BUENAS PARA NOSOTROS

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

Según los ‘Jajamim’ (sabios) el milagro por el cual se creó el Mundo y la extraña (contradicción) que ciertas estrellas son fuentes de luz, mientras que otras solo reflejan luz, sin tener nada propio para dar.

 

Algunas estrellas corren alrededor del Universo, otras viajan a un ritmo pausado. Algunos fenómenos naturales exudan calor, otros frío. Todos estos fenómenos son ejemplos de contradicciones. Sin embargo, todos son parte del mismo ‘Ölam’ (Universo).

 

¿Qué es tan extraño entonces si la Torá contiene algunas leyes que parecen contradictorias?

 

Por el contrario, nada podría ser una prueba mayor de la autenticidad Divina de la Torá que estas supuestas contradicciones.

 

Si la Torá hubiera sido una legislación hecha por el hombre, seguramente habría reflejado la “consistencia” del legislador.

 

Seguramente, cuando Di-s creó la naturaleza, ¡lo hizo con inteligencia! Entonces, esta debe ser nuestra respuesta cuando nos enfrentemos a las naciones del mundo que afirman que las ‘Mitzvot’ (“Mandamientos”) de la Torá están desprovistos de razón, y que solo pretenden afirmar la autoridad de Di-s sobre Sus criaturas.

 

Nuestra respuesta a tales acusaciones debe ser que esta sería una manera muy pobre para que Di-s gane adeptos a Su Ley.

 

¡Seguramente, si sólo hubiera querido asegurar nuestra obediencia, habría legislado sólo leyes que pudiéramos comprender, y que por su lógica nos harían aceptarlo como nuestra autoridad Suprema!

 

Entonces, la única razón por la que Él legisló tales leyes aparentemente ilógicas debe ser que son buenas para nosotros, aunque no nos demos cuenta, ¡una condición debida a la limitación de nuestras facultades perceptivas!

 

Uno de los aspectos más desconcertantes de la legislación es que mientras purifica lo impuro cuando se rocía con la ceniza de “La Vaca Roja”, la persona que se ocupa de preparar “La Vaca Roja” hasta que esté apta para realizar su función se contamina mientras está tan comprometida.

 

Las lecciones de naturaleza moral y ética que podemos derivar de este hecho son dos: tanto su aplicación a nuestra vida práctica como su aplicación a nuestro estudio de la Torá. Con respecto a esto último, la lección es que debemos esforzarnos por comprender los valores espirituales lo mejor que podamos intelectualmente. Al hacerlo, santificamos la materia física de la que está hecho nuestro cuerpo.

 

Cuando el hombre se esfuerza por modelarse a sí mismo de acuerdo con su percepción de lo Divino, purifica su cuerpo, es decir, lo que es impuro.

 

Sin embargo, si se extralimita, quiere saber más de lo que sus facultades perceptivas han sido equipadas para comprender, es como una persona que insiste en mirar directamente al sol cuando el sol está en su punto más fuerte, y como resultado se ciega a sí mismo.

 

Esto es como el aspecto de la legislación de “La Vaca Roja” que “contamina al puro”.

 

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