28. PARASHÁT METZORÁ -
(Vaikrá/Levítico 14-15) - Conciencia del poder de la palabra, pensamiento y
acción
Por Kabbalah y Torah
EL LEPROSO
Aprendemos del Zóhar y de la Guemará
(Ärajín 15b) que la lepra es un castigo por lashón hará (habla maliciosa). El
Zóhar explica que metzorá, la palabra hebrea para “lepra”, es una variación de
motzí rá, que significa “inventar rumores”. Por lo tanto, un leproso era
alguien infectado con una tendencia a rumorear y chismear. La consecuencia de
la lepra era la reclusión obligatoria, dado que ésta era la única manera de
lidiar con la “adicción” al habla maliciosa del individuo. Por ende, todos los
leprosos debían ser aislados del resto de la gente.
Rabbí Israel de Koznitz, en su libro
Ävodát Israel, explica que la purificación del habla maliciosa puede ocurrir
solamente cuando el leproso permite que su alma regrese a su verdadera Fuente,
dentro del Creador. Ahí, él encontrará la misericordia y la sanación que hacen
posible una cura a nivel físico. En otras palabras, la lepra sólo puede ser curada
cuando el leproso entiende primero la naturaleza de su impureza y cómo la
acción física de su habla ha corrompido su alma. Sólo cuando él comienza a ver
las consecuencias de sus palabras es que puede empezar a sanar.
El asunto del habla maliciosa es
extremadamente importante, lo que hace necesario que todos estemos conscientes
de nuestra tendencia a hablar sin pensar y evitar hacerlo. Esta clase de habla
a menudo se convierte en chisme; sencillamente es nuestra naturaleza. Debido a
esto, las enseñanzas acerca de la lepra merecen ser estudiadas con
minuciosidad.
El Creador hizo las arterias que
transportan la sangre a través del cuerpo, llevando oxígeno al cerebro y a cada
órgano. Si una de las arterias principales se bloquea, no podríamos sobrevivir.
Hay otros órganos en el cuerpo cuyo propósito es misterioso, pero su
importancia y función son explicadas en Kitvé HaArí, (Las escrituras del Arí):
Más allá de las necesidades físicas
del cuerpo, éste también tiene necesidades a nivel espiritual, y los órganos
del cuerpo sirven a ambos tipos de necesidades. Por ejemplo, el cerebro ejecuta
las funciones vitales del cuerpo. Si hay una falla de comunicación entre el
cerebro y los nervios, puede ocurrir una parálisis física. De manera similar,
la parálisis espiritual puede ocurrir cuando perdemos nuestra conexión con la
Luz del Creador. Es por ello que la gente viene a rezar con los tzaddikím
(personas justas) o a pedirles bendiciones, de modo que los tzaddikím puedan
traerles Luz y solicitarle ayuda al Creador para que todos sus cuerpos
comiencen a funcionar correctamente, tanto físicamente como espiritualmente.
La interconexión de la fisicalidad y
la espiritualidad es muy evidente en el caso de la lepra. El leproso debe
aislarse para aquietar la descarga de impulsos de su cerebro que le hicieron
pecar. El problema debe ser tratado a nivel de la semilla, que es la única
manera de purificar al cuerpo físico de las consecuencias del habla maliciosa.
Mientras esa purificación ocurre, el leproso puede rogarle a un tzaddík para
que ore a fin de que su cuerpo funcione correctamente de nuevo. A través de su
conexión espiritual -volviéndose al Creador con todo su corazón y prometiendo
nunca más pecar- el leproso verá su espíritu renovado y será merecedor de la purificación.
El asunto de la lepra es una
demostración asombrosa de cómo las acciones negativas pueden influir en nuestro
cuerpo físico:
Ven y ve: el Santo, Bendito Sea Él,
otorga el perdón para todos los pecados del mundo, salvo para la mala lengua,
porque este hombre habla mal de otro, como está escrito: “ZÓT TIHIÉ TORÁT HAMMETZORÁ - Esta será la Torá del leproso
(heb. metzorá)” (Vaikrá/Levítico 14:2a). Esto es: habla mal de su amigo, ya que
“metzorá” está escrito con las mismas letras de las palabras motzí rá (‘difunde
lo malo’). Rabbí Jiá dijo: Si alguien difunde un nombre malicioso, todos sus
miembros se contaminan y él debe ser aislado, porque su plática maliciosa se
eleva en el aire y pide que baje un Espíritu impuro sobre él, y es contaminado.
El que intenta contaminar es contaminado; por la acción abajo otra es
provocada.
(Zóhar, Metzorá 4:14)
Las leyes espirituales dictaminan
que hay una mitzvá (precepto) para cada parte del cuerpo: 248 ordenanzas
positivas para las 248 partes del cuerpo y 365 ordenanzas negativas para los
tendones del cuerpo. Conectar con este capítulo bíblico nos proporciona el
poder de no sólo purificar nuestro cuerpo de la lepra, sino también limpiar
nuestro Deseo de Recibir para Sí Mismo. Si verdaderamente podemos entender qué
nos trae situaciones negativas tanto físicamente como espiritualmente, veremos
que nosotros mismos estamos creando estos bloqueos.
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