SARÁ IMMÉNU: SARA, NUESTRA MADRE
Sara (שָׂרָה) fue la esposa de Abraham y madre de Isaac mencionada en la
Torá. También era medio hermana de su esposo (Bereshít/Génesis 20:12) y unos
diez años más joven (Bereshít/Génesis 17:17).
El libro de Bereshít/Génesis dice
que su nombre original era Sarái pero Di-s lo cambió a “Sará” antes de
concederle el milagro de tener un hijo a la edad de 90 años. La Torá cuenta que
en un principio Sara había incitado a Abraham a tener un hijo con su esclava
Hagár/Agar pero más tarde, después del nacimiento de Itzják/Isaac, expulsó a la
mujer y a su hijo Ishmäel. Fue enterrada por Abraham.
En hebreo el nombre “Sara” se usa
para designar a una mujer de alto rango y a veces es traducido como “princesa”.
El Talmúd señala que Sara era tan
hermosa que a su lado las otras mujeres parecían monos y ni siquiera los duros
viajes junto a Abraham afectaron su belleza.
El Talmúd afirma además que Sara fue
superior a Abraham en los dones de profecía siendo como una “corona” para su
marido. Abraham oía y obedecía sus palabras pues reconocía su superioridad
espiritual. Además Sara sería la única mujer con quien Di-s se comunicó
directamente ya que las demás profetisas mencionadas en el Tanáj recibieron
mensajes de Di-s por medio de ángeles.
Su nombre original era “Sarái” pero
posteriormente se le llamó “Sara” (princesa) porque era la princesa de su casa
y de su tribu.
Según el Talmúd, durante el viaje a
Egipto Abraham escondió a su esposa en un baúl para que nadie pudiera verla.
Cuando llegaron a la frontera de Egipto el baúl fue inspeccionado por unos
oficiales que insistieron en ver su contenido para determinar el monto de los
impuestos. Cuando finalmente abrieron el baúl surgió una luz que emanaba de la
misma belleza de Sarái. Entonces los oficiales comenzaron a competir unos con
otros por comprar a Sarái ofreciendo altas sumas de dinero a Abraham. Cuando
finalmente Sarái fue llevada ante el Faraón, dijo que Abraham era su hermano
por lo que el rey le dio muchos regalos. Como una prueba de su amor, el rey
puso a nombre de Sarái sus propiedades dándole como herencia la tierra de Góshen.
Por esta razón los israelitas más tarde habrían vivido en esa tierra. En la
tradición post-bíblica el rey llegó incluso a darle a Sarái su propia hija como
esclava. Sarái oró a Di-s para que la salvara del rey y Di-s le respondió
enviando a un maláj/ángel que golpeaba al rey cada vez que este trataba de
tocarla. El faraón, asombrado al sentir los golpes, le habló amablemente a Sarái
quien terminó confesando que Abraham era en realidad su esposo. Entonces el rey
dejó de molestarla. Según otra versión, el rey persistió en acosar a Sarái aún
después de que le confesara que estaba casada. Entonces el ángel golpeó al rey
con tanta fuerza que lo dejó herido advirtiéndole que no siguiera molestando a
Sarái.
De acuerdo a una tradición, cuando
el faraón vio estos milagros de parte de Sarái decidió darle a su hija Hagár/Agar
como esclava diciendo: “es mejor que mi hija sea esclava en la casa de esta
mujer que ama de cualquier otra casa”. Avimélej actuó de una forma similar. Al
comienzo Sarái trataba bien a su esclava Agar e incluso le pedía a las mujeres
que la visitaban que visitaran también a Agar. Más tarde, cuando Abram dejó
embarazada a Agar, esta comenzó despreciar a Sarái. Según el Talmúd, Sarái
trató duramente a su esclava imponiéndole trabajos pesados y hasta llegó a
golpearla.
Según el Talmud, originalmente Sarái
estaba destinada a vivir hasta los 175 años de edad pero le fueron quitados 48
años por haberse quejado a Abraham, culpándolo de que Agar le hubiese perdido el
respeto.
Sarái era estéril hasta que recibió
un milagro después de que su nombre fuese cambiado de “Sarái” a “Sará”. Cuando
su fertilidad fue restaurada dio a luz a Isaac, pero la gente no creyó que
fuese un milagro sino que decían que el patriarca y su esposa habían adoptado
un bebé huérfano simulando que era su propio hijo. Más tarde Abraham invitó a
todos los hombres importantes a un banquete para celebrar el destete de Isaac.
Sara también invitó a las mujeres quienes trajeron a sus propios hijos. En esa
ocasión Sara le dio de mamar de sus propios pechos a todos los niños
convenciendo a los invitados que el nacimiento de Isaac realmente había sido un
milagro.
Leyendo conforme lo que está escrito
en la Torá, se dice que Sara era una mujer estéril que nunca cesó en la oración
ni la fe en Di-s, hasta que recibió el milagro de tener a un hijo llamado de
nombre Itzják/Isaac.
LA MUERTE
Otra leyenda posterior relacionaba
la muerte de Sara al sacrificio de Isaac. Había dos versiones de la historia. De
acuerdo a una de ellas, Sama´él vino y le dijo: “tu esposo tomó al niño y lo
sacrificó. El niño gimió y lloró pero no pudo escapar de su padre”. Entonces
Sara comenzó a llorar amargamente y finalmente murió de tristeza.
Según otra versión, el Satán se
disfrazó de viejo y le dijo a Sara que Isaac había sido sacrificado. Sara,
creyendo que era cierto, lloró amargamente, pero más tarde se consoló a sí
misma pensando que el sacrificio había sido ofrecido por mandato de Di-s, y
partió de Beer-sheba a Hebrón preguntando a todos los que encontraba en el
camino si sabían qué dirección había tomado Abraham. Entonces el Satán vino de
nuevo en forma humana y le dijo que no era cierto que Isaac hubiese sido
sacrificado sino que estaba vivo y que pronto volvería con su padre. Al oír
esto Sara murió de gozo en Hebrón. Abraham e Isaac regresaron a su hogar en
Beer-sheba y al no hallar a Sara fueron a Hebrón donde la encontraron muerta.
Sin embargo, según la Torá, Sara
vivió hasta que su hijo Isaac tuvo 37 años (Bereshít/Génesis 23:1). Él estuvo
junto a su madre hasta su muerte a los 127 años. También leyendas tardías
añadían que durante la vida de Sara su casa estuvo siempre abierta a la
hospitalidad, el dinero se multiplicaba milagrosamente, una lámpara ardía desde
la noche del sábado a la noche del sábado siguiente y una columna de nubes se
posaba sobre la entrada de su tienda.
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