LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

LA NOCHE DEL SEDER DE PESAJ Y LA COPA DE ELIAHU HANNAVI (Elías el profeta)


LA NOCHE DEL SÉDER DE PÉSAJ Y LA COPA DE ELIÁHU HANNAVÍ (Elías el profeta)

Por Kabbalah y Torah

La figura de Eliáhu HanNaví (el profeta Elías) se asocia en los relatos populares a toda clase de prodigios. Él es quien, sin revelar su identidad, acude en ayuda de los necesitados; y es también el heraldo que, en el final de los tiempos, ha de anunciar la llegada del Mesías.

Su persona va unida a diferentes símbolos y costumbres, en especial los que integran el ritual del “Séder” (la celebración de la Pascua), y eso por dos razones: porque la festividad mencionada representa, como ninguna otra, el paso de la servidumbre a la libertad; y porque, de acuerdo con una tradición muy difundida que registra el Talmúd, “así como fueron liberados en el mes de Nisán, en ese mismo mes han de ser redimidos” (con la llegada del Mesías).

COS SHEL ELIÁHU - LA COPA DE ELÍAS

En la noche del “Séder”, es costumbre en muchas comunidades llenar una copa especial para Eliáhu HanNaví, además de las cuatro que sucesivamente se sirven a los comensales. ¿Cuál es el origen de esta costumbre?

Lo de las cuatro copas (“arbá kosót”) venía de muy antiguo. Hasta que uno de los tanaítas Rabbí Tarfón, opinó que correspondía servir otra más. Esto dio lugar a una controversia cuyos ecos llegaron hasta la etapa histórica de los gaonitas (los jefes de las grandes academias talmúdicas o “ieshivót”, en Babilonia, entre los siglos 6 y 11 aproximadamente). Así aconteció que los gaonitas de Sura (Babilonia) instituyeron 5 copas para la noche del “séder”, y los de Pumbedita (Babilonia), en cambio, sólo 4.

El Rambam (Maimónides, siglo 12) dictaminó que, de ser 5, al llenarse la 5ª copa debía recitarse el Tehil´lím/Salmos 136, llamado “Hal´lél Gadól” (El Gran Hal´lél/Gran Cántico de Alabanza), debido a que con cada uno de sus versículos se repite la frase “KI  LEÖLÁM  JASDÓ - Porque para siempre es Su misericordia”). Sin embargo, consideraba que esa 5ª copa no era obligatoria como las 4 precedentes.

La polémica atravesó los siglos. Por último, se resolvió seguir con sólo 4 copas, pero llenando una 5ª de la que no se bebería. Y dado que una vieja tradición afirma que todas las cuestiones aparentemente insolubles serán resueltas en los tiempos del Mesías, cuando Eliáhu HanNaví, que ha de anunciar su llegada, aclare todas las dudas, esa 5ª copa se llamó “la copa de Eliáhu HanNaví”. “Pues con la llegada de Eliáhu se han de aclarar todas las dudas (“Tekó”), y también ésta nos dice el Gaón de Vilna (Lituania, siglo 18).

Con el correr del tiempo, la fantasía popular tejió innumerables relatos entorno a “la copa de Eliáhu HanNaví”. Se dice que en la noche de Pésaj él aparece, sin ser visto, en las casas judías, y en cada una de ellas toma un sorbo de su copa. Cautivados por la leyenda, los niños judíos a través de las generaciones, se esforzaron por llegar al final del “séder” sin quedarse dormidos, y así poder registrar, por algún leve movimiento, ese instante prodigioso.

“La copa de Eliáhu” también dio lugar a expresiones artísticas valederas. La mesa del “séder” se vio adornada con una copa de plata o de cristal, ostentando grabados y relieves en oro que mostraban al Profeta en el momento de anunciar, “shofár” en mano, que se acercaba la Redención (“Gueulá”).

Generalmente, esos motivos se veían coronados por la inscripción “kos shel Eliáhu” (copa de Elías).

SE ABRE UNA PUERTA

Mucho más antigua es la costumbre de abrirle la puerta a Eliáhu HanNaví, después de bendecir la comida, cuando se pronuncia el “Shefój Jamatjá - Derrama tu ira”. (Irmiáhu/Jeremías 10:25)

En el Talmúd se cuenta de Ráv Hona, que acostumbraba abrir la puerta de su casa antes de comer, para permitir la entrada de los huéspedes, ya que al comienzo del “séder” se dice: “Kol dijfin ieté veiejól” (quien tenga hambre, venga y coma). La invitación implica la apertura de la puerta. Y según Matitiáhu Gaón (Siglo 9), no cerraban sus casas y pronunciaban esa frase para que sus vecinos israelitas que fueran pobres pudieran entrar a comer con ellos.

Pero desde épocas remotas se asoció la apertura de la puerta con la venida de Eliáhu HanNaví. Y en el Talmúd se explica la expresión “lél shimmurím” (noche de vigilia como “la noche en que aparecen el Mesías y Eliáhu”. Dado que en la masa del pueblo se hallaba profundamente arraigada la creencia de que “así como habían sido liberados en Nisán, en ese mismo mes serían redimidos”, se impuso la costumbre de abrirle la puerta de Eliáhu, heraldo de la Redención, el encargado de anunciar la Libertad verdadera, esperanza y meta anhelada por el Pueblo de Israel en su peregrinaje.

Lamentablemente, más tarde, debido a los edictos anti-judíos durante la Edad Media, se abandonó la costumbre de abrir la puerta en la noche del “séder”, por temor a los vecinos hostiles, y sólo se mantuvo la de abrirla al pronunciar el “Shefój jamatejá”. Con ello también expresaban su deseo de que Eliáhu HanNaví viniera a librarlos de sus perseguidores.

Más tarde se agregaron distintas explicaciones a la apertura de la puerta. Se la relacionó con el tema del asesinato ritual, que los cristianos imputaban falsamente a los judíos, arguyendo que éstos mezclaban la sangre de niños cristianos con el pan ázimo (“matzá”) y con el vino de Pésaj. De modo que se abría la puerta para verificar si detrás de ella no acechaba un calumniador. Y tal vez por no asustar a los niños, se les decía que la puerta se abría para darle paso a Eliáhu HanNaví.

Poco a poco brotaron leyendas en las que Eliáhu, heraldo de la RedenZión, es también quien socorre a los judíos en desgracia, en todo tiempo y lugar. Sin embargo, al quedar asociada la celebración de la Pascua a tantas imposturas y calamidades, fue la que produjo más relatos fantásticos cuyo protagonista, Eliáhu HanNaví, venía en auxilio de su pueblo.

En muchas “Haggadót” ilustradas impresas siglos atrás en Mantua, en Praga, en Liorna y en Venecia, Eliáhu aparece en la hoja correspondiente al “Shefój jamatjá” haciendo sonar el “shofár” (cuerno de carnero) y precediendo en su marcha al Mesías.


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