LA LETRA י IUD

Imagen
LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

VAIAKHEL: LA LUZ QUE SIEMPRE ESTÁ AHÍ


VAIAKHÉL: LA LUZ QUE SIEMPRE ESTÁ AHÍ

Aunque la porción de Vaiakhél se refiere al Tabernáculo y nuestra conexión con éste, debemos entender que, como en todo lo relacionado con la Kabbaláh, las preparaciones son el auténtico trabajo, la conexión verdadera, la plenitud real. El trabajo a hacer en este ejemplo implica dos principios. Uno es la verdad: lo que es verdad y lo que no lo es, tanto globalmente como en nuestras vidas personales. El segundo es la propiedad: qué nos pertenece realmente y que sólo parece pertenecernos. Muchos de nosotros pensamos que somos los verdaderos “propietarios” de nuestro dinero y nuestras posesiones físicas. Pero en verdad, estas posesiones son temporales -un día están aquí y al siguiente ya no están- porque en realidad no nos pertenecen. Sólo nos pertenecen nuestras acciones espirituales, y nos pertenecen para siempre.

Nuestros sabios explican esto con una historia que es una metáfora para nuestras vidas.

Un hombre llamado Iaäkóv tenía tres amigos: Reuvén, Shimön y Leví. Iaäkóv quería mucho a Reuvén y siempre quería pasar tiempo con él, y pensaba que Reuvén también le quería. Shimön no le gustaba tanto como Reuvén, pero aun así también pasaba bastante tiempo con Shimön. Iaäkóv no veía muy a menudo a Leví, pues Iaäkóv sólo lo consideraba como un conocido.

Sucedió un día que Iaäkov recibió la orden de comparecer ante el rey. Iaäkóv llegó a la conclusión de que uno de sus enemigos debía haber dicho algo despreciativo sobre él. Por lo tanto, decidió tomar a uno de sus amigos con él para que el amigo hablara en su nombre.

Iaäkóv le pidió a su buen amigo Reuvén que compareciera con él ante el rey. Pero Reuvén tenía miedo de que fuera asociado con Iaäkóv en esta incómoda situación

Iaäkóv se sintió muy herido cuando Reuvén le rechazó, pero fue a pedírselo a Shimön. Shimön también se negó a ponerse en peligro.

Al no tener otra opción, Iaäkóv acudió a Leví. No tenía muchas esperanzas, pues Leví parecía ser sólo un conocido. Sin embargo, sorprendentemente, Leví respondió que sin duda comparecería ante el rey con su buen amigo Iaäkóv. “Para eso están precisamente los amigos, ¿no es así?”, preguntó Leví. “Cuando un amigo te necesita, tienes que ayudar, sea lo que sea”.

Si tenemos un deseo verdadero de revelar la Luz, encontraremos una manera de hacerlo; y a veces, esta manera aparece ante nosotros inesperadamente. Este es el mensaje de la historia.

La verdad es que siempre hay un camino. Aun cuando los amigos con los que pensábamos que podíamos contar nos demuestran que no es así, podemos convertir esta decepción en nuestra bendición al descubrir nuevos amigos de gran valor que antes nos eran desconocidos. En esta historia, los primeros dos amigos de Iaäkóv simbolizan las posesiones materiales y las relaciones a las que atribuimos tanta importancia. Pero Leví, el tercer amigo, simboliza la Luz que siempre está ahí para nosotros, si elegimos confiar y revelarla.

El Rav Berg explica que el capítulo bíblico de Vayakhél es el mismo que Terumá; excepto por la falta de sacrificios por parte de los ërev ráv (la multitud mixta o gente malvada). En Vayakhél el Tabernáculo se construye sin sus contribuciones; y por lo tanto, sin la conciencia de las personas malvadas. Cualquier conciencia negativa involucrada en el proceso de construcción del Tabernáculo habría impedido que el Tabernáculo removiera el caos del mundo. Aun hoy en día, nunca debe aceptarse dinero de los ërev ráv.

El Rav enseña que el Tabernáculo en sí mismo es una representación del hombre físico, de forma que las pieles y las tablas son la estructura física de un ser humano. Los objetos del Tabernáculo eran herramientas para conectar con la Fuerza de Luz. El Kohén HagGadól (Sumo Sacerdote) llevaba estas vestimentas especiales para elevar su conciencia.

El Rav Berg dice que aun con todas estas herramientas para ayudarnos a hacer nuestra conexión, lamentablemente todavía no existe ninguna escuela que nos enseñe dignidad humana; que nos enseñe cómo vivir según el precepto de “ama a tu prójimo”. Este precepto es de suprema importancia porque sólo cuando tratamos a los demás con tolerancia y aceptación eliminamos nuestro Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. El Deseo de Recibir no existe dentro de Di-s. Y sólo cuando eliminamos este deseo de nosotros mismos podemos ser como Di-s, lo cual significa que no necesitamos pedirle al Creador que elimine el caos de nuestras vidas: podemos hacerlo nosotros mismos.

Gran parte de la parashá Vayakhél repite los capítulos precedentes de Terumá y Tetzavvé. La historia se vuelve a contar porque después del incidente del Becerro de Oro, los ërev ráv inyectaron la energía del odio. Antes del Becerro de Oro, no había energía de muerte y todo el mundo estaba invitado al Tabernáculo. Pero después del Becerro de Oro, los ërev ráv personificaron la energía del odio y la muerte y se les prohibió la entrada en el Tabernáculo, evitando así que la energía de la muerte entrara con ellos. De la misma forma, nuestro odio puede causar que nos desconectemos de la Luz y nos conectemos con la muerte.



Comentarios

Entradas populares de este blog

TEHILIM/SALMOS 145 - HEBREO-FONÉTICA Y ESPAÑOL

PITUM KETORET - HEBREO-FONÉTICA-ESPAÑOL

TEHILIM - SALMOS 91 YOSHEV - El que habita - SEGULÁ CONTRA MAZIKIM (ESPÍRITUS DAÑINOS) - MEKATREGUIM Y LILIN