ÉRETZ ISRAEL - La Tierra de Israel

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

Este ‘Limmud’ (estudio) ha sido donado para ‘Beriut’ (salud), ‘Berajá’ (bendición) y ‘Hatzlajá’ (éxito) de la Familia de Edgardo Gálvez de México, Rodas Illescas de Guatemala, Pazos Camacho y Camacho Gonzáles de Suiza-Bolivia y de Miriam bat Eliana y Sarah bat Mirna

 

Para ‘Refuá Shelemá’ (sanación completa) de Julio Edén ben Norah e Isidoro ben María Benita

 

Para prosperidad económica de Marcelo ben Petronila y María Cristina bat Pastora

 

Y para éxitos en los negocios de Claudia Cristina bat Ana Patricia y Cheeseboards by Claudia 138 Experiencias & Gourmet

 

En el Zejut (mérito) de nuestros patriarcas y matriarcas Avraham, Itzjak, Iaäkov, Sará, Rivká, Rajel y Leá  

 

El comienzo de Parashat Vaetjannán (Devarim/Deuteronomio 3:23-7:11) habla sobre el regalo de la Tierra de Israel, que es un regalo evidentemente ‘Tov’ (“bueno”) tanto en su aspecto manifiesto como oculto.

 

La Tierra está situada “enfrente” de ‘Éretz Israel’ (La Tierra de Israel) correspondiente en las Regiones Celestiales. Tanto la Tierra terrestre de Israel como la Tierra Celestial de Israel tienen áreas de diversos grados de ‘Kedushá’ (santidad).

 

Es sabido acerca de ‘Las 10 capas’ respectivas de ‘Kedushá’ de la Tierra de Israel terrestre que culminan en el ‘Kódesh HaKodashim’ (“Lugar Santísimo”).

 

Moshé (Moisés) pensó que las tierras de los reyes Sijón y Ög, es decir, la orilla este del Jordán, ya contenían algún nivel de santidad común a toda la Tierra de Israel.

 

Un líder que lleva al Pueblo a tomar posesión de Tierra Santa adquiere grandes ventajas espirituales. La autoridad de los líderes de Israel no es del mismo calibre que la de los reyes o gobernantes de las Naciones.

 

Mientras que las Naciones del mundo derivan su autoridad del poder físico y los atributos materiales, esto no es así en el caso de los líderes del Pueblo de Israel. Su autoridad es más bien del calibre de la autoridad celestial.

 

Para ser más específicos: los líderes son designados de acuerdo con cualidades intelectuales superiores, de acuerdo con la capacidad del individuo en cuestión para guiar al Pueblo en la observancia de la Torá.

 

Tan pronto como el primer rey de Israel, Shaúl (Saúl), fue ungido rey por el profeta Shemuel (Samuel), se le concedió el ‘Rúaj HakKódesh’ (“Espíritu Santo”), como sabemos por Shemuel Álef/1ª de Samuel 10:11-12:

 

“Y sucedió que cuando todos los que le conocían de antes vieron que ahora profetizaba con los profetas, los del pueblo se decían unos a otros: ¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Está Saúl también entre los profetas? Y un hombre de allí respondió, y dijo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por lo cual esto se hizo proverbio: ¿Está Saúl también entre los profetas?”.

 

Una de las razones por las que el reino fue transferido a David fue que no había nadie tan calificado como David en lo que respecta a la erudición de la Torá. Di-s estaba con él hasta tal punto que cualquier decisión religiosa pronunciada por David siempre era aceptada por sus colegas como vinculante. Además, nadie sobresalió como David en cantar las alabanzas de HaShem.

 

Estas son las consideraciones que hicieron que Moshé deseara tanto seguir siendo el líder que traería al Pueblo de Israel a Tierra Santa. Él sabía que si se le concediera esta petición, perfeccionaría aún más su personalidad, y Di-s le otorgaría aún más perspicacia. Quería cumplir aquellas ‘Mitzvot’ (“preceptos”) que sólo pueden cumplirse en el suelo de la Tierra de Israel (Sotá 14a).

 

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