera puede acercarse y tener un momento de
consulta con el Jefe de Estado. En cualquier otra época del año, una persona
está sometida a un filtro de muchas capas de burocracia.
Pero no es sólo que HaShem sea más
accesible para nosotros, dicen los ‘Jajamim’ (sabios); lo inverso también es
cierto. Nosotros somos más accesibles a Él, en el sentido de que nuestras almas
(y psiquis) son más receptivas al flujo de comunicación que emana desde lo
alto.
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