VAIKRÁ: LA OFRENDA DEL POBRE

VAIKRÁ: LA OFRENDA DEL POBRE

Por Kabbalah y Torah

וְנֶפֶשׁ כִּי־תַקְרִיב קָרְבַּן מִנְחָה לַיהוָֹה סֹלֶת יִהְיֶה קָרְבָּנוֹ וְיָצַק עָלֶיהָ שֶׁמֶן וְנָתַן עָלֶיהָ לְבֹנָה

VENÉFESH  KI-TAKRÍV  KORBÁN  MINJÁ  LAADO-NÁI  SÓLET  IHIÉ  KORBANÓ  VEIATZÁK  ÄLÉHA  SHÉMEN  VENATÁN  ÄLÉHA  LEVONÁ

“Y cuando alguna persona ofreciere ofrenda de presente al Señor, su ofrenda será flor de harina, sobre la cual echará aceite, y pondrá sobre ella incienso”. (Vaikrá/Levítico 2:1)

Alimentos, la siguiente clase de ofrenda, nos proporciona la fortaleza para hacer nuestro trabajo; además, esto nos revela que comer implica una gran responsabilidad. Hay un alma en cada porción de alimento. Las almas atrapadas en la comida no pueden elevarse a través de acciones propias pero, una vez que nosotros comemos y estos alimentos forman parte de nosotros, nuestras acciones -tanto positivas como negativas- se conectan con las acciones de las almas en los alimentos. Tener conciencia de la responsabilidad que tenemos al comer es muy importante.

La ofrenda de alimentos no necesariamente ocurría en el altar. Por ejemplo, el Zóhar habla acerca del gran mérito del hombre pobre que lleva lo que puede, incluso cuando tiene poco o nada que comer.

La ofrenda del hombre pobre es de gran valor delante del Santo, Bendito Sea Él, cuando trae delante de Él dos Ofrendas: una es su grasa y sangre y la otra es el sacrificio que está ofreciendo. Aunque no tiene alimento para sí mismo, de todos modos trae una ofrenda. Así su grasa y su sangre disminuyeron. La ofrenda del pobre es la más liviana: dos palomas jóvenes o dos pichones, o hasta puede traer un poco de harina y es perdonado. En ese momento, resuena una proclama que dice: “Porque Él no ha despreciado ni aborrecido la aflicción de los pobres”. ¿Por qué es eso? Porque la ofrenda del hombre pobre es la más valiosa de todas.

(Zóhar, Vaikrá 20:129)

La ofrenda del pobre puede ser más pequeña que la de todos, pero sus pecados serán perdonados porque es como si hubiese ofrecido su propia alma como sacrificio.