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Por Kabbalah y Torah en Expansión
Llorar es muy malo porque el hombre
debe servir a HaShem ‘BeSimjá’ (“con alegría”). Pero el llanto que resulta de
la felicidad es muy bueno.
El Zóhar Jadash (Rut 80a) señala que
hay una clase buena de lágrimas y una clase mala de lágrimas:
La clase buena es generada por el ‘Ietzer
HatTov’ (“la buena inclinación”) y asciende a lo Alto. Esto incluye cuando una
persona en apuros derrama lágrimas en ‘Tefil´lá’ (“oración”), poniendo su
confianza en HaShem y buscando Su misericordia y compasión para eliminar la angustia.
Más aún, incluye lágrimas de remordimiento en el contexto de la ‘Teshuvá’
(“arrepentimiento”), que indican la sinceridad de la Teshuvá última.
Otro tipo de llanto positivo y
encomiable es el que se menciona aquí, es decir, el que resulta de una alegría
abrumadora, o del estado de éxtasis de ‘Devekut’ (“adhesión al Creador”), como
cuando las lágrimas brotaron de los ojos de Rabbí Äkivá al escuchar los
significados místicos del Shir HashShirim/Canción de Canciones (Zóhar 1:98b).
Otros tipos de llanto son al menos
sospechosos:
Las lágrimas de ira y frustración, o
las ‘Tefil´lot’ (“oraciones”) para que el mal le sobrevenga a otro, no son
recibidas por HaShem. Además, el llanto (más allá de los tipos “buenos”
mencionados anteriormente) puede ser síntoma de resignación, lo que significa
falta de ‘Emuná’ (Fe) en HaShem. Porque la verdadera ‘Emuná’ y ‘Bittajón’ (“confianza”)
en HaShem debe conducir por sí misma al gozo y la alegría. Así, más allá del
momento de angustia, o de los momentos apropiados para las oraciones de
penitencia, el servicio a HaShem debe ser ‘BeSimjá’ (“con alegría”).
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