SIN MEDIDA

SIN MEDIDA

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

Tehil´lim/Salmos 9:2:

 

ODÉ  ADO-NAI  BEJOL-LIBBÍ  ASAPPERÁ  KOL-NIFLEOTEJA

 

“Te alabaré, oh HaShem, con todo mi corazón; contaré todas Tus maravillas”.

 

Necesitamos entender el significado simple de este versículo con precisión. La primera parte del versículo que dice: “Te alabaré, oh HaShem, con todo mi corazón” tiene sentido. Sin embargo, la segunda mitad, “contaré todas Tus maravillas”, plantea una dificultad.

 

¿No está escrito:  Tehil´lim 106:2:

 

MI  IEMAL´LEL  GUEVUROT  ADO-NAI  IASHMÍÄ  KOL-TEHIL´LATÓ

 

“¿Quién puede relatar los poderosos hechos de HaShem, o expresar toda Su alabanza?”

 

Si es así, ¿cómo podría el salmista afirmar: “Contaré todas Tus maravillas”?

 

Esto se puede explicar en el contexto del comentario del Zóhar sobre el versículo de Bereshit 22:1: “Y Di-s ‘NISSÁ’ (“probó”) ET-AVRAHAM (al Abraham)”, que debería haber dicho ‘NISSÁ  LEAVRAHAM - probó a Abraham” sin la partícula ‘ET’ (Zóhar 119b). Esto se entenderá en vista de la conocida premisa de que ‘Jésed’ (“amor bondadoso”) es el atributo de Avraham, como se dice, ‘JÉSED  LEAVRAHAM - Bondad a Abraham” (Mijá/Miqueas 7:20).

 

Ahora, ‘JaZaL’ (“nuestros sabios de bendita memoria”), afirmaron que hay ‘Malajim’ (ángeles) que solo recitan cánticos de alabanza a HaShem una vez cada 7 años, y otros que solo recitan cánticos de alabanza a HaShem una vez cada 50 años (Jubileo). Es más, lo que recitan, lo recitan en pocas palabras. Es decir, hay ángeles que recitan: KADOSH  KADOSH  KADOSH  ADO-NAI  TZEVAOT  MELÓ  JOL-HAÁRETZ  KEVODÓ - Santo, Santo, Santo, HaShem de los Ejércitos; toda la tierra está llena de Su gloria”, y hay otros que recitan: BARUJ  KEVOD-ADO-NAI  MIMMEKOMÓ - Bendita es la gloria de HaShem desde Su lugar”, mientras que hay otros ángeles que recitan otros versos solitarios, como se sabe que hay ángeles que recitan cada uno un verso del Tehil´lim 136 que comienza: “HODÚ  LADO-NAI  KI-TOV  KI  LEÖLAM  JASDÓ - Alabad a HaShem, porque es bueno; porque para siempre es Su benevolencia”, y cosas por el estilo. Todo ‘Ben Israel’ (Hijo de Israel), por otro lado, tiene derecho a cantar y alabar a HaShem en cualquier momento u ocasión, y puede alabar a HaShem extensamente, con todo tipo de honores y cánticos de alabanza, sin límite.

 

Para entender esto, podemos presentar una analogía de un rey cuyos sirvientes y ministros se presentan ante él para recitarle himnos de alabanza. A cada uno se le asigna una cierta cantidad de tiempo para sus elogios, según su estatura e importancia. Ahora bien, todo esto es cuando el rey está de buen humor. Sin embargo, si el rey está enojado, ‘Jas VeShalom’ (“Di-s no lo quiera”), todos tienen miedo de entrar y alabarlo. Esto es como se dice: “¿Cómo puedes alabar al rey en tiempo de ira?” Por lo tanto, como les preocupa que tal vez el rey esté enojado, o que pueda llegar a enojarse por algo, su costumbre es minimizar al máximo sus elogios, y despedirse inmediatamente de él. Sin embargo, cuando el amado hijo del rey viene a alabar al rey, no presta atención a nada de esto. Es decir, incluso si el rey está enojado, cuando ve entrar a su amado hijo, esto trae alegría y deleite a su corazón y su ira se disipa automáticamente. Mientras su hijo esté en su presencia, el rey ciertamente no se enojará, porque ésta es la naturaleza de un padre para con un hijo amado, como se sabe. Siendo así, el hijo no presta atención a ninguna de estas consideraciones. Entra en cualquier momento y puede alabar al rey sin medida, porque sabe que, al hacerlo, trae alegría y deleite adicional a su padre.

 

Ahora bien, dijimos que la ira se disipa cuando llegan la alegría y el amor. Aunque esto es bastante natural, debemos entender cómo es. Por lo tanto, podemos explicar que cuando el amor y la alegría lo dominan, hace que la ira asciendan a su raíz donde se “endulzan”, pues, como se sabe, “los ‘Dinim’ (“juicios”) sólo pueden endulzarse en su raíz”.  

 

Esto, entonces, explica el versículo antes mencionado: (Bereshit 22:1): “Y ‘ELO-HIM’ (“Di-s”) ‘NISSÁ’ (“probó”) ET-AVRAHAM (a Abraham)”. Es decir, ‘ELO-HIM’ (“Di-s”) se refiere a los ‘Dinim’ (“juicios”). El término נסה ‘NISSÁ’ (“probó”) se refiere a la elevación de estos juicios, como se mencionó, de modo que sean retirados y elevados a su raíz arriba, donde son “endulzados”. ¿Cómo se logra esto? Por Avraham. Es decir, a través del poder del amor y la bondad representados por Avraham, quien es como el hijo del rey en la analogía.

 

Volvamos a la analogía. Dijimos que el hijo puede alabar al rey sin medida. Ahora bien, hay 2 razones por las que el hijo debe alabar a su padre sin medida ni límite. Una es porque el rey es su padre y rey, y por lo tanto su obligación de agradecerle y alabarlo es mayor que la de los sirvientes y ministros del rey, especialmente porque no tiene motivos para tener miedo, como se explicó anteriormente. En segundo lugar, es justo que agradezca y elogie en mayor medida a su padre, precisamente porque se le ha concedido el derecho de hacerlo sin medida, derecho que no se concede a ningún ministro ni funcionario. En otras palabras, es correcto dar gracias por cualquier bendición adicional que uno reciba de HaShem en lo Alto, como vemos en el nacimiento de Iehudá (Judá), sobre el cual Leá dijo (Bereshit/Génesis 29:35): “HAPPAÄM  ODÉ  ET-ADO-NAI - Esta vez alabaré a HaShem”.

 

A través de todo lo anterior, ahora podemos entender el versículo anterior de Tehil´lim 9:2: ODÉ  ADO-NAI  BEJOL-LIBBÍ - Te alabaré, oh HaShem, con todo mi corazón”. Esto puede interpretarse en el sentido de que además de la obligación que tengo de alabar a HaShem, como hijo antes que su padre, también le daré gracias porque “HaShem está en todo mi corazón”. Es decir, el amor que tengo por HaShem está arraigado en mi corazón, lo que indica que Su amor por mí también está arraigado en Su corazón, por así decirlo. Esto es lo que se dice (Mishlé/Proverbios 27:19): “Como las aguas reflejan el rostro al rostro, así es el corazón del hombre al hombre”. Es por esta misma razón que se me ha permitido “contar todas Tus maravillas”, sin medida.

 

En cuanto a la dificultad antes mencionada que plantea el versículo: “¿Quién puede relatar los poderosos hechos de HaShem?” Esta dificultad se resuelve con la palabra ‘ASAPPERÁ’ (“contaré”), es decir, que lo poco que puedo contar, agradecer, relatar y alabar, debe considerarse como si hubiera contado “todas Tus maravillas”. En otras palabras, mi incapacidad para relatar “todas Tus maravillas” no se debe a mí, sino a que es imposible concluir relatando las maravillas del Maestro del Universo, Bendito Sea Él y Bendito Su Nombre. Así, lo poco que pueda relatar, debe considerarse como si relatara todas Tus maravillas, porque mi obligación es relatar las alabanzas de HaShem sin límite ni medida, por las dos razones antes mencionadas.

 

En la experiencia humana o terrenal los ‘Dinim’ (“juicios”) son “malos”: se manifiestan en el sufrimiento. Se originan en el atributo Divino de Guevurá, que a su vez tiene sus raíces en la Sefirá de Biná. Los atributos Divinos, sin embargo, son completamente buenos. La raíz y fuente de los ‘Dinim’, por lo tanto, es el bien, y su propósito final también es el bien, excepto que recaen en su manifestación y percepción mundana como algo malo o maligno. La conciencia de su verdadera naturaleza, al darse cuenta de su bondad inherente: “Todo lo que hace el Misericordioso es para bien” (Berajot 60b), rastrea el mal de abajo hasta su bondad de Arriba, y esto produce un “endulzamiento”. del juicio en su fuente”: el mal queda anulado y su bondad intencionada se manifiesta.

 

La palabra ‘Nissá’, generalmente traducida como “probó”, también significa “elevó; resucitó” (como en Ieshaäiahu/Isaías 49:22 y 62:10). Estos dos significados convergen en el hecho de que toda prueba tiene como objetivo la elevación. Así, también en nuestro contexto se le dan ambos significados a “Di-s NISSÁ Avraham” (Bereshit Rabbá 55 y Zóhar 1:140a).

 

Los ‘Dinim’ (representados por Elo-him) fueron hechos ascender y endulzarse, con (en virtud de) el atributo de Jésed (representado por “Avraham”).

 

Leá asumió que su parte serían 3 de los 12 hijos de Iaäkov (Jacob). Al dar a luz a un cuarto hijo, más de lo que le correspondía, expresó especial gratitud (Tanjumá Vaiietzé 9, Bereshit Rabbá 7:4).

 

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