PARASHÁT SHELAJ-LEJÁ - (Bemidbár/Números
13-15) - Ir hacia la conciencia causa y efecto
Por Kabbalah y Torah
SIN PENSAR EN MÍ
Sabemos que los hombres que fueron
enviados a espiar la tierra de Kenáän/Canaán no eran tan sólo jefes de las
tribus; ellos eran tzaddikím (almas justas), de lo contrario Moshé no los
habría enviado. Entonces, ¿por qué dijeron mentiras acerca de la tierra en sus
reportes a Moshé? Tanto el Zóhar como el Midrásh explican que los espías tenían
miedo de lo que pasaría si el pueblo entraba en la tierra de Israel. Ellos
temían que el Mashíaj (Mesías) llegaría y todos conocerían los secretos de la
Creación, causando que ellos perdieran su poder como jefes de sus respectivas
tribus y se volvieran prescindibles.
No obstante, aun si los espías no
hubiesen estado entre las personas más justas de la generación de Moshé, no
queda claro cómo pudieron haber hablado de forma tan negativa sobre Moshé y la
tierra de Israel. ¿Cómo pudieron pecar después de haber estado en el desierto
con Moshé por tantos años y haber experimentado todos los milagros en carne
propia? Debe haber una explicación más profunda de por qué los espías actuaron
como lo hicieron, así como algo de sabiduría sobre cómo nosotros podemos
protegernos de caer en trampas similares a aquella en la que ellos cayeron.
Para arrojar algo de Luz en este
asunto, el Rav Berg dice que debemos observar cuidadosamente las palabras de
Moshé cuando ordenó a los espías a ir a la tierra de Canaán. Moshé les dijo
específicamente: “Vayan y espíen la tierra”. En otras palabras, Moshé los envió
solamente a observar la tierra, no a que vivieran en ella. Cuando alguien es
turista en otra tierra, los inconvenientes de ese lugar no le molestan tanto
como si fuera un habitante de allí porque, como visitante, no está apegado de
forma permanente a ese lugar. Cuando Moshé envió a los espías, ellos debían ser
imparciales ante todo. Ellos debían ir como observadores, no como inmigrantes.
Desde el principio, Moshé les dio a
los espías una solución a su Deseo de Recibir para Sí Mismos: les dijo que
miraran todo de la forma en que lo haría un turista. Pero ellos ignoraron esta
orden e involucraron su ego en la evaluación de la tierra; y esta es la razón
de sus reportes fraudulentos. En nuestra vida también caemos como víctimas de la
ilusión, observando rara vez las cosas con desapego. El desapego significa
observar nuestra vida como si estuviéramos en una película con actores y
escenarios que no están conectados con nosotros de forma primordial. Cuando en
realidad “vivimos” en un lugar y no somos sólo turistas, el Deseo de Recibir
para Sí Mismo cobra fuerzas y no vemos las cosas sin apego, sino pensando en
cómo éstas nos afectan y a aquello que nos pertenece.
Para desconectar del Deseo de
Recibir para Sí Mismo Solamente, debemos aprender a observar las cosas
distantemente, con objetividad. La única manera en la que llegaremos a una
conclusión correcta es mirando las cosas sin una conexión con nuestro ser; sin
pensar en “mí” o en el “yo” en lo absoluto.
Esta también es la razón por la cual
en la lectura de Bemidbár/Números 10:31 Moshé le pidió a Itró ser los “ojos” de
Israel. ¿Acaso Moshé no podía haber buscado a un israelita para ejercer tal
labor? ¿Por qué escogió a un madianita? La respuesta está en el principio que
acabamos de tratar. Sólo una persona fuera del marco de referencia israelita
podría producir un juicio verdadero.
Esta es la única manera en la que
podemos obtener una perspectiva que no esté contaminada por el Deseo de Recibir
para Sí Mismo Solamente. Itró nunca asumió la responsabilidad de ser los ojos
de Israel. Sin embargo, el hecho de que Moshé le pidiera hacerlo nos demuestra
cómo nosotros también podemos ser “ojos”; si tan sólo doblegáramos nuestros
egos y miráramos todo de la manera en que lo hacen los turistas. Sólo de esa
manera nuestros ojos podrán ver la verdad claramente.
MÁS ACERCA DE LOS MERAGGELÍM (ESPÍAS)
Al final, los espías que estaban
preocupados por sus cargos no recibieron nada, sino que perdieron todo lo que
tenían. Kalév y Iehoshúä (Josué), quienes no estaban preocupados por su propio
poder, recibieron todo. Esto nos enseña que la gente que desea cosas por
motivos egoístas se quedará sin nada, y aquellos que no desean nada recibirán
riquezas.
Hay una historia que aclarará más
este concepto. Es un relato acerca de Rav Zusha de Anípoli (1718-1800 e.c),
hermano de Rav Elimélej de Lizhansk (1717-1786 e.c); ambos fueron estudiantes
del Magguíd de Mezritch (1704-1772 e.c). Rav Zusha nunca se refería a sí mismo
como “yo” porque, para él, sólo había un solo “Yo”: “Yo soy el Señor, tu Di-s”.
De hecho, en aquel entonces había
dos rabinos de Anípoli: Uno se oponía al movimiento jasídico y el otro era Rav
Zusha, el jasíd (piadoso). Una noche, el rabino en oposición al movimiento
jasídico esperó hasta muy tarde en la noche de modo que ninguno de sus
estudiantes supiera hacia donde se dirigía, y fue a verse secretamente con Rav Zusha.
Él le dijo a Rav Zusha: “No entiendo su jasidísmo. Sus vidas son muy difíciles
y, sin embargo, son muy felices. Mi vida es mucho mejor y podría tener todo lo
que quisiera, pero estoy lleno de ira y tristeza. ¿Cómo puedo remediar esto?”.
Rav Zusha contestó: “Zusha te lo
explicará. ¿Recuerdas cuando fuiste invitado por un hombre rico a la boda de su
hija? No te sorprendió que hubieras sido invitado porque, después de todo, eres
un rabino importante. Pero cuando el mensajero te entregó la invitación, se te
ocurrió preguntarle si podías ver la lista de las otras personas que también
estaban invitadas. Cuando el mensajero te mostró la lista, observaste que eras el
número 14. Esto te molestó mucho. ¿Cómo podía haber 13 personas delante de ti?
Así que decidiste vengarte. Para
demostrarle al hombre rico lo que pensabas de él, decidiste llegar tarde a la
boda. Llegaste dos horas después de que la ceremonia había terminado pero, para
aquel entonces, no quedaba lugar para que te sentaras en las mesas y casi todo
el banquete de boda se había acabado. Así que tuviste que sentarte solo
mientras todos los demás estaban disfrutando el postre. Estabas tan molesto por
esto que te fuiste furioso del salón de bodas, murmurando maldiciones para la
novia, el novio, el padre de la novia y el mundo entero.
Ahora bien, Zusha también fue
invitado a la misma boda. Pero cuando el mensajero vino con la invitación, fue
difícil de creer. Después de todo, Zusha nunca había hecho nada por este hombre
adinerado. ¿Qué clase de mérito tenia Zusha para haber sido invitado a la boda
de su hija? En ese momento, Zusha decidió llegar un par de horas más temprano
para ver si podía ser de ayuda.
Cuando Zusha llegó al salón de
bodas, primero ayudó a organizar las mesas y las sillas, y luego se cercioró de
barrer el piso. Como resultado, el padre de la novia estaba tan agradecido por
su ayuda que le pidió a Zusha que realizara la ceremonia para su hija.
Posteriormente, Zusha se sentó en la mesa principal durante el banquete de
bodas y luego hizo las Shéva Berajót (Siete Bendiciones). Zusha se fue a casa
lleno de amor por el mundo. Como puedes ver, si lo quieres todo, no recibes
nada. Zusha no quiso nada, y lo recibió todo”.
Esta es una gran enseñanza, y ayuda
a explicar el error de los espías. Ellos estaban pensando sólo en cómo podían
mantener su poder y cómo podrían servir a su Deseo de Recibir para Sí Mismos.
Pero Kalév y Iehoshúä actuaron de una forma completamente diferente. Ellos
incluso preguntaron primero por qué habían sido escogidos como espías. Por lo
tanto, ellos siguieron con vida mientras que los otros diez espías murieron.
La enseñanza espiritual de la
Parashá Sheláj-Lejá consiste principalmente acerca del juicio. Los kabbalístas
ilustran que la única forma para que ejerzan juicio sobre nosotros es si
nosotros juzgamos a los demás primero. Juzgar a los demás es peligroso en dos
maneras: atrae juicio sobre nosotros de parte del cosmos, y también puede hacer
que nosotros hagamos acciones negativas basándonos en nuestros frecuentes
juicios erróneos.
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