COMO RAMAS DEL MISMO ÁRBOL

COMO RAMAS DEL MISMO ÁRBOL

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

El Talmud Berajot 31a relata que cuando se le pidió a Rabbí Hamnuná el Joven que cantara para los invitados reunidos en una fiesta de bodas del hijo de Raviná, les dijo:

 

“¡Ay de nosotros que tenemos que morir, ay de nosotros que tenemos que morir!”

 

Respondieron preguntando qué tipo de estribillo se suponía que debían cantar para eso.

 

Él respondió:

 

“Existen la Torá y las ‘Mitzvot’ (“Mandamientos”) que nos protegen”.

 

El rabino quiso decir que toda la justificación para la alegría en una boda es inspirar el cumplimiento del mandamiento de: ‘PERÚ URVÚ’ (“ser fructífero y multiplicarse”). Si no fuera por esto, el hecho de que nos dirigimos a la muerte en realidad no fomenta ninguna alegría en absoluto.

 

Esta declaración en el Talmud es seguida por el comentario de Rabbí Iojanán de que uno no debe llenarse la boca de risa en este mundo. Esto indica que hemos entendido correctamente el significado de Rabbí Hamnuná.

 

Mientras que Rabbí Hamnuná justificó la alegría por el hecho de que el hombre, al menos como especie, es eterno, sus colegas agregaron que dado que cada alma individual vive por el mérito de haber cumplido las ‘Mitzvot’ (“Mandamientos”) de la Torá, existe una justificación adicional para tal alegría.

 

Las verdaderas “bodas” de cuerpo y alma se realizarán en el futuro, como decimos a diario al ponernos los ‘Tefil´lín’ (“filacterias”): וארשתיך לי לעולם “VE´ERASTIJ  LI  LEÖLAM - Te desposaré conmigo para siempre” (Hoshéä/Oseas 2:21).

 

El profeta continúa diciendo que esta será una unión באמונה ‘BE´EMUNÁ’ (“en fidelidad”). 

 

En ese momento, cuerpo y alma habrán logrado una asociación de duración infinita.

 

La Torá luego legisla los procedimientos para la herencia, algo descrito como משפט ‘Mishpat’ (“legislación social”, “justicia”).

 

Nos dice que, no obstante el pecado original del hombre inducido por la “Serpiente”, que trajo la mortalidad al mundo, la propiedad que el hombre mortal deja en esta tierra se transfiere a su pariente sobreviviente más cercano.

 

A pesar de la muerte, los lazos de sangre no se rompen por la muerte de una persona. Esto prueba que existe una “relación” entre el נפש ‘Néfesh’ (alma) del difunto y las נפשות ‘Nefashot’ (almas) de sus sobrevivientes.

 

Las diversas almas involucradas pueden verse como ramas del mismo árbol. Cuanto más cerca está la rama de la raíz, más savia nutritiva recibe de ella.

 

La Torá introduce las leyes de la herencia con las palabras: “Si un hombre muere y no tiene hijo” (Bamidbar/Números 27:8), para enseñarnos el orden de prioridades en el que otros miembros de la familia sobrevivientes son vistos en relación con el alma de los difuntos.

 

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FOTO: Árbol Genealógico Kabalista 4G de mekubal.es

 

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