PARASHÁT VAIAKHÉL - (Shemót/Éxodo
35:1-38:20) - Fortalecer conciencia de tratar con dignidad humana
EL PODER DE LA RENOVACIÓN
וַיֵּצְאוּ כָּל־עֲדַת בְּנֵי־יִשְׂרָאֵל מִלִּפְנֵי
מֹשֶׁה
VAIETZÚ KOL-ÄDÁT BENÉ-ISRAÉL MIL´LIFNÉ
MOSHÉ
“Y toda la congregación de los hijos
de Israel salieron de delante de Moshé” (Shemót/Éxodo 35:20)
¿Por qué está escrito que “Y toda la
congregación de los hijos de Israel salieron”? En verdad, fueron sus seres
físicos los que salieron”, pero sus almas se enfocaron a su interior. Hay una
lección muy importante sobre aquellos que buscan ir a su interior con el
propósito de crecer espiritualmente. Recibirán sabiduría, una conexión con una
persona justa, la totalidad de la Torá, y la Luz del Creador.
Por otro lado, Rabbí Menajém Mendel
de Kotsk (1787-1859 e.c) escribió que si rezamos y aun así no cambiamos
internamente, es peor que si no hubiéramos rezado en absoluto; en verdad, se
nos considera gente malvada. La razón por la cual algunas personas siguen sin
cambiar con sus oraciones es que no se extienden; no van a su interior ni se
abren a la Luz del Creador.
La parashá Vayakhél nos ofrece otra
oportunidad para conectar con el poder de la renovación: de transformarnos y
abrirnos a recibir la Luz del Creador.
El objetivo del trabajo espiritual
no es simplemente hacer acto de presencia para “adorar” en Shabbát. El
verdadero propósito es participar en un Shabbát con el fin de hacer una
conexión con la Luz para que podamos utilizarla a lo largo de toda la semana. Y
lo que es aún más importante que simplemente hacer la conexión con la Luz del
Creador es que hagamos uso de esa Luz y que se quede con nosotros en los días
posteriores.
Hay una historia de un hombre pobre
llamado Ioséf que vivió hace muchos años en Jerusalén. Ioséf necesitaba
encontrar trabajo desesperadamente para mantenerse a sí mismo y a su familia.
Una noche, tuvo un sueño sobre un tesoro que estaba enterrado bajo un palacio
en la ciudad de Vilna, en Lituania. Aunque Vilna estaba en el norte de Europa,
a miles de millas de Jerusalén, Ioséf decidió ir allí para encontrar el tesoro.
El viaje le tomó cuatro meses.
Cuando Ioséf llegó al palacio, tuvo que confrontarse inmediatamente con los
guardas del rey. Ioséf estuvo tentado de mentir sobre las razones de su largo
viaje. Pero decidió que decir la verdad era lo mejor que podía hacer, puesto
que no había hecho nada malo. Así pues, Ioséf le habló al capitán sobre su
sueño.
Mientras el capitán escuchaba a
Ioséf, se reía. “Si escuchara todos mis sueños, estaría en Jerusalén ahora
mismo. Verás, justo anoche tuve un sueño sobre un hombre que tenía un tesoro
enterrado debajo de su casa”.
En el instante en que las palabras
salieron de la boca del capitán, Ioséf entendió la auténtica razón de su viaje:
aprender que, después de todo, el tesoro estaba debajo de su propia casa.
La lección en esta conocida historia
es que el tesoro que buscamos está justo en nuestro jardín. Pero para mí, la
lección más profunda es entender que cuando hacemos nuestras conexiones en Shabbát
o en las festividades, “ir al servicio” no es el objetivo final sino más bien
el medio para lograr un objetivo final. No terminamos el trabajo con sólo haber
hecho el viaje, esto es, con sólo decir las Tefil´lót (oraciones) y escuchar la
lectura de la Torá. La clave es lo que sucede después: debemos regresar a
nuestras vidas, a nuestros hogares, y tomar acción allí con la Luz que hemos
recibido.
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