LA EVOLUCIÓN DEL HOMBRE
Por Kabbalah y Torah
El Pastor Fiel (Moshé/Moisés)
describe las cuatro ocasiones en las cuales uno tiene que inclinarse y las
cuatro ocasiones en que tiene que enderezarse durante la oración.
El Zóhar en la parashá Pinejás explica
los misterios de la oración de Ämidá y el significado de inclinarse y
enderezarse durante los puntos apropiados de la conexión. En el acto de revelar
estos misterios ocultos, la Luz generada por la oración de Ämidá es despertada
por el Zóhar en el momento presente. Esta Luz ayuda a la humanidad a
evolucionar y desarrollarse espiritualmente, lo cual es nuestro propósito final
en la vida.
El acto de inclinarse, en un nivel
de entendimiento, concierne al concepto de humildad. Aquellos que oran con
humildad profunda y un sentimiento de pobreza espiritual están asegurados de
tener sus oraciones contestadas. En consecuencia, la humildad nace en nuestros
corazones. Nuestras oraciones por la paz, la prosperidad y la realización
duradera son respondidas.
La fuerza energética conocida como
milagro vibra a través de la existencia por medio del poder de los 72 Nombres.
Y todo el reino de Maljút permanece derecho. A saber: evolucionamos y
ascendemos al reino de Zéër Anpín, el Mundo Superior donde la perfección, la
felicidad y la santidad reinan en forma suprema.
Este pasaje, como todas las
secciones del Zóhar, está cubierto de significado. Algunas introspecciones
interesantes se presentan concernientes a la evolución espiritual de la
humanidad y el Correspondiente reflejo físico en el mundo.
En un nivel de entendimiento, el
Zóhar discute la estructura básica espiritual y física del hombre. Rabbí Shimön
escribe:
“Inicialmente, Maljút era un estado
de postración, que es el secreto de inclinarse, y tiene que ser levantada por
medio del Nombre Iúd Hé Váv Hé, y tiene que ser enderezada por medio del Nombre
Divino, a través de dieciocho Mundos”.
Maljút, de acuerdo con el Zóhar,
corresponde al “Adám HaRishón/Primer Hombre”. El Zóhar está indicando que antes
del Primer Hombre, el pre-hombre caminaba en un estado de postración, encorvado
como un simio. Solamente a través de la infusión de la energía divina, las
letras del Nombre del Creador, semejantes al código genético, pusieron al
hombre derecho y lo hicieron caminar sobre dos pies. El Nombre que alteró nuestra
naturaleza es el Tetragrámaton, el Iúd, Hé, Váv, Hé. El valor numérico de este
Nombre es 26. Hay 26 huesos en cada pie. Y la columna vertebral consiste de 26
huesos.
En el ítem 309, el Zólar habla del
pulgar y su correlación y relevancia con el reino de Kéter, que corresponde a
la inteligencia del cerebro y la inteligencia humana. De acuerdo con el Zóhar,
el pulgar es la vasija que contiene la Luz de la Sabiduría (Jasadím). A saber:
por medio del pulgar, la inteligencia es hecha posible. Éste es el secreto de
la evolución espiritual del hombre.
De una manera interesante, la
ciencia ofrece introspecciones similares en la evolución del hombre. Solamente
los monos y los primates tienen manos capaces de agarrar objetos. El agarre es
posible por el pulgar oponible, que se mueve en oposición al resto de los
dedos.
La ciencia nos dice que las
características clave que tuvieron un papel en la evolución humana son la
bipedestación (permanecer derecho mientas se camina sobre las dos piernas) y el
pulgar oponible. Una mano hábil con un agarre del pulgar hizo ventajosa a la
inteligencia porque ahora podía crear herramientas. Además, la ciencia nos dice
que el cerebro y la mano cambiaron al mismo tiempo en nuestra historia
evolucionaria.
Este es meramente el efecto físico
de la evolución espiritual que dio elevación al hombre en este mundo físico.
La Columna Central es mencionada en
el ítem 310 y su correlación con el pulgar. La Columna Central es nuestro rasgo
divino de libre albedrío. El libre albedrío nos permite escoger no reaccionar a
impulsos primitivos y deseos egoístas, la característica distintiva del hombre
sobre el reino animal.
Finalmente, aprendemos que la
palabra ‘Amén’ une a los mundos Superior e Inferior. El que recita Amén está
considerado por lo tanto ‘mayor que el que dice la oración’. Nuestra lectura de
este párrafo pronuncia el Amén a través del mundo. Hace eco en el pasado
distante y en el futuro, uniendo así nuestro mundo con el Mundo Superior. Esta
unificación permite a la Luz completar inmediatamente nuestra evolución
espiritual en una manera piadosa y placentera.
(Zóhar, Pinejás)
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