EL POTENCIAL DUAL DEL VINO
Por Kabbalah y Torah
El judaísmo considera al vino como
una bebida poderosa y sublime, y por eso muchas mitzvót incluyen el consumo de
vino. En las festividades se nos ordena estar alegres y se nos instruye beber
vino para lograrlo. Además, muchas mitzvót incluyen un Kos Shel Berajá (una
copa de bendición, incluyendo el Kiddúsh en Shabbát y en las festividades, en
las ceremonias de casamiento, en las circuncisiones, en el birkát hammazón (el
agradecimiento después de las comidas), las cuatro copas en la Noche del Séder
– todas estas mitzvót idealmente están acompañadas por una copa de vino. En
contraste con la bendición que se dice por la mayoría de las bebidas (Shehakkol
Nihiá Bidvaró), la importancia del vino le ha otorgado su propia bendición:
Boré Perí HagGuéfen.
[Nota: Aquellos a quienes no les
gusta el vino pueden sustituirlo por otra bebida (con la posible excepción de
las cuatro copas en la noche de Pésaj) y debe sustituirse si el vino o el
alcohol representa un peligro para la salud de la persona o una amenaza de
adicción].
Además, el vino puede ayudar a
expandir la mente (“El vino y las fragancias me volvieron sabio”, dijo nuestro
Sabio Ravá en Iomá 76b) y trae felicidad (“VEIÁIN IESAMMÁJ
LÉVAV-ENÓSH - El vino trae felicidad al corazón de la persona”, dice en
Tehil´lím/Salmos 104:15).
Por otro lado, el potencial
estupefaciente del vino puede provocar destrucción, llevando a que la persona
pierda el control y a que provoque daño físico o emocional a sí misma o a los
demás. Reconociendo la naturaleza y el poder dual del vino, el Maharál escribe:
El vino no forma parte de este
mundo, porque el vino cuenta con un aspecto Divino en cuanto que “HAMESAMMÉAJ ELO-HÍM
VAANASHÍM - Alegra a Di-s y a los hombres” (Shofetím/Jueces 9:13). Esto
puede entenderse tomando en cuenta que el vino surge de la parte interior de la
uva, la cual está oculta. Esto indica que el vino viene de un lugar oculto [y
tiene un aspecto espiritual] que no forma parte del mundo visible… Todas las cosas
que son poderosas y que poseen un aspecto Divino pueden ser utilizadas
correctamente para adquirir un ascenso espiritual; sin embargo, quien las
utiliza de manera incorrecta adquiere una forma de muerte... Cuando se bebe
vino correctamente, [la mente] se agudiza y se recibe sabiduría Divina. Pero si
la persona bebe para satisfacer sus bajos deseos, y se emborracha, atrae sobre
sí misma la muerte y el sufrimiento.
La Torá misma da testimonio de la
influencia destructiva del vino. El primer registro de embriaguez en la Torá es
la historia de Nóaj (Noé) después del diluvio. A pesar de que la rectitud de Nóaj
le permitió salvar a su familia del diluvio, posteriormente él plantó un
viñedo, se emborrachó y fue sodomizado (o, posiblemente, castrado) por su hijo
Jám (Bereshít/Génesis 9:20-24).
El episodio de Nóaj con el vino fue
escrito en la Torá porque contiene una advertencia más poderosa que el pasaje
del Nazír (nazareo) (Bamidbár/Números 6:1-21). Incluso Nóaj, el tzaddík puro que
salvó a todo el mundo gracias a su rectitud, cayó a causa del vino. Éste le
provocó desgracia y una maldición para sus descendientes. (Rambán,
“Najmánides”, Comentario sobre Bereshít 9:26).
¿Por qué la sección que se refiere
al Nazír (nazareo) está yuxtapuesta a la sección que habla de la mujer
adúltera? Para decirnos que todo el que ve a una mujer adúltera en su desgracia
debe prometer abstenerse del vino, porque éste lleva al adulterio (Sotá 2a).
(Rashi)
¿Por qué el Nazír (nazareo) lleva
una ofrenda de pecado [después de haber estado en contacto con un muerto]?
Porque no tomó las precauciones
necesarias para evitar ser profanado por el muerto. Rabbí Eläzár Hakkappár
dice: Se afligió a sí mismo al abstenerse del vino [pecando de esta manera
contra su propio cuerpo, lo cual es la traducción literal de las palabras ‘ashér
jatá al néfesh’] (basado en Nazír 19a y otras fuentes).
¡El Nazareo es tanto alabado por
abstenerse del vino –como una forma de protegerse de la promiscuidad- como
censurado por la misma razón! La Torá nos advierte los peligros del vino y al
mismo tiempo nos recuerda que ésa no es una razón legítima para abstenerse
completamente del alcohol.
Después de haber visto esto -una
clara denuncia respecto a la embriaguez junto con el requerimiento de beber que
encontramos en muchas mitzvót- no podemos dejar de sorprendernos al leer la
llamativa afirmación de Ravá respecto al hecho de beber en Purim:
Ravá dijo: La persona está obligada
a embriagarse (Rashi – en arameo la palabra livsumé significa emborracharse con
vino) en Purim hasta que no puede distinguir entre “maldito sea Hamán” y
“bendito sea Mordejái.” (Meguil´lá 7b)
Esta afirmación es difícil de
entender. ¿Cuánto es necesario beber para no notar la diferencia entre “maldito
sea Hamán” y “bendito sea Mordejai”? Sin ninguna duda, el significado aparente
es que Ravá considera que es necesario embriagarse en Purim. ¿Pero cómo es posible,
si sabemos que la Torá considera como algo negativo el hecho de llegar a
intoxicarse?
La Guemará presenta la siguiente
historia que parece ser todavía más problemática.
Rabá y Rabbí Zeira compartieron un
banquete de Purim. Ellos bebieron y luego Rabá se levantó y mató [lit.
sacrificó] a Rabbí Zeira. Al día siguiente Rabá suplicó misericordia Divina y
le devolvió la vida a Rabbí Zeira. Al año siguiente, Rabá le dijo Rabbí Zeira:
“Compartamos juntos el banquete de Purim”. Rabi Zeira dijo: “Todo el tiempo no
ocurren milagros”. (Meguil´lá 7b)
A primera vista, esta imagen es
tanto espeluznante como milagrosa. ¿Cómo es posible que Rabá se permitiera a sí
mismo emborracharse tanto como para llegar a sacrificar a su amigo? Algunos
comentaristas, tal como el Maharshó, no toman la historia literalmente.
Entonces, ¿qué es lo que esto significa?
“Rabá se levantó y mató [lit.
sacrificó] a Rabbí Zeira“ – es inconcebible explicar este pasaje literalmente.
Más bien esto significa que fue “como si lo matara”, es decir que Rabá le dio
vino y lo obligó [tal vez esto significa que lo convenció respecto a la
obligación] a beber demasiado hasta que Rabbí Zeira enfermó y corrió peligro de
muerte. Por eso el Talmúd emplea el término “sacrificar”, porque el vino se
bebe a través de la garganta, que es el lugar en el cual se realiza el
sacrificio... Y Rabá rezó pidiendo que Rabbí Zeira no muriera a causa de su
enfermedad. Encontramos que el término “LESHÓN
JÁI - devolver la vida” es un sustituto a “REFUÁ - curar”. (Maharshó,
Meguil´lá 7b)
El Orjót Jaím (Leyes de Purim 38)
escribe que cuando [Ravá] dijo: “La persona está obligada a ‘embriagarse’ en
Purim”, no implicó que uno debe beber hasta llegar al punto de la ebriedad,
porque emborracharse está absolutamente prohibido. De hecho, no hay mayor
transgresión que embriagarse, porque eso lleva a mantener relaciones sexuales prohibidas,
a derramar sangre y a cometer otras transgresiones. (Bét Ioséf Oraj Jaím 695)
La persona está obligada a estar
sumamente alegre en este día (Purim), y disfrutar del banquete y beber, al
punto en que no le falte nada. Sin embargo, no se nos ha ordenado embriagarnos
y degradarnos a nosotros mismos durante la celebración. No se nos ha instruido
experimentar una alegría vacía y frívola, sino más bien disfrutar de una
significativa felicidad que conduce a amar a Di-s y a valorar los milagros de
Purim que Di-s hizo para nosotros. Con respecto a la instrucción del Talmúd de
“beber hasta no poder distinguir entre ‘maldito sea Hamán’ y ‘bendito sea
Mordejái’”, algunos grandes estudiosos ya han señalado que el incidente [de
Rabá y Rabbí Zeira] citado muy cerca, en el cual “Rabá se levantó y sacrificó a
Rabbí Zeira” indica el rechazo del Talmúd hacia la ley de Ravá. (Meiri, Bét HabBejirá,
Meguil´lá 7b)
LAS TRIBUS SE EMBRIAGARON JUNTAS EN
EGIPTO
“Se sentaron delante de él, el
primogénito conforme a su primogenitura, y el más joven conforme a su juventud.
Y los varones se [miraron] pasmados uno a otro. Él [Ioséf] pasó porciones de
delante de él para ellos, pero la porción de Biniamín era cinco veces mayor que
las porciones de todos ellos. Ellos bebieron y se embriagaron (VEISHKERÚ) con
él”. (Bereshít/Génesis 43:33-34)
Si los grandiosos hijos de Iaäkóv,
quienes establecieron el pueblo de Israel, pudieron llegar a embriagarse en su
banquete familiar… ¡entonces sin ninguna duda emborracharse no implica ningún
pecado atroz!
De hecho, en el Talmúd también
encontramos una instancia en la cual grandes rabinos y sus discípulos se
embriagaron. El pasaje relata las leyes relativas a curar con medicinas en
Shabbát. Aunque en general está prohibido tomar medicinas en Shabbát
(dependiendo de las circunstancias), está permitido utilizar una poción que
“cura” a la persona de la embriaguez.
Rab Jamá bar Guriá dijo: se puede friccionar
aceite y sal en Shabbát. Como Rab Huná en la escuela de Rav y Rav en la de
Rabbí Jiá, y Rabbí Jiá en la de Rabbí – cuando ellos sentían el efecto del vino
traían aceite y sal y la friccionaban en las palmas de sus manos y en sus
empeines y decían: “Que así como el aceite se aclara que también Fulano se
aclare del vino”. (Shabbát 66b)
Rashi explica que los maestros
rabínicos tenían la costumbre de dar de beber a sus discípulos. Estos
discípulos en particular eran especialmente eminentes y no era digno que ellos
permanecieran ebrios, y por eso utilizaban el tratamiento prescripto. Este
remedio es mencionado en el Shulján Arúj (Oraj Jaím 328:41). Por lo tanto,
claramente el hecho de embriagarse, en cierto nivel, no está prohibido.
La pregunta regresa ahora a aquellas
autoridades que aparentemente prohíben emborracharse. ¿Cómo es posible que el Orjót
Jaím, tal como vimos antes, declare que esto constituye un crimen atroz, siendo
que grandes sabios y figuras de Torá lo hicieron?
Aparentemente la respuesta se
encuentra en la distinción entre “emborracharse” y “ponerse alegre”. En este
sentido, la halajá distingue entre un nivel regular de embriaguez y la
“embriaguez de Lót”.
El Shulján Arúj (Oraj Jaím 99:1)
dice que la persona incluso puede recitar bendiciones al estar embriagada. La
Mishná Berurá comenta:
Esta halajá se aplica hasta que la
persona llega al nivel de la “embriaguez de Lót”. En este nivel se considera
como si hubiera perdido completamente su mente y está exceptuado de todas las
mitzvót. Por lo tanto, si recita [el Shemá] o bendiciones estando en ese estado
mental, no cumple con su obligación, porque bajo tales circunstancias está
exento. Por lo tanto debe recitar [el Shemá] y las bendiciones nuevamente más
tarde. (Mishná Berurá 99:11)
Al parecer el Orjót Jaím efectuó su
comentario específicamente con respecto a este nivel de embriaguez en el cual
la persona pierde el control de su conciencia y de su mente. Con respecto a la
“embriaguez de Lót” (lo cual se refiere como mínimo al hecho de estar “sumamente
borracho”), el Orjót Jaím dictamina que llegar voluntariamente a esa condición
constituye un crimen atroz. Teniendo esto en cuenta, ya no quedan más preguntas
respecto al Orjót Jaím y las instancias registradas en las Escrituras y en las
palabras de nuestros Sabios en las cuales grandes e importantes líderes del
pueblo se embriagaron. La embriaguez mencionada por la Guemará (Shabbát 66b) no
se refiere a la “embriaguez de Lót” – si los discípulos se hubieran emborrachado
a tal grado habría sido difícil que ellos les prescribieran un antídoto. Por
cierto lo mismo ocurre en el caso de los shevatím [las tribus], y de otros
casos en los cuales se menciona la embriaguez en relación a individuos
distinguidos. De esta manera se resuelve la contradicción con la regulación del
Orjót Jaím. De hecho, el Rab Leib Mintzberg (Toratí Bekirbam, Volumen 1, página
242) ha escrito que sin ninguna duda está prohibido entrar voluntariamente en
un nivel de “embriaguez de Lót”, en el cual la persona pierde completamente la
Imagen Divina con la cual fue creada. Aunque el Shulján Arúj (Oraj Jaím 695:2)
no menciona esta prohibición (aunque la cita en el Bét Ioséf) y menciona la
obligación de emborracharse en Purim sin ninguna reserva, la intención por
cierto no es la de llegar a la “embriaguez de Lót”, sino sólo llegar al nivel
de shikór (borrachera).
¿Cuál es la obligación del banquete
[de Purim]? Que la persona coma carne y prepare una comida tan agradable como
sea capaz de hacerla. Debe beber vino hasta embriagarse y quedarse dormida a
causa de la borrachera. (Rambam “Maimónides”, Mishné Torá, Hiljót Meguil´lá
veJanukká 2:15)
¡Al beber hasta quedarse dormido, se
está cumpliendo con la instrucción de no reconocer la diferencia entre Hamán y
Mordejái!
El Maharí Brin escribe que esto
(beber hasta no reconocer la diferencia) implica embriagarse y quedarse dormido
y de esta manera no reconocer la diferencia entre malvado sea Hamán [y bendito
sea Mordejái]. Al parecer ésta es también la postura del Rambam. (Maharí Brin
(citado en Darké Moshé Oraj Jaím 695)
Pero en el Jidushé Agudá (Meguil´lá
6) y el Toledót Adám VeJavvá 10:1 (página 62c de Rabbénu Ierujám) está escrito
que el equivalente numérico (guematria) de [las letras hebreas de] arúr Hamán
(maldito sea Hamán) y barúj Mordejái (bendito sea Mordejái) es idéntico [502];
uno debe beber lo suficiente como para no lograr hacer el cálculo... El Minaguím
dice que había un piút (poema litúrgico, [Shoshannát Iaäkók] en donde el
estribillo alternaba entre arúr Hamán y barúj Mordejái; uno precisa claridad
para no equivocarse a veces… (Darké Moshé Oraj Jaím 695)
Por lo tanto, podemos señalar tres
enfoques básicos respecto a cuánto se debe beber:
1. El enfoque literal: Beber hasta
embriagarse (pero no hasta llegar a estar demasiado borracho).
2. El enfoque no literal: Beber
hasta quedarse dormido.
3. La interpretación creativa: beber
hasta que no se pueda efectuar el cálculo matemático o hasta que uno se
confunde al cantar.
Muchos quieren explicar cuál es la
intención de este pasaje (la enigmática afirmación de Ravá respecto a cuánto se
debe beber en Purim)… Me explicaron en un sueño que la principal obligación de
beber es sumergirse en la alegría tal como está escrito (Tehil´lím/Salmos 104:15):
“El vino alegra el corazón de la persona”. A partir de esta alegría… la persona
sinceramente agradecerá y alabará a Di-s por los milagros de Purim. Por lo
tanto, la persona no debe embriagarse tanto que llegue a perder la capacidad de
razonar y por lo tanto no pueda reconocer el impacto de los milagros de Purim.
Las palabras: “la persona debe beber en Purim hasta no lograr diferenciar...”,
implican que se debe beber sólo hasta el punto en el cual se sigue manteniendo
la capacidad de cumplir con la obligación de agradecer y alabar [a Di-s], pero
no más allá de ese punto, porque entonces se confundirá. Llegar demasiado lejos
provoca que la persona no sea capaz de distinguir entre “maldito sea Hamán y
bendito sea Mordejái”, y por lo tanto no tendrá suficiente comprensión para
alabar a Di-s por los milagros de Purim. (Iád Efráim (Rab Efráim Zalmán
Margaliót, 1762-1828 e.c), Oraj Jaím 695)
Hay quienes dicen que no se debe
embriagarse. Más bien se debe beber más de lo habitual (Kol Bo) y quedarse
dormido. Al dormir, la persona no puede diferenciar entre “maldito sea Hamán” y
“bendito sea Mordejái” (Maharil). Tanto aquél que [bebe] mucho como aquél que
[bebe] un poco [son dignos de elogio] siempre y cuando su intención haya sido
en honor al Cielo (parafraseando a la Mishná en Menajót 110a). (Ramó, Oraj Jaím
695)
“El Rab Israel Salanter acostumbraba
a emborracharse mucho en Purim. Sin embargo, en ese estado se pasaba el día
hablando de palabras de Torá y encontrando nuevas perspectivas, con aguda claridad
y gran genio creativo, en todas las áreas del Talmúd. Él llamaba a esto: “darle
una prueba al cuerpo”, para ver si incluso su cuerpo físico era una
personificación de la sabiduría Divina… Para nosotros, que somos tan pequeños
en Torá y en el servicio a Di-s, es suficiente con “beber más de lo normal, sin
llegar a embriagarnos” (Ramó, Oraj Jaím 681:2). Cuidemos la elevación del día y
no la convirtamos en una vacía pérdida de tiempo”.
La razón por la cual se menciona que
se debe beber [en Purim] es debido a que el milagro, desde el comienzo hasta el
final, tuvo lugar a través de banquetes de vino. Desde el episodio de Vashtí
que tuvo lugar en el contexto de un banquete de vino, hasta que Estér fue
elegida reina. La historia de Hamán, del comienzo hasta el final, involucra
banquetes de vino. Esto es similar a Janukká, cuando el milagro tuvo lugar a
través del aceite y en consecuencia nosotros encendemos velas. De manera
similar, en Purim, cuando el milagro tuvo lugar a través del vino, estamos
obligados a embriagarnos con vino (livsumé) y a celebrar con alegría por haber
pasado de la oscuridad a la luz, como está escrito: Para los judíos hubo luz y
alegría, felicidad y honor” (Meguil´lát Estér 8:16).
“No obstante, esta [la obligación de
beber específicamente vino] es sólo la manera preferida para el cumplimiento de
la mitzvá, pero no una obligación”. Si no hay vino disponible, o si la persona
no disfruta de beber vino, también es aceptable otra bebida alcohólica. (Jafétz
Jaím (Biúr Halajá, Oraj Jaím 695).
Rabbí Iehudá ben Beteira dice:
“Cuando el Templo estaba de pie, la alegría [de las festividades] se lograba
solamente a través de la carne [de los sacrificios], porque está escrito:
“Sacrificarás ofrendas de paz y las comerás allí y te regocijarás delante del
Señor tu Di-s” (Devarim/ Deuteronomio 27:7). Pero ahora que el Templo no está,
la alegría [de las festividades] sólo se logra a través del vino, porque está
escrito: “El vino alegra el corazón del hombre” (Tehil´lím 104:15). (Talmúd, Pesajím
109a)
Porque en todas las otras
festividades la principal mitzvá es alegrarse con Di-s y el hecho de beber vino
es sólo un medio para alcanzar ese estado de felicidad... Pero en Purim el
hecho mismo de beber vino es la mitzvá misma,
tal como dice el versículo: “Días de banquete de vino y alegría” (Estér
9:22) (El Rab de Brisk, citado en Emek Berajá página 129)
Los días de Purim son definidos como
“Iemé Mishté Vesimjá - Días de banquete de vino y alegría” – por lo cual beber
es una mitzvá por sí misma.
En Ióm Kippúr invalidamos nuestros
cuerpos a través del ayuno, permitiendo que nuestros espíritus se apeguen a Di-s.
En contraste, en Purim bebemos al punto en que llegamos a invalidar nuestra
mente, dejándonos físicamente vulnerables, total y abiertamente dependientes de
Di-s.
Es adecuado que Ióm Kippúr sea un
día de ayuno, porque cuando la persona excluye su cuerpo a través del ayuno (lo
cual disminuye el cuerpo), es capaz de apegarse a Di-s... Pero en los días de
Purim es diferente, porque Di-s, Bendito Sea, nos salvó de Hamán, cuando él
quiso aniquilar a Israel y destruir sus cuerpos, y no tuvieron otra ayuda
física fuera de la de Di-s. La persona es considerada como nada sin la
existencia que Di-s le ha dado. Por lo tanto, estamos obligados a beber en
Purim hasta que no podemos reconocer la diferencia entre malvado sea Hamán y
bendito sea Mordejái. Sólo entonces, la persona no tiene absolutamente nada por
sí misma, y cuando se considera nada, su existencia depende totalmente de Di-s.
(Maharál, Ór Jadásh página 221)
La mitzvá de conmemorar Purim
alienta y refuerza la unidad judía: mishlóaj manót (enviar a los amigos
alimentos de regalo), mattanót laevioním (regalos para los pobres), leer juntos
la Meguil´lá y reunirse para el banquete de Purim. El vino sirve como
catalizador para acercar los unos a los otros – ‘Grandioso es beber… porque
acerca a aquellos que están distantes” (Sanhedrín 103b).
A la comida de Purim se refiere el
versículo: “Y estos días serán recordados y celebrados por cada generación [y
por] cada familia” (Estér 9:28).” Rashi explica que la celebración es a través
de que “la gente se reúna y coman y beban todos juntos...” El objetivo de la comida de Purim es unir a
todos los presentes, y que todos en el grupo se alegren junto con sus
compañeros. De esta manera le transmitimos a las futuras generaciones la
singular re-aceptación de la Torá que tuvo lugar durante esos días de Purim
cuando: “[el pueblo era] como un hombre con un solo corazón” (Rashi, Shemót/Éxodo
19:2, en referencia al momento en el cual el pueblo aceptó la Torá Escrita en
el Monte Sinaí).
El Talmud (Eruvín 65a) nos enseña
que cuando una persona bebe se revelan aspectos de su personalidad que de otra
manera permanecen ocultos: “NIJNÁS IÁIN
IATZÁ SÓD - Entra vino y sale el
secreto”.
Beber nos permite revelar nuestro
ser oculto, de la misma manera que Di-s reveló Su Presencia oculta en Purim.
(Rab Mordejái Becher)
Meguil´lát Estér significa “la
revelación de lo oculto”. Por un lado la Meguil´lá es llamada Igguéret (Estér
9:29), implicando el simple relato de la historia que presenta. El nombre de
Di-s, en contraste con cualquier otro Escrito sagrado, se encuentra
absolutamente ausente. Por otro lado, es un Séfer, un libro que se une a las
grandes filas de Escrituras Sagradas.
La Meguil´lát Estér permite la
revelación de lo más profundo e íntimo incluso en un instrumento de expresión
superficial y terrena. El Nombre de HaShém está oculto; sin embargo Su
presencia “detrás de las escenas” está en todas partes.
Nuestra obligación es beber vino.
Después de la destrucción del Templo el orden de la naturaleza cerró la puerta
a la revelación Divina. Nuestra relación con Di-s se perdió de vista. Sin
embargo, el vino es la poción mágica que revela exteriormente los secretos
ocultos y promete que cierto grado de revelación sigue existiendo.
Mientras que los adultos beben vino
hasta embriagarse, la costumbre es que los niños se disfracen. El mensaje es el
mismo. Tanto el adulto como el niño personifican la esencia del día. De esta
manera, la máscara que la naturaleza coloca sobre el mundo se levanta de alguna
manera. Es como si todo el mundo se embriagara junto con el pueblo judío.
En este estado de ebriedad, hay una
cosa -una única cosa- que queda clara: la eternidad del pueblo judío. Sin
importar cuán mal se vea todo. Sin importar que todo parezca ser una causa
perdida. Eternamente.
El secreto de la existencia es Di-s.
Su revelación tiene lugar a través del pueblo judío. Ambos son eternos. En
Purim, oímos un susurro del secreto. (Rab Iehoshúä Pfeffer)
Comentarios
Publicar un comentario