LA MESA DEL HOMBRE

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

Este ‘Limmud’ (estudio) ha sido donado para ‘Beriut’ (salud), ‘Berajá’ (bendición) y ‘Hatzlajá’ (éxito) de la Familia de Ester López de USA y Castillo Sevillano de Alemania-España

 

Y para que halle gracia y prosperidad Fernando ben Lydia

 

En el Zejut (mérito) de nuestros patriarcas y matriarcas Avraham, Itzjak, Iaäkov, Sará, Rivká, Rajel y Leá  

 

Vaiikrá/Levítico 6:5/6:12:

 

“Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará”.

 

La razón por la que la Torá legisla que el fuego del altar debe mantenerse encendido, que nunca se apague, es para asegurar que siempre que nuestros perennes acusadores busquen ser pagados con la vida de algún ‘Bené Israel’ (Hijo de Israel), no haya un fuego alternativo útil para satisfacer su demanda de quemar a alguien.

 

El fuego, en otras palabras, actúa como un “soborno” para el Satán (“acusador”), como el chivo expiatorio en ‘Iom Kippur’ (Día de la Expiación).

 

Hoy en día, cuando no tenemos ‘Mizbéaj’ (altar), la mesa del hombre cumple la función de altar. Si nos sentamos a comer sin decir al menos una palabra de la Torá durante nuestra comida, es posible que no hayamos logrado extinguir el fuego del ‘Guehinnom’ (“purgatorio”) manteniendo encendido el fuego del altar sustituto.

 

El ‘Korbán’ (“ofrenda”) que simbolizaba el pecado debe quemarse totalmente sin que se le dé la oportunidad de desarrollar moho, etc., lo que podría ocurrir mientras la masa sube antes de hornearse. Por lo tanto, la Torá insiste en que toda la masa se hornee solo como ‘Matzá’, es decir, pan o pastel sin levadura. Tradicionalmente equiparamos ‘Jametz’ (“alimento leudado”) con el acusador.

 

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