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EL CUERPO AL SERVICIO DEL ALMA
Por morá Batia bat Dora para
Kabbalah y Torah en Expansión
El deseo del Alma es compartir, ya
que se encuentra en la misma frecuencia que el Creador. Para conseguir la
plenitud absoluta tenemos que realizar el contacto consciente con nuestra Alma.
De tal forma que seremos guiados en nuestro camino con seguridad y
tranquilidad, siendo bendecidos en la vida y bendiciendo a todo aquel que se
encuentre en nuestro entorno y en el mundo.
Para realizar esta conexión tenemos
que poner nuestro cuerpo al servicio del Alma. Es decir, crear un recipiente
adecuado en sintonía con nuestra Chispa Divina interna. El recipiente se crea
con trabajo espiritual que consiste en nuestra transformación proactiva con la
Luz. Este trabajo nos va a encaminar al alcanzar nuestro mayor potencial, es
decir, la capacidad de nuestra Alma.
Ser conscientes que todos los
órganos de nuestro cuerpo tienen que funcionar como un único sistema con la
Fuente. El corazón es el órgano de nuestro cuerpo que se encarga de expandir la
sangre, recibe y comparte por todo el cuerpo el flujo vital, manifestando con
esta acción lo que desea el Alma. Cuando sentimos emociones de Amor pensamos
inmediatamente en nuestro corazón, sentimos que están ahí en este lugar los
sentimientos más genuinos de nuestro Ser. Cuando sufrimos por amor a veces
llegamos a sentir dolor de corazón. Pero este dolor se produce porque estamos
actuando en contra del mismo corazón, ya que su esencia es la de recibir para
compartir, amar de una forma generosa, global, sin apegos, no para satisfacer
nuestro ego, que es el deseo de recibir únicamente para sí mismo, y este ego no
nos deja conectar con nuestra Alma que al igual que el corazón desea recibir
para compartir.
El hígado es un órgano interno que
se encarga de purificar la sangre, es decir, por este pasa toda la sangre en
mal estado que necesita de una limpieza. Cuando nos enojamos cargamos nuestra
sangre con negatividad, esta se vuelve pesada, transportando por todo el
torrente sanguíneo el rigor hasta llegar al hígado al que cargamos con mayor
trabajo de lo habitual. Esta carga adicional negativa producida por nuestra
reactividad afecta directamente a la salud. Si una enfermedad no viene generada
por un Tikkún, somos nosotros mismos los que la provocamos con nuestras
emociones mal gestionadas.
Aunque nos resulte muy difícil,
tenemos que conseguir vencer la reactividad, doblegar el rigor y la
negatividad, anular nuestro ego y su satisfacción inmediata. La ira y el enojo
es una conciencia de separación y esa energía se puede manifestar en el plano
material. Nos enojamos cuando no aceptamos los sucesos en la vida, cuando no
aceptamos a los demás, cuando no nos aceptamos a nosotros mismos. Todo viene
dado por el Creador y es todo perfecto y en su tiempo. Cuanto más corrijamos
más cercanos estaremos a ÉL y más equilibrados nos sentiremos.
Recordar que el trabajo interno
proactivo de transformación nos va a aportar Luz (Bendiciones ilimitadas) en la
vida. Plantar semillas de conexión con la abundancia, conexión con la
continuidad, con el Amor incondicional y con la misericordia. Nuestra Alma
necesita de nuestro cuerpo y voluntad para revelar todo su potencial en este
plano físico.
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