LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

PARASHA SHEMINI - (Vaikrá/Levítico 9-11) - Levantarse después de caer (segunda oportunidad)/Misericordia


PARASHÁT SHEMINÍ - (Vaikrá/Levítico 9-11) - Levantarse después de caer (segunda oportunidad)/Misericordia

Por Kabbalah y Torah 

Esta Parashá describe la muerte de los dos hijos de Aharón, Nadáv y Avihú. Existen algunas similitudes entre este evento y la historia de Ioséf relatada en Bereshít.

Cuando Ioséf fue vendido como esclavo en Egipto por sus hermanos, ellos confesaron y dijeron: “Somos culpables”. Sin embargo, está dicho que los hermanos en principio no entendían realmente la profunda iniquidad de lo que habían cometido. Esto fue claro para ellos solamente después de que se presentaron ante Iaäkov, su padre, y vieron su terrible dolor, como está escrito: “Entonces Iaäkóv rasgó sus vestidos, se puso ropa áspera sobre sus caderas y guardó luto por su hijo durante muchos días... y él no quiso recibir consuelo” (Bereshít/Génesis 37:34-35). Efectivamente, Iaäkóv lloró y guardó luto por 22 años, y nuestros sabios nos enseñan que Iehudá, uno de los hermanos mayores de Ioséf, estaba triste porque no podía hallar manera de consolar a su padre.

Pero la tristeza de Iehudá estaba enfocada en el luto que sentía Iaäkóv, en nada más. Más allá de eso, no hay nada en la Torá, el Midrásh o el Zóhar que indique que Iehudá y sus hermanos entendían la gravedad del terrible error que habían cometido. Ellos pensaban que no había nada pecaminoso en lo que habían hecho y, además, ellos vieron que la Shejiná seguía con ellos a pesar de sus malas acciones. Tenemos evidencia de esto en el versículo: “sus hermanos fueron a apacentar las ovejas de su padre” (Bereshít/Génesis 37:12). La palabra “ET” tiene dos puntos sobre las letras, estos puntos nos indica que la Shejiná estaba en la presencia de ellos.

... todas las letras que están incluidas en la Shejiná, la cual es Maljút llamada “ET” (Álef, Tav) ya que incluye todas las 22 letras de la Álef a la Táv, se originan de los aspectos de las 22 letras de la Torá.

(Zóhar, Hashmatót 7:43)

A pesar de que les tomo 22 años reconocer su falla, finalmente llegó un momento en el que los hermanos de Ioséf entendieron claramente el error que habían cometido. Pero incluso cuando comenzaron a sentir el dolor físico del hambre durante la época de la gran hambruna, ellos todavía no se daban cuenta de que algún pecado o transgresión de su parte podría haber causado tal devastación. Este es el poder de nuestro ego, el cual nubla nuestra percepción acerca de la verdadera causa del dolor en nuestra vida.

Cualquier forma de sufrimiento, ya sea físico o emocional, es un mecanismo para despertarnos ante la necesidad de examinar nuestra vida. Si observamos atentamente, con honestidad y motivación sincera, podremos ver en qué nos hemos equivocado.

Cuando Aharón supo acerca de la muerte de sus hijos, se quedó en silencio. Él sabía que sus muertes habían ocurrido debido a la participación de Aharón en la creación del Becerro de Oro. Fue Aharón quien había reunido el oro del pueblo y lo había transformado en un becerro, y con esta acción él transfirió su Luz espiritual –su energía- a esta abominable criatura para que pudiera cobrar vida. El Zóhar dice:

Aarón tenía que ser purificado más, porque si no hubiese sido por él, el becerro podía no haber sido hecho. ¿Por qué? Porque Aarón es la Derecha, y la fuerza del Sol. El oro es del Sol, porque el Sol, que es Tiféret, está constituido de derecha e izquierda. En consecuencia, el oro viene de la izquierda, pero la fuerza y el dominio del Sol es de la derecha. El espíritu de la impiedad descendió para ser incluido en el oro con que fue hecho el becerro, y así los hijos de Israel fueron contaminados y así fue él, Aharón, hasta que se purificaron.

(Zóhar, Pekudé 35:314)

Cuando algo doloroso ocurre en nuestra vida, inmediatamente preguntamos: “¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Por qué Di-s permite que esto me pase?”. Las personas justas como Aharón entienden la verdad. Puede que tome un largo período de reflexión, como ocurrió en el caso de los hermanos de Ioséf que tardaron 22 años, pero ellos finalmente se abrieron a la verdad y fueron capaces de decir: “Cometimos un error”.

Be´ëzrát HaShém (Con la ayuda de Di-s), podremos alcanzar este nivel de conciencia en nuestra propia vida.

Sheminí significa “el octavo”. El número ocho nos conecta con la Sefira de Biná, la octava Sefirá en cuenta ascendente desde Maljút. El número ocho también nos conecta con la circuncisión (Berít Milá), lo cual tiene una conexión espiritual directa con Biná. Una conexión con Biná nos ayuda a internalizar la información que absorbemos constantemente durante el día y a convertirla en un conocimiento que es entendido con nuestro corazón, no sólo con nuestra cabeza. Esta es la clase de entendimiento que necesitamos alcanzar para poder conectar con la Luz y ayudar a los demás a hacer lo mismo también.
Biná en este capítulo nos da la oportunidad de conectar con la Luz de forma directa, sin necesidad de intermediarios. El idioma arameo como tal nos permite hacer esta conexión directa también; es por ello que el Zóhar está escrito en arameo. La Kabbaláh enseña que incluso los malajím (ángeles) no entienden arameo, así que los circunvalamos y vamos directamente al Mundo Superior de Biná. Al igual que leer o recorrer visualmente el Zóhar, la lectura de este capítulo de la Torá nos ayuda a alcanzar a Biná directamente.


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