LA ABUNDANCIA DE LA LUZ DE IESÓD
Por Kabbalah y Torah
Rabbí Iesá se pregunta por qué
cuando los hijos de Israel fueron exiliados a Bavél y lloraron, estaban
recordando a Tzión (Sion) y no a Ierushaláim (Jerusalén). La respuesta de Rabbí
Shimön es que todo el propósito del Justo, Iesód, es otorgar bendiciones, y si
la Shejiná está en el exilio no tiene a quien otorgar bendiciones y, por lo tanto,
el Justo ha perecido. Rabbí Iesá dice que quien respeta a Di-s es honrado en su
vida y en su muerte, como lo fueron Ioséf y Pinejás. De Rabbí Shimön aprendemos
por qué a Pinejás le fue concedido el sacerdocio aunque había matado y todos
aquellos que matan son normalmente excluidos del sacerdocio.
Las almas justas a través de la historia
experimentan indecible angustia sobre nuestro exilio, porque ellas saben que el
Pensamiento de la Creación está otorgando bendiciones sin límite a nuestras
almas. Estas bendiciones ocurren cuando la Shejiná descansa sobre nosotros y
nos conectamos a Iesód, la puerta a través de la cual la divinidad se derrama
en nuestro mundo.
Aquí (ítems 17-19) empleamos la
omnipotencia del Justo para convocar y redimir a la Shejiná de su exilio (nuestro
exilio) para que podamos recibir la abundancia de la Luz de Iesód que estaba
destinada para nosotros desde el amanecer de la Creación. La aflicción de los
hombres piadosos cesa mediante este pasaje, porque aun la meditación sencilla
del lector promedio aliviará ahora la carga de los Justos, quienes nos han
cargado sobre sus espaldas durante milenios. Tal es el poder del Zóhar.
Así como Ioséf huyó de las
pretensiones seductoras de la esposa de Potifár, nosotros escapamos del
arrastre y el tirón del mundo material, del Satán, y de nuestros impulsos
egocéntricos, los cuales son todos, en verdad, uno y el mismo. Por medio de la
rectitud de Ioséf, merecemos honor y paz en este mundo y en el Mundo por Venir.
Nos convertimos en gobernantes de Egipto. Damos órdenes a las fuerzas negativas
a través de la tierra, y somos inspirados para acoger fervientemente al
Creador. Nuestra inspiración, elevándose en las alas del amor ferviente de Pinejás
por el Santo, corrige nuestros pecados pasados y gana para nosotros larga vida,
santidad sacerdotal y una porción del Mundo por Venir.
Lo más importante: el agarre letal
del Ángel de la Muerte sobre la especie humana es roto inalterablemente. El
dolor, el tormento y el sufrimiento asociados con la muerte mueren por medio de
la mano de Pinejás. La corte del juicio celestial es suspendida ¡permanentemente!
(Zóhar, Pinejás)
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