LOS QUE OS
ACORDÁIS DEL SEÑOR, NO CESÉIS
Por Kabbalah y
Torah
Nos levantamos
y seguimos caminando. La intensidad del calor del sol era excesivamente fuerte
y nos dificultaba continuar. Entonces vimos algunos árboles en el desierto con
agua bajo ellos. Nos sentamos a la sombra de uno de los árboles en el desierto,
y le pregunté, a Rabbí Shimön: ¿Puedes explicarme por qué es eso de que, de
todas las naciones en el mundo, la única que se mece es Israel? ¿Por qué cuando
los hijos de Israel estudian la Torá se mecen hacia adelante y hacia atrás? Y
esto no es algo que ellos aprendieron de alguien más, sino que simplemente no
pueden permanecer quietos.
Él me dijo: Me
has recordado un asunto celestial, pero la gente no sabe y no pone atención. Se
sentó por un momento y lloró. Luego dijo: ¡Ay de las personas que vagan como
las bestias del campo, sin entendimiento! En este solo asunto son distinguidas
las almas santas de Israel de las almas de los otros pueblos, adoradores de las
estrellas y las constelaciones. Las almas de los hijos de Israel son derivadas
de la vela santa ardiente, que es Maljút, y está escrito: “NÉR ADO-NÁI
NISHMÁT ADÁM - vela del Señor es
el alma del hombre...” (Mishlé/Proverbios 20:27). Y cuando esta vela es
encendida de la Torá elevada, que es Zéër Anpín, su luz no está quieta ni por
un momento, y éste es el secreto del versículo: “¡ELO-HÍM AL-DOMI-LÁJ - Oh Di-s, no permanezcas en
silencio...!” (Tehil´lím/Salmos 83:2a), lo cual está escrito acerca de Maljút.
Y algo similar está escrito acerca de las almas: “...HAMMAZKIRÍM ET-ADO-NÁI
AL-DOMÍ LAJÉM - Los que os
acordáis del Señor, no ceséis” (Ieshaäiáhu 62:6), a saber: no tengan respiro.
Una vez que la luz de la vela ha agarrado la mecha, esa luz nunca descansará,
sino que más bien la luz del fuego se mece y nunca permanece quieta.
Así es como es
con los hijos de Israel también, porque sus almas son de la luz de la misma
vela, que es Maljút. Una vez que uno ha elevado un tema de la Torá, la luz
empieza a arder, y ellos son incapaces de obtener descanso, sino que se mecen
de adelante hacia atrás y de un lado al otro, tal como la llama de la vela se
mece, porque está escrito: “NÉR
ADO-NÁI NISHMÁT ADÁM - vela del Señor es el alma del hombre...”.
(Zóhar, Pinejás)
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