LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

EL POTENCIAL DUAL DEL VINO


EL POTENCIAL DUAL DEL VINO 

Por Kabbalah y Torah 

El judaísmo considera al vino como una bebida poderosa y sublime, y por eso muchas mitzvót incluyen el consumo de vino. En las festividades se nos ordena estar alegres y se nos instruye beber vino para lograrlo. Además, muchas mitzvót incluyen un Kos Shel Berajá (una copa de bendición, incluyendo el Kiddúsh en Shabbát y en las festividades, en las ceremonias de casamiento, en las circuncisiones, en el birkát hammazón (el agradecimiento después de las comidas), las cuatro copas en la Noche del Séder – todas estas mitzvót idealmente están acompañadas por una copa de vino. En contraste con la bendición que se dice por la mayoría de las bebidas (Shehakkol Nihiá Bidvaró), la importancia del vino le ha otorgado su propia bendición: Boré Perí HagGuéfen.

[Nota: Aquellos a quienes no les gusta el vino pueden sustituirlo por otra bebida (con la posible excepción de las cuatro copas en la noche de Pésaj) y debe sustituirse si el vino o el alcohol representa un peligro para la salud de la persona o una amenaza de adicción].

Además, el vino puede ayudar a expandir la mente (“El vino y las fragancias me volvieron sabio”, dijo nuestro Sabio Ravá en Iomá 76b) y trae felicidad (“VEIÁIN  IESAMMÁJ  LÉVAV-ENÓSH - El vino trae felicidad al corazón de la persona”, dice en Tehil´lím/Salmos 104:15).

Por otro lado, el potencial estupefaciente del vino puede provocar destrucción, llevando a que la persona pierda el control y a que provoque daño físico o emocional a sí misma o a los demás. Reconociendo la naturaleza y el poder dual del vino, el Maharál escribe:

El vino no forma parte de este mundo, porque el vino cuenta con un aspecto Divino en cuanto que “HAMESAMMÉAJ  ELO-HÍM  VAANASHÍM - Alegra a Di-s y a los hombres” (Shofetím/Jueces 9:13). Esto puede entenderse tomando en cuenta que el vino surge de la parte interior de la uva, la cual está oculta. Esto indica que el vino viene de un lugar oculto [y tiene un aspecto espiritual] que no forma parte del mundo visible… Todas las cosas que son poderosas y que poseen un aspecto Divino pueden ser utilizadas correctamente para adquirir un ascenso espiritual; sin embargo, quien las utiliza de manera incorrecta adquiere una forma de muerte... Cuando se bebe vino correctamente, [la mente] se agudiza y se recibe sabiduría Divina. Pero si la persona bebe para satisfacer sus bajos deseos, y se emborracha, atrae sobre sí misma la muerte y el sufrimiento.

La Torá misma da testimonio de la influencia destructiva del vino. El primer registro de embriaguez en la Torá es la historia de Nóaj (Noé) después del diluvio. A pesar de que la rectitud de Nóaj le permitió salvar a su familia del diluvio, posteriormente él plantó un viñedo, se emborrachó y fue sodomizado (o, posiblemente, castrado) por su hijo Jám (Bereshít/Génesis 9:20-24).

El episodio de Nóaj con el vino fue escrito en la Torá porque contiene una advertencia más poderosa que el pasaje del Nazír (nazareo) (Bamidbár/Números 6:1-21). Incluso Nóaj, el tzaddík puro que salvó a todo el mundo gracias a su rectitud, cayó a causa del vino. Éste le provocó desgracia y una maldición para sus descendientes. (Rambán, “Najmánides”, Comentario sobre Bereshít 9:26).

¿Por qué la sección que se refiere al Nazír (nazareo) está yuxtapuesta a la sección que habla de la mujer adúltera? Para decirnos que todo el que ve a una mujer adúltera en su desgracia debe prometer abstenerse del vino, porque éste lleva al adulterio (Sotá 2a). (Rashi)

¿Por qué el Nazír (nazareo) lleva una ofrenda de pecado [después de haber estado en contacto con un muerto]?
Porque no tomó las precauciones necesarias para evitar ser profanado por el muerto. Rabbí Eläzár Hakkappár dice: Se afligió a sí mismo al abstenerse del vino [pecando de esta manera contra su propio cuerpo, lo cual es la traducción literal de las palabras ‘ashér jatá al néfesh’] (basado en Nazír 19a y otras fuentes).

¡El Nazareo es tanto alabado por abstenerse del vino –como una forma de protegerse de la promiscuidad- como censurado por la misma razón! La Torá nos advierte los peligros del vino y al mismo tiempo nos recuerda que ésa no es una razón legítima para abstenerse completamente del alcohol.

Después de haber visto esto -una clara denuncia respecto a la embriaguez junto con el requerimiento de beber que encontramos en muchas mitzvót- no podemos dejar de sorprendernos al leer la llamativa afirmación de Ravá respecto al hecho de beber en Purim:

Ravá dijo: La persona está obligada a embriagarse (Rashi – en arameo la palabra livsumé significa emborracharse con vino) en Purim hasta que no puede distinguir entre “maldito sea Hamán” y “bendito sea Mordejái.” (Meguil´lá 7b)

Esta afirmación es difícil de entender. ¿Cuánto es necesario beber para no notar la diferencia entre “maldito sea Hamán” y “bendito sea Mordejai”? Sin ninguna duda, el significado aparente es que Ravá considera que es necesario embriagarse en Purim. ¿Pero cómo es posible, si sabemos que la Torá considera como algo negativo el hecho de llegar a intoxicarse?

La Guemará presenta la siguiente historia que parece ser todavía más problemática.

Rabá y Rabbí Zeira compartieron un banquete de Purim. Ellos bebieron y luego Rabá se levantó y mató [lit. sacrificó] a Rabbí Zeira. Al día siguiente Rabá suplicó misericordia Divina y le devolvió la vida a Rabbí Zeira. Al año siguiente, Rabá le dijo Rabbí Zeira: “Compartamos juntos el banquete de Purim”. Rabi Zeira dijo: “Todo el tiempo no ocurren milagros”. (Meguil´lá 7b)

A primera vista, esta imagen es tanto espeluznante como milagrosa. ¿Cómo es posible que Rabá se permitiera a sí mismo emborracharse tanto como para llegar a sacrificar a su amigo? Algunos comentaristas, tal como el Maharshó, no toman la historia literalmente. Entonces, ¿qué es lo que esto significa?

“Rabá se levantó y mató [lit. sacrificó] a Rabbí Zeira“ – es inconcebible explicar este pasaje literalmente. Más bien esto significa que fue “como si lo matara”, es decir que Rabá le dio vino y lo obligó [tal vez esto significa que lo convenció respecto a la obligación] a beber demasiado hasta que Rabbí Zeira enfermó y corrió peligro de muerte. Por eso el Talmúd emplea el término “sacrificar”, porque el vino se bebe a través de la garganta, que es el lugar en el cual se realiza el sacrificio... Y Rabá rezó pidiendo que Rabbí Zeira no muriera a causa de su enfermedad. Encontramos que el término “LESHÓN  JÁI - devolver la vida” es un sustituto a “REFUÁ - curar”. (Maharshó, Meguil´lá 7b)

El Orjót Jaím (Leyes de Purim 38) escribe que cuando [Ravá] dijo: “La persona está obligada a ‘embriagarse’ en Purim”, no implicó que uno debe beber hasta llegar al punto de la ebriedad, porque emborracharse está absolutamente prohibido. De hecho, no hay mayor transgresión que embriagarse, porque eso lleva a mantener relaciones sexuales prohibidas, a derramar sangre y a cometer otras transgresiones. (Bét Ioséf Oraj Jaím 695)

La persona está obligada a estar sumamente alegre en este día (Purim), y disfrutar del banquete y beber, al punto en que no le falte nada. Sin embargo, no se nos ha ordenado embriagarnos y degradarnos a nosotros mismos durante la celebración. No se nos ha instruido experimentar una alegría vacía y frívola, sino más bien disfrutar de una significativa felicidad que conduce a amar a Di-s y a valorar los milagros de Purim que Di-s hizo para nosotros. Con respecto a la instrucción del Talmúd de “beber hasta no poder distinguir entre ‘maldito sea Hamán’ y ‘bendito sea Mordejái’”, algunos grandes estudiosos ya han señalado que el incidente [de Rabá y Rabbí Zeira] citado muy cerca, en el cual “Rabá se levantó y sacrificó a Rabbí Zeira” indica el rechazo del Talmúd hacia la ley de Ravá. (Meiri, Bét HabBejirá, Meguil´lá 7b)

LAS TRIBUS SE EMBRIAGARON JUNTAS EN EGIPTO

“Se sentaron delante de él, el primogénito conforme a su primogenitura, y el más joven conforme a su juventud. Y los varones se [miraron] pasmados uno a otro. Él [Ioséf] pasó porciones de delante de él para ellos, pero la porción de Biniamín era cinco veces mayor que las porciones de todos ellos. Ellos bebieron y se embriagaron (VEISHKERÚ) con él”. (Bereshít/Génesis 43:33-34)

Si los grandiosos hijos de Iaäkóv, quienes establecieron el pueblo de Israel, pudieron llegar a embriagarse en su banquete familiar… ¡entonces sin ninguna duda emborracharse no implica ningún pecado atroz!
De hecho, en el Talmúd también encontramos una instancia en la cual grandes rabinos y sus discípulos se embriagaron. El pasaje relata las leyes relativas a curar con medicinas en Shabbát. Aunque en general está prohibido tomar medicinas en Shabbát (dependiendo de las circunstancias), está permitido utilizar una poción que “cura” a la persona de la embriaguez.

Rab Jamá bar Guriá dijo: se puede friccionar aceite y sal en Shabbát. Como Rab Huná en la escuela de Rav y Rav en la de Rabbí Jiá, y Rabbí Jiá en la de Rabbí – cuando ellos sentían el efecto del vino traían aceite y sal y la friccionaban en las palmas de sus manos y en sus empeines y decían: “Que así como el aceite se aclara que también Fulano se aclare del vino”. (Shabbát 66b)

Rashi explica que los maestros rabínicos tenían la costumbre de dar de beber a sus discípulos. Estos discípulos en particular eran especialmente eminentes y no era digno que ellos permanecieran ebrios, y por eso utilizaban el tratamiento prescripto. Este remedio es mencionado en el Shulján Arúj (Oraj Jaím 328:41). Por lo tanto, claramente el hecho de embriagarse, en cierto nivel, no está prohibido.

La pregunta regresa ahora a aquellas autoridades que aparentemente prohíben emborracharse. ¿Cómo es posible que el Orjót Jaím, tal como vimos antes, declare que esto constituye un crimen atroz, siendo que grandes sabios y figuras de Torá lo hicieron?

Aparentemente la respuesta se encuentra en la distinción entre “emborracharse” y “ponerse alegre”. En este sentido, la halajá distingue entre un nivel regular de embriaguez y la “embriaguez de Lót”. 

El Shulján Arúj (Oraj Jaím 99:1) dice que la persona incluso puede recitar bendiciones al estar embriagada. La Mishná Berurá comenta:

Esta halajá se aplica hasta que la persona llega al nivel de la “embriaguez de Lót”. En este nivel se considera como si hubiera perdido completamente su mente y está exceptuado de todas las mitzvót. Por lo tanto, si recita [el Shemá] o bendiciones estando en ese estado mental, no cumple con su obligación, porque bajo tales circunstancias está exento. Por lo tanto debe recitar [el Shemá] y las bendiciones nuevamente más tarde. (Mishná Berurá 99:11)

Al parecer el Orjót Jaím efectuó su comentario específicamente con respecto a este nivel de embriaguez en el cual la persona pierde el control de su conciencia y de su mente. Con respecto a la “embriaguez de Lót” (lo cual se refiere como mínimo al hecho de estar “sumamente borracho”), el Orjót Jaím dictamina que llegar voluntariamente a esa condición constituye un crimen atroz. Teniendo esto en cuenta, ya no quedan más preguntas respecto al Orjót Jaím y las instancias registradas en las Escrituras y en las palabras de nuestros Sabios en las cuales grandes e importantes líderes del pueblo se embriagaron. La embriaguez mencionada por la Guemará (Shabbát 66b) no se refiere a la “embriaguez de Lót” – si los discípulos se hubieran emborrachado a tal grado habría sido difícil que ellos les prescribieran un antídoto. Por cierto lo mismo ocurre en el caso de los shevatím [las tribus], y de otros casos en los cuales se menciona la embriaguez en relación a individuos distinguidos. De esta manera se resuelve la contradicción con la regulación del Orjót Jaím. De hecho, el Rab Leib Mintzberg (Toratí Bekirbam, Volumen 1, página 242) ha escrito que sin ninguna duda está prohibido entrar voluntariamente en un nivel de “embriaguez de Lót”, en el cual la persona pierde completamente la Imagen Divina con la cual fue creada. Aunque el Shulján Arúj (Oraj Jaím 695:2) no menciona esta prohibición (aunque la cita en el Bét Ioséf) y menciona la obligación de emborracharse en Purim sin ninguna reserva, la intención por cierto no es la de llegar a la “embriaguez de Lót”, sino sólo llegar al nivel de shikór (borrachera).

¿Cuál es la obligación del banquete [de Purim]? Que la persona coma carne y prepare una comida tan agradable como sea capaz de hacerla. Debe beber vino hasta embriagarse y quedarse dormida a causa de la borrachera. (Rambam “Maimónides”, Mishné Torá, Hiljót Meguil´lá veJanukká 2:15)

¡Al beber hasta quedarse dormido, se está cumpliendo con la instrucción de no reconocer la diferencia entre Hamán y Mordejái!

El Maharí Brin escribe que esto (beber hasta no reconocer la diferencia) implica embriagarse y quedarse dormido y de esta manera no reconocer la diferencia entre malvado sea Hamán [y bendito sea Mordejái]. Al parecer ésta es también la postura del Rambam. (Maharí Brin (citado en Darké Moshé Oraj Jaím 695)

Pero en el Jidushé Agudá (Meguil´lá 6) y el Toledót Adám VeJavvá 10:1 (página 62c de Rabbénu Ierujám) está escrito que el equivalente numérico (guematria) de [las letras hebreas de] arúr Hamán (maldito sea Hamán) y barúj Mordejái (bendito sea Mordejái) es idéntico [502]; uno debe beber lo suficiente como para no lograr hacer el cálculo... El Minaguím dice que había un piút (poema litúrgico, [Shoshannát Iaäkók] en donde el estribillo alternaba entre arúr Hamán y barúj Mordejái; uno precisa claridad para no equivocarse a veces… (Darké Moshé Oraj Jaím  695)

Por lo tanto, podemos señalar tres enfoques básicos respecto a cuánto se debe beber:

1. El enfoque literal: Beber hasta embriagarse (pero no hasta llegar a estar demasiado borracho).

2. El enfoque no literal: Beber hasta quedarse dormido.

3. La interpretación creativa: beber hasta que no se pueda efectuar el cálculo matemático o hasta que uno se confunde al cantar.

Muchos quieren explicar cuál es la intención de este pasaje (la enigmática afirmación de Ravá respecto a cuánto se debe beber en Purim)… Me explicaron en un sueño que la principal obligación de beber es sumergirse en la alegría tal como está escrito (Tehil´lím/Salmos 104:15): “El vino alegra el corazón de la persona”. A partir de esta alegría… la persona sinceramente agradecerá y alabará a Di-s por los milagros de Purim. Por lo tanto, la persona no debe embriagarse tanto que llegue a perder la capacidad de razonar y por lo tanto no pueda reconocer el impacto de los milagros de Purim. Las palabras: “la persona debe beber en Purim hasta no lograr diferenciar...”, implican que se debe beber sólo hasta el punto en el cual se sigue manteniendo la capacidad de cumplir con la obligación de agradecer y alabar [a Di-s], pero no más allá de ese punto, porque entonces se confundirá. Llegar demasiado lejos provoca que la persona no sea capaz de distinguir entre “maldito sea Hamán y bendito sea Mordejái”, y por lo tanto no tendrá suficiente comprensión para alabar a Di-s por los milagros de Purim. (Iád Efráim (Rab Efráim Zalmán Margaliót, 1762-1828 e.c), Oraj Jaím 695)

Hay quienes dicen que no se debe embriagarse. Más bien se debe beber más de lo habitual (Kol Bo) y quedarse dormido. Al dormir, la persona no puede diferenciar entre “maldito sea Hamán” y “bendito sea Mordejái” (Maharil). Tanto aquél que [bebe] mucho como aquél que [bebe] un poco [son dignos de elogio] siempre y cuando su intención haya sido en honor al Cielo (parafraseando a la Mishná en Menajót 110a). (Ramó, Oraj Jaím 695)

“El Rab Israel Salanter acostumbraba a emborracharse mucho en Purim. Sin embargo, en ese estado se pasaba el día hablando de palabras de Torá y encontrando nuevas perspectivas, con aguda claridad y gran genio creativo, en todas las áreas del Talmúd. Él llamaba a esto: “darle una prueba al cuerpo”, para ver si incluso su cuerpo físico era una personificación de la sabiduría Divina… Para nosotros, que somos tan pequeños en Torá y en el servicio a Di-s, es suficiente con “beber más de lo normal, sin llegar a embriagarnos” (Ramó, Oraj Jaím 681:2). Cuidemos la elevación del día y no la convirtamos en una vacía pérdida de tiempo”.

La razón por la cual se menciona que se debe beber [en Purim] es debido a que el milagro, desde el comienzo hasta el final, tuvo lugar a través de banquetes de vino. Desde el episodio de Vashtí que tuvo lugar en el contexto de un banquete de vino, hasta que Estér fue elegida reina. La historia de Hamán, del comienzo hasta el final, involucra banquetes de vino. Esto es similar a Janukká, cuando el milagro tuvo lugar a través del aceite y en consecuencia nosotros encendemos velas. De manera similar, en Purim, cuando el milagro tuvo lugar a través del vino, estamos obligados a embriagarnos con vino (livsumé) y a celebrar con alegría por haber pasado de la oscuridad a la luz, como está escrito: Para los judíos hubo luz y alegría, felicidad y honor” (Meguil´lát Estér 8:16).

“No obstante, esta [la obligación de beber específicamente vino] es sólo la manera preferida para el cumplimiento de la mitzvá, pero no una obligación”. Si no hay vino disponible, o si la persona no disfruta de beber vino, también es aceptable otra bebida alcohólica. (Jafétz Jaím (Biúr Halajá, Oraj Jaím 695).

Rabbí Iehudá ben Beteira dice: “Cuando el Templo estaba de pie, la alegría [de las festividades] se lograba solamente a través de la carne [de los sacrificios], porque está escrito: “Sacrificarás ofrendas de paz y las comerás allí y te regocijarás delante del Señor tu Di-s” (Devarim/ Deuteronomio 27:7). Pero ahora que el Templo no está, la alegría [de las festividades] sólo se logra a través del vino, porque está escrito: “El vino alegra el corazón del hombre” (Tehil´lím 104:15). (Talmúd, Pesajím 109a)

Porque en todas las otras festividades la principal mitzvá es alegrarse con Di-s y el hecho de beber vino es sólo un medio para alcanzar ese estado de felicidad... Pero en Purim el hecho mismo de beber vino es la mitzvá misma,  tal como dice el versículo: “Días de banquete de vino y alegría” (Estér 9:22) (El Rab de Brisk, citado en Emek Berajá página 129)

Los días de Purim son definidos como “Iemé Mishté Vesimjá - Días de banquete de vino y alegría” – por lo cual beber es una mitzvá por sí misma.

En Ióm Kippúr invalidamos nuestros cuerpos a través del ayuno, permitiendo que nuestros espíritus se apeguen a Di-s. En contraste, en Purim bebemos al punto en que llegamos a invalidar nuestra mente, dejándonos físicamente vulnerables, total y abiertamente dependientes de Di-s.

Es adecuado que Ióm Kippúr sea un día de ayuno, porque cuando la persona excluye su cuerpo a través del ayuno (lo cual disminuye el cuerpo), es capaz de apegarse a Di-s... Pero en los días de Purim es diferente, porque Di-s, Bendito Sea, nos salvó de Hamán, cuando él quiso aniquilar a Israel y destruir sus cuerpos, y no tuvieron otra ayuda física fuera de la de Di-s. La persona es considerada como nada sin la existencia que Di-s le ha dado. Por lo tanto, estamos obligados a beber en Purim hasta que no podemos reconocer la diferencia entre malvado sea Hamán y bendito sea Mordejái. Sólo entonces, la persona no tiene absolutamente nada por sí misma, y cuando se considera nada, su existencia depende totalmente de Di-s. (Maharál, Ór Jadásh página 221)

La mitzvá de conmemorar Purim alienta y refuerza la unidad judía: mishlóaj manót (enviar a los amigos alimentos de regalo), mattanót laevioním (regalos para los pobres), leer juntos la Meguil´lá y reunirse para el banquete de Purim. El vino sirve como catalizador para acercar los unos a los otros – ‘Grandioso es beber… porque acerca a aquellos que están distantes” (Sanhedrín 103b).

A la comida de Purim se refiere el versículo: “Y estos días serán recordados y celebrados por cada generación [y por] cada familia” (Estér 9:28).” Rashi explica que la celebración es a través de que “la gente se reúna y coman y beban todos juntos...”  El objetivo de la comida de Purim es unir a todos los presentes, y que todos en el grupo se alegren junto con sus compañeros. De esta manera le transmitimos a las futuras generaciones la singular re-aceptación de la Torá que tuvo lugar durante esos días de Purim cuando: “[el pueblo era] como un hombre con un solo corazón” (Rashi, Shemót/Éxodo 19:2, en referencia al momento en el cual el pueblo aceptó la Torá Escrita en el Monte Sinaí).

El Talmud (Eruvín 65a) nos enseña que cuando una persona bebe se revelan aspectos de su personalidad que de otra manera permanecen ocultos: “NIJNÁS  IÁIN  IATZÁ  SÓD - Entra vino y sale el secreto”.

Beber nos permite revelar nuestro ser oculto, de la misma manera que Di-s reveló Su Presencia oculta en Purim. (Rab Mordejái Becher)

Meguil´lát Estér significa “la revelación de lo oculto”. Por un lado la Meguil´lá es llamada Igguéret (Estér 9:29), implicando el simple relato de la historia que presenta. El nombre de Di-s, en contraste con cualquier otro Escrito sagrado, se encuentra absolutamente ausente. Por otro lado, es un Séfer, un libro que se une a las grandes filas de Escrituras Sagradas.

La Meguil´lát Estér permite la revelación de lo más profundo e íntimo incluso en un instrumento de expresión superficial y terrena. El Nombre de HaShém está oculto; sin embargo Su presencia “detrás de las escenas” está en todas partes.

Nuestra obligación es beber vino. Después de la destrucción del Templo el orden de la naturaleza cerró la puerta a la revelación Divina. Nuestra relación con Di-s se perdió de vista. Sin embargo, el vino es la poción mágica que revela exteriormente los secretos ocultos y promete que cierto grado de revelación sigue existiendo.

Mientras que los adultos beben vino hasta embriagarse, la costumbre es que los niños se disfracen. El mensaje es el mismo. Tanto el adulto como el niño personifican la esencia del día. De esta manera, la máscara que la naturaleza coloca sobre el mundo se levanta de alguna manera. Es como si todo el mundo se embriagara junto con el pueblo judío.

En este estado de ebriedad, hay una cosa -una única cosa- que queda clara: la eternidad del pueblo judío. Sin importar cuán mal se vea todo. Sin importar que todo parezca ser una causa perdida. Eternamente.

El secreto de la existencia es Di-s. Su revelación tiene lugar a través del pueblo judío. Ambos son eternos. En Purim, oímos un susurro del secreto. (Rab Iehoshúä Pfeffer)


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