¡LEVÁNTATE, HUESO LUZ! - 1a

¡LEVÁNTATE, HUESO LUZ! - 1a

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

Berreshit 1:1

 

BERRESHIT  BARÁ  ELO-HIM  ET  HASHSHAMÁIM  VE´ET  HAÁRETZ

 

“En el principio creó Di-s los cielos y la tierra”.

 

La Humanidad misma tiene un aspecto de “cielos” y un aspecto de “tierra”. El ALMA es el componente espiritual de su constitución que es paralela a “los cielos”, y el CUERPO es el físico que es paralelo a “la tierra”. Con respecto a estos dos, el primer versículo de la Torá dice: ‘BE-RESHIT’, es decir, hay “dos” [valor numérico de la letra Bet] cosas que se consideran “primeras/comienzos” [en hebreo, ‘Reshit’]. Porque así como los cielos y la tierra fueron “primeros” en términos de la Creación, también lo son el alma y el cuerpo en términos del Hombre.

 

Es por esto que el versículo contiene 7 palabras, que representan un paralelo a los 70 años de una vida normal.

 

Así lo dice el versículo (Tehil´lim 90:10):

 

“Los años de nuestra vida son setenta, y si somos fuertes, ochenta; pero el honor (que alcanzamos en nuestras cortas vidas) es fatigoso e inútil, [porque el fin] nos corta rápidamente y [todo lo que hemos hecho] se desvanece”.

 

El fin de la existencia corporal se alude así en el versículo siguiente:

 

“Y la tierra [es decir, el cuerpo] estaba desadornada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Di-s se movía sobre la faz de las aguas” (Berreshit 1:2).

 

‘Tohu’ (“desordenada”) indica un estado de asombro e incredulidad.

 

En efecto, el hombre no puede creer lo que ve cuando contempla el aspecto del cuerpo de su amigo después de que éste ha fallecido. Hace poco tiempo, era un hombre joven, apuesto y rubicundo. Ahora, después de su muerte, la mortificación y la gangrena se han instalado. El olor de la carne en descomposición llena el aire. Esta es una experiencia totalmente desconcertante. Al ver semejante espectáculo, una persona podría concluir que toda esperanza está perdida, ‘Jas VeShalom’ (“Di-s no lo quiera”): “Después de la muerte, ¿quién podría volver a vivir?”.

 

Pero no es así, ya que el alma se cierne sobre el hueso Luz (el hueso que se encuentra en la parte superior de la columna vertebral donde se apoya el nudo de los Tefil´llín) desde el momento en que la persona muere hasta la Resurrección final de los muertos. La muerte, que parece tan definitiva, es, por lo tanto, sólo una forma de sueño del que despertaremos.

 

Éste es el significado de la continuación del versículo (Berreshit 1:2):

 

“Y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”.  

 

La palabra תהום ‘Tehom’ (“abismo”) contiene las mismas letras que המות ‘HamMávet’ que significa “la muerte”.

 

Esto indica que la persona que muere se asemeja a alguien que se sienta en la oscuridad, esperando que brille la luz. Y esto es exactamente lo que sucederá, porque la continuación del versículo dice:

 

“…y el espíritu de Di-s se movía sobre la faz de las aguas”.

 

Este ‘Rúaj Elo-him’ (“espíritu de Di-s”) no es otro que el alma que nunca abandona el cuerpo, porque mientras el cuerpo estaba vivo, el alma moraba dentro de él y le daba vida. Si, en el momento de la muerte, se fuera por completo, en verdad no habría esperanza. Todos los huesos, incluido el hueso Luz, se pudrirían y descompondrían por completo. Por lo tanto, se nos informa que este no es el caso. Por el contrario, el espíritu de Di-s, que es el alma, se cierne sobre los huesos. ¿Por qué, entonces, dice que el alma se cierne sobre las “aguas”? Las aguas aquí se refieren a la Torá que la persona estudió. En mérito de esa Torá, el alma continúa flotando sobre el cuerpo.

 

En cuanto al hecho de que el agua simboliza la Torá, esto es exactamente lo que dicen los ‘Jajamim’ (sabios) en el versículo (Ieshaäiahu 55:1): “¡Oh, todos ustedes que tienen sed, vengan al agua!”. “¿Por qué se compara la Torá con el agua? Así como el agua sale de las altas montañas y desciende a los valles más bajos, también lo hace la Torá; sólo se la encontrará en alguien que sea humilde y modesto” (Taänit 7a).

 

El agua también puede referirse al Rocío [en hebreo, ‘Tal’] de la Resurrección, en cuyo caso el “revoloteo” del alma sobre los huesos se referiría a su “espera” impaciente por las 39 [valor numérico de טל ‘TaL’, que significa “rocío”] Luces que finalmente brillarán en los huesos. Esto se ve en el versículo sobre el “rocío” con el que ‘HKBH’ (El Santo Bendito Sea) resucitará a los muertos en el futuro (Ieshaäiahu 26:19): “Tus muertos volverán a vivir. Los cadáveres de mi pueblo se levantarán. ¡Despierten y canten, ustedes que moran en el polvo! Porque tu rocío es un rocío de luces, y la tierra arrojará a los muertos [que descansaron en ella]”.  

 

Durante todo el tiempo que el cuerpo se descompone en la oscuridad, espera la iluminación que recibirá de ese ‘TaL’ (“rocío”). Cuando eso sucede, HaShem usará el hueso Luz para reconstruir el cuerpo recién resucitado. Este es el significado de la afirmación de los Jajamim de que “el hueso Luz permanece intacto para siempre” (Zóhar 3:222a).

 

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